jueves. 28.03.2024

20 razones por las que no votaré el día 1 de octubre

referendum
  1. Porque no puedo. Soy catalán pero no resido en Cataluña, aunque me gustaría figurar en su censo para contar entre los abstencionistas.
  2. Porque el resultado del refrendo carecerá de efectos jurídicos. Tendrá efectos políticos pero no jurídicos, ya que está convocado por un gobierno autonómico que carece de competencias en esa materia y se celebrará al amparo de una ley que está suspendida por el Tribunal Constitucional.
  3. Porque está al margen de las resoluciones de la ONU, de la opinión de la Unión Europea (Comisión de Venecia) y porque su resultado, aun siendo positivo para los planes de los independentistas, no será reconocido por dichas instituciones.
  4. Porque no puede ser legal el resultado de un acto ilegal. Otra cosa es que estemos ante la deliberada ruptura del orden constitucional o, dicho con claridad, ante proceso revolucionario dirigido por la derecha catalana mediante una disimulada sedición.
  5. Porque el procedimiento para elaborar y aprobar la ley que lo ampara ha carecido de garantías democráticas (publicidad, informes preceptivos, tiempo para consultas y plazos para enmiendas, discusión, oportunidades a la oposición) y se ha llevado con prisa, secreto y con trampas, forzando el reglamento de la cámara catalana y normas establecidas en el Estatut. 
  6. Porque se ignoran las condiciones en que se ha de celebrar la consulta, imagino que elaboradas con el mismo sigilo que recorre todo el proceso y que se conocerán a última hora.
  7. Porque el resultado será irrelevante, dado que responde a una decisión ya tomada, que es la declaración unilateral de independencia 48 horas después de celebrado. Y han preparado una salida airosa: que basta la mitad más uno de los votos favorables, con una participación del 30 por ciento.
  8. Porque, contra lo propagado, los secesionistas no representan a Cataluña ni a la mayoría de los catalanes. En las últimas elecciones autonómicas (27/9/2015), que calificaron de plebiscitarias, obtuvieron el apoyo del 35% del censo, el 48% de los votos y el 53% de los escaños, pero en vez de aceptar el parco resultado del “plebiscito”, decidieron forzar la máquina y apretar el acelerador para alcanzar sus fines.
  9. Porque la mayoría parlamentaria obtenida -72 diputados (62 de JuntspSí y 10 de la CUP) sobre 135- no alcanza la mayoría cualificada de 2/3 que exige el Estatuto catalán y no parece una proporción aceptable para acometer un proceso que intenta fundar un país a partir de la segregación de otro. Y que no cuenta con el apoyo del 52% de los votantes.
  10. Porque no quiero contribuir a privar de su país a muchos catalanes que también se sienten españoles, ni colaborar en fragmentar España y dividir  Cataluña entre los buenos catalanes (secesionistas) y los malos catalanes (fachas, botiflers, vendidos, españolistas), que se sentirán extraños en la Cataluña homogéneamente perfilada que anhelan los nacionalistas.
  11. Porque no comparto el dictamen de que la movilización de la ciudadanía catalana se debe a una razonada desafección respecto a España, aunque reconozco el éxito obtenido por los nacionalistas en hacer creer que existe una ofensiva contra la lengua catalana, odio hacia Cataluña o un secular expolio de su riqueza a manos de españoles. Consignas como “España nos roba”, que tanto éxito tienen, tratan de exculpar el expolio de bienes públicos perpetrado por los gobiernos de CiU y encubrir a los ladrones locales,  pero están muy lejos de expresar los flujos económicos reales entre Cataluña y el resto de España.  
  12. Porque tampoco comparto el argumento de que la justa indignación de gran parte de la ciudadanía catalana por los negativos efectos de la crisis económica y las medidas de austeridad adoptadas para salir de ella, tenga su única causa en lo decidido “por España” o por “Madrid”, como repiten los secesionistas, dado que Cataluña comparte con el resto del país el mismo sistema productivo, el mismo modelo de crecimiento económico y padece, por ende, los mismos efectos. Y que, por estar vinculada a un sistema económico internacional, se ha visto obligada a aceptar, como el resto de España, las medidas dictadas por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional para salir de la crisis. En ese aspecto, tan culpable de ello es Mas como Rajoy.  
  13. Porque, como asalariado durante toda mi vida laboral, mi suerte ha estado ligada a la de los trabajadores en general, y por tanto a los resultados de sus reclamaciones y sus luchas, a su unidad y organización. Y en este proyecto, los trabajadores catalanes tienen poco que ganar y mucho que perder, si rompen sus lazos con el resto de los trabajadores de España. Incluso podrían ser utilizados como masa de maniobra contra ellos, en futuros conflictos.
  14. Porque como socialista utópico (en España sólo se puede ser socialista utópico), mi simpatía está con los que menos tienen, “con los pobres de la tierra”, como escribía José Martí en sus “Versos sencillos”, o con los “condenados de la tierra”, como los llamaba Frantz Fanon. Y en este aspecto lo que más me importa es la desigualdad, el injusto reparto de la riqueza producida socialmente. Por eso no quiero apoyar un nacionalismo de privilegiados, de ricos que no quieren compartir parte de lo que tienen con otras zonas de España que lo necesitan.
  15. Porque, como socialista doblemente utópico, la aspiración de alcanzar algún día un país más igualitario y socialista no pasa por separarlo en unidades menores para poder hacerlo antes, si ello fuera posible, pues la división más importante del país no está en las diferencias territoriales, sino en las diferencias de renta dentro de cada territorio. La tarea más importante para abordar las desigualdades entre españoles no es repartir territorios, sino repartir mejor la riqueza dentro de cada uno de ellos. Y eso no está en los planes de Junts pel Sí. Tampoco en los de Rajoy.
  16. Porque, aun reconociendo la legitimidad del sentir nacionalista, albergo un gran recelo hacia un proyecto político pergeñado por un banquero corrompido y seguido durante años por un partido implicado en graves casos de corrupción y despilfarro público, con sus sedes embargadas judicialmente, y que ha tenido que cambiar de nombre para sobrevivir.
  17. Porque rechazo la idea que obnubila las mentes de algunas personas de izquierda de que para sacar del gobierno de España a la derecha del Partido Popular, recortadora, privatizadora y corrupta, hay que apoyar a la derecha recortadora, privatizadora y corrupta de Cataluña. O de que para acabar con la monarquía hay que fundar una serie de pequeñas repúblicas.
  18. Porque no comparto la idea de que este país no tiene remedio, o al menos remedio todos juntos, y que la principal responsabilidad de ello recae en Castilla, tal como señaló Ortega en su España invertebrada: “Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho”. Con lo cual, la solución estaría en la disgregación por regiones (o naciones, para otros), buscando, cada una a su manera, un futuro más dichoso como país independiente.
  19. Porque como catalán, español y europeo, o como europeo, español y catalán, y teniendo en cuenta la situación actual de Cataluña, de España y de Europa (y del mundo), la secesión de Cataluña sería perjudicial para Cataluña, para España y para Europa.
  20. Porque en un mundo cada vez más interconectado (globalizado), donde las acciones de los actores (países, gobiernos, alianzas, corporaciones, empresas o grupos de presión) repercuten inexorablemente sobre el resto y donde los grandes actores imponen sus condiciones, la fundación de estados de pequeño tamaño favorece el poder de los grandes. Y no quiero favorecer tan desigual correlación.

20 razones por las que no votaré el día 1 de octubre