viernes. 29.03.2024

Con inteligencia y ética

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La dureza y discriminación que vive el mundo rural es insoportable, como pone de manifiesto la reacción de protestas en cadena que se ha generado. La situación de explotación en las formas de producir y distribuir con un resultado ruinoso es desoladora, pues ha llevado a rendimientos por debajo de los costes de los procesos Yo diría con toda rotundidad que son claramente injustos. Los mercados imponen formas opresivas que son resultado de que hay una gran concentración del poder de comercialización en manos de unos pocos. Un poder con un poder de compra muy poco transparente, que solo compra lo que tiene colocado a buenos precios. Paga a un precio que impone y permite que el margen abusivo quede en manos de las grandes cadenas de la distribución.

El concepto de librecambio se ha desvirtuado en el caso agrario al convertirse en libre-dictadura. Entre la distribución, los aranceles y el libre comercio, el sistema de producción para el pequeño agricultor está hundido. Un modelo roto porque en esta pirámide económica han forzado a la base productiva hasta convertir un beneficio normal de supervivencia en un sistema encadenado que ni siquiera permite la subsistencia, mientras el superbeneficio se desplaza del origen al final de la cadena. Nadie entiende que un tomate, una lechuga o una coliflor se venda en origen a precios sorpresivamente ridículos y se termine pagando el consumidor final cinco o diez veces su valor ¡Algo está fallando! Está fallando el sistema de intermediación, que es de otro siglo y que produce un desequilibrio cada vez mayor en la parte más débil.

La solución la ofrecen los nuevos subsistemas de Inteligencia Artificial (IA) que pueden gobernar de forma eficiente producción y destino de los productos, sin intermediarios. Pero hace falta que ese sistema sea aceptado por la parte de la oferta y de la estructura de la demanda.

En un momento de debilidad democrática hay que buscar un nuevo equilibrio, en el que la sociedad civil tendrá un papel determinante y fortalecedor

Mirar a Bruselas con la vista puesta solo en el presupuesto creo que es un poco miope. Se tiene que mirar a Bruselas para la puesta en marcha de un sistema de Inteligencia Artificial (IA) con un desarrollo de la ética en sus algoritmos, para que hagan de puente entre la demanda y la oferta, desde el origen a los destinos. Un sistema que muy pronto estará coordinado con el transporte, también gobernado por la IA, en el que los camiones llevarán los productos sin la conducción física de un conductor, sino por la IA. Esto desarrollará vías de transporte adecuadas a estas nuevas tecnologías.

Cuando analizo a qué mundo nos dirigimos, observo con tristeza que las Administraciones Públicas en general van muy retrasadas. Por ejemplo, siguiendo con la visión de las vías de distribución, me surge la duda de si será mejor seguir revindicando el Corredor Mediterráneo, o la ampliación de las autopistas para la circulación con la Inteligencia Artificial.  Porque el mundo de la tecnología se está moviendo más rápido que la planificación de las inversiones.

La UE ya ha dado reconocimiento jurídico y responsabilidad a estos robots: responsabilidad personalizada en sus riesgos y responsabilidad civil en sus actuaciones. Ya no es una fantasía: estamos ante seres artificiales, controlados, pero que van a aportar nuevos beneficios, por los que van a pagar hasta sus impuestos y contribuir a la caja de las pensiones. Ese cambio que se está produciendo, ¿es a mejor?  Si no cambiamos las reglas de juego y dejamos que se apropie el contrario de este nuevo avance tecnológico, nos ganaran por goleada. Es por ello, momento de ver las nuevas reglas de juego con las que la IA sea la herramienta de un nuevo empoderamiento de los más débiles, y que la ética presida los algoritmos de su proyección. Es aquí donde las Administraciones Públicas tienen una misión que cumplir. Porque en el algoritmo hay que excluir todo beneficio no ético: hay que eliminar cualquier tentación de adjudicar todo el beneficio a una de las partes de la cadena.

Carles Ramió, en “Inteligencia artificial y Administración Pública” (Catarata) confía en que la IA nos llevará a la simplificación en los procesos, seguridad y una mejor comprensión. Pensemos en estados como Estonia -nos dice este autor- en los que están aplicando sistemas de IA y han conseguido que la gestión administrativa de abrir un negocio se realice en 18 minutos. Y un permiso de reunificación familiar con el cónyuge entre migrantes -que se demora en la Unión Europea durante uno o dos años- se pueda realizar en menos de un mes.

La simplificación llegará, así que será mejor aplicarla cuanto antes. Innerarity afirma que la simplificación de los conceptos políticos tiene que llegar también, para solucionar las disfunciones en la política. Para que se adapten a los conceptos que estamos manifestando, en una dinámica social muy compleja y que no explicamos lo suficiente a la ciudadanía, que no entiende la gran cantidad de transformaciones que se están produciendo.

Parece que no nos damos cuenta de que esas corrientes están haciendo que muchos naveguen como perdidos en una masa de estructuras inestables, de instituciones decadentes que van arrastradas por la corriente. Y por eso muchos ciudadanos se agarran a cualquier saliente para no ser arrastrados, llamando al constitucionalismo como piedra de salvación. Sin darse cuenta de que antes de hundirse, en su perdido camino, destruyen la débil democracia.

Saquémoslos cuanto antes a la orilla, y hagamos de los náufragos un nuevo apoyo para organizar la economía y sus procesos. Aseguremos la distribución de la riqueza para superar las reglas de reparto de otros siglos y que tanta pobreza han generado. Ya no será rico el que más tenga, sino el que mejor inteligencia posea. Y los países más ricos no serán los que más lechugas exporten, ni los que más turistas traigan a sus costas; los países ricos, estables y felices, serán los que más Inteligencia desarrollen. Corea del Sur, a la cabeza de patentes del mundo, va en ese camino; Estonia lo vio cuando asumió su independencia de Rusia; y otros muchos estados siguen por idénticos proyectos.

Conflictos actuales como agua, producción agrícola, medioambiente, educación, etnia, migración, género y tantos otros pueden tener mejor solución si los enfocamos con una nueva visión de inteligencia y de encaje social. No es utopía: es recuperar el control directo. Y ese nuevo compromiso de asumir lo que cada uno aporta en el proceso, puede hacer que producciones agrarias y cooperación recuperen el control de un espacio perdido y que arruina al sector. Es lo que nos aconseja Ramió cuando define a los Robots Meta-gobernadores, que con algoritmos y con una supervisión de la ética en los procesos, son los que dirigen, controlan y evalúan las organizaciones. Controlan y evalúan las decisiones y los resultados. Controlan y evalúan a otros robots privados y públicos y hacen las funciones de meta-gobernadores.

Estos robots, muy novedosos conceptualmente, permiten controlar y tomar medidas para que los costes de funcionamiento y de transición de los procesos en los sistemas complejos público-privados de la nueva gobernanza se suavicen. Estos meta-procesos se vigilan para que su algoritmo diseñado no genere discriminaciones. Aseguran la competencia y por consecuencia eliminan los oligopolios en la economía y evitan fraudes y evasión de impuestos. Estos robots son nuevos intervencionistas en el aparato estatal ya que vigilan y preservan la confidencialidad; y consiguen que las organizaciones y las formas de prestar servicios se beneficien. Con ellos, los productores, en el proceso recibirían la justa compensación por lo aportado, y eliminaríamos aquello que sobra en esta trama del complejo mundo de la intermediación. Es como el cooperativismo llevado a las fórmulas de la Inteligencia Artificial.

Es imprescindible empezar a debatir las ventajas de la Inteligencia y de la Ética en los próximos procesos de innovación. Ya hemos visto la situación de caos que vive el sector agrario, y ahora no creo que la mirada haya que ponerla solamente en los gobiernos y en la Política Agraria de la UE -que también- sino que hay que buscar nuevas soluciones, hay que pensar y transformar. Hay nuevos diseños organizativos, nuevas visiones para una gestión inteligente, y la innovación tecnológica como la que estamos impulsando desde la Cátedra Abierta Interuniversitaria para la Innovación y la Participación, pretende precisamente alcanzar una sociedad con mayor solidez y con instituciones públicas que no vivan desfasadas de casi todo.

No estamos ante la reforma administrativa funcional, ni de la Constitución. Estamos ante una reforma educativa del pensamiento innovador, que sepa gobernar con subsistemas muy inteligentes basados en la transparencia y la Ética. Ante las tensiones de hoy no perdamos el tiempo buscando culpables, porque siempre vencerá el más fuerte. Volquemos todos nuestros esfuerzos en ver quien aporta la mejor solución de un problema complejo, no la victoria de unos sobre otros.

Ante los problemas de esta sociedad compleja observamos la tendencia a responder restringiendo derechos; sin embargo, si abrimos los procesos, fomentamos la participación, actuamos con transparencia y aplicamos la innovación con inteligencia, encontraremos la forma de responder con sensatez a las cuestiones. Dando a cada uno su protagonismo, con nuevas organizaciones de la economía productiva y un equilibrio con el poder.

En un momento de debilidad democrática hay que buscar un nuevo equilibrio, en el que la sociedad civil tendrá un papel determinante y fortalecedor. La Inteligencia Artificial, la Transparencia y la Ética, todos juntos y aportando cada uno sus efectos, reforzaran los derechos y son una alternativa de innovación ¡posible!

Con inteligencia y ética