jueves. 18.04.2024

Los grandes patrimonios

Los datos facilitados por CreditSuisse sobre la desigualdad en España, confirman el informe de Caritas: el problema de muchos niños no es la obesidad sino la desnutrición...

Los ricos han cerrado un buen balance. El informe del ‘Global WealthReport’ de CreditSuisse (2014) un años más pone de manifiesto que la evolución de los patrimonios en el mundo crece de forma desigual. Para conseguir un análisis riguroso, que cuente con la información de los paraísos fiscales, que por su opacidad son difíciles de obtener, hay que analizar tanto los flujos de renta como los de riqueza. Los patrimonios son la medida apropiada de la desigualdad, ellos indican la independencia personal o el poder económico de quienes tienen más y también el grado de dependencia y subordinación por parte de quienes tienen menos.

En España, el 1% de la población posee el 27% de la riqueza. El siguiente escalón, el 41,8% de la riqueza, se lo distribuye el 20% de los ciudadanos, y otro grupo de población,  el 30%, posee un 21,5% de riqueza

Todo el mundo dispone de algunos ingresos, pero no todos los ciudadanos tienen capacidad de acumular un  patrimonio.  Se da el caso, como revela el citado informe, de que un diez  por ciento de los españoles tiene un patrimonio negativo, o sea que están endeudados hasta las cejas. Y no es que atraviesen un bache de ingresos, simplemente viven en la incertidumbre mientras que el poder económico ejerce el dominio en la sociedad, como se sabe muy bien en nuestras ciudades donde el caciquismo poseedor de la riqueza, conectado con los políticos, sigue dominando la política en muchos municipios.

En España, el 1% de la población posee el 27% de la riqueza. El siguiente escalón, el 41,8% de la riqueza, se lo distribuye el 20% de los ciudadanos, y otro grupo de población,  el 30%, posee un 21,5% de riqueza. El resto, casi la mitad de la población, se reparte el 9,7%. Asistimos a una desigualdad creciente que ha concentrando el poder y la economía en los cada vez más súper ricos. El informe publicado por Molina Temboury, miembro de Economistas Frente a la Crisis, así lo pone de manifiesto.  Las denuncias del Papa Francisco sobre  la desigualdad en el mundo y la insistencia de otros líderes políticos del planeta, que inciden sobre lo mismo, no surte efecto porque el corazón de los que acopian riqueza está endurecido y recreado en la acumulación, como confirman los datos que  ratifican la sinrazón de esa dureza.

Siguiendo el análisis del profesor Piketty, la desigualdad en España tiene tres franjas de una especial relevancia. Una de ellas es que el 11 por ciento de la población más rica, que en España detenta una amplia mayoría del poder económico, posee el 55,6% de la riqueza total del país. Además, el 1% de ese grupo tiene el 27% de la riqueza. En esa franja de población están quienes controlan el poder económico en España, bien por sus participaciones estratégicas, bien por su presencia en los consejos de administración donde activan con prontitud las ‘puertas giratorias’.

En la mitad de la tabla se encuentran el 40% de los ciudadanos, que podría ser el grupo de la clase media y que se distribuye un 20% de la riqueza, lo que demuestra que es una clase que padece efectos reductores y que está perdiendo posición en el reparto de la riqueza. Finalmente el tercer grupo, siguiendo la propuesta de Piketty, lo compone la mitad de la población, que no alcanza el diez por ciento (el 9,7%) de la riqueza.

En España la desigualdad es un hecho constatado por las ONG, pero tampoco está de más recoger lo que dicen los datos facilitados por  CreditSuisse para  reflexionar en voz alta, para que el ministro Montoro, el presidente de la Comunidad de Madrid y  algún otro político despistado se enteren de que el informe de Caritas es acertado, y que el problema de alimentación de los niños en Madrid no es la obesidad, sino la desnutrición.

Podríamos ampliar con muchos datos más del informe que está ampliamente documentado. Pero quiero terminar con una reflexión: No podemos fracasar en la lucha contra las desigualdades. Aunque surjan muchos desacuerdos en el camino, si tenemos las ideas claras de adónde vamos, los cambios serán posibles. El fracaso social y medioambiental que estamos sufriendo, debe ser un revulsivo y tomar la iniciativa para que la igualdad sea el pilar sobre el que construyamos la nueva sociedad.

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