jueves. 18.04.2024

“BILLY” Torturas, impunidad, silencio

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El próximo martes 3 de noviembre se inicia el Festival de Cine de Sevilla, en su transcurso se estrena “Billy. Torturas, impunidad, silencio”, una película-documental del cineasta Max Lemcke, en la que he colaborado dando mi testimonio.

Reconozco que aún no he visionado el montaje completo, lo dejo para la emoción que ese día experimentaré en la sala de proyección de su estreno. Eso sí el dichoso coronavirus lo permite y si no desde casa telemáticamente.

Espero que sí, porque de alguna manera ese trabajo de Lemcke supone pagar una parte de la deuda que la sociedad española tiene con las gentes que sufrimos a ese siniestro personaje.

Antonio González Pacheco fue (digo bien porque el coronavirus se lo llevó el pasado mayo), un miembro relevante de la brutal Brigada Político Social BPS, que durante el tardo franquismo persiguió con saña a los demócratas que luchábamos para finiquitar aquel régimen de opresión y terror.

Su actividad se centró fundamentalmente en el ámbito universitario, aunque no sólo, donde se convirtió en una oscura leyenda como su apodo; “Billy, el niño”, supongo que debido a su forma aniñada y la crueldad que le caracterizaba.

La BPS cumplió el papel de perro de presa del régimen y allí se dieron cita policías profesionales que querían lanzar sus carreras, adictos a la ideología dominante y también psicópatas como “Billy” que disfrutaban haciendo sufrir, humillando a sus víctimas.

Su misión al ejercer sus interrogatorios y sus torturas, no fue tanto conseguir información como destrozar física y psicológicamente a sus víctimas. 

La película trata sobre eso y recoge los testimonios de una veintena de demócratas, entre ellos el mío que en diversas ocasiones he relatado en mis artículos, que durante los años setenta fuimos detenidos, interrogados, sufrimos malos tratos y torturas a manos de ese canalla.

Entre otros José María “Chato” Galante, al que las paradojas del destino  arrebató también el virus justo unas semanas antes que “Billy”. Víctima y victimario unidos por la pandemia, justicia a medias.

Ese día 11 de noviembre será uno de esos que se consideran históricos, porque quienes asistan a su visionado no solo estarán observando una pequeña parte de nuestra historia, también escucharán a quienes dejaron una parte de su vida para que ahora podamos disfrutar de esta democracia.

Un sistema imperfecto, defectuoso en algunos aspectos, con elementos a corregir, pero democracia al fin y al cabo.

No se hablará de gentes ya fallecidas, sino que serán testimonios en primera persona de víctimas vivas. Es probable que también hablemos en nombre de otras que no pueden hacerlo. En mi caso además de en “Chato” pensaré en Enrique Ruano.

Ojalá ese día acuda mucha gente joven, porque necesitamos que las nuevas generaciones conozcan lo que aquí ocurrió hace apenas 50 años.

Es probable que al ver y escuchar nuestros testimonios, puedan apreciar con nitidez las diferencias que existen entre la dictadura de la que disfrutó “Billy” y la democracia de ahora.

Les pediría que después extiendan por doquier su experiencia de ese día, para que más y más jóvenes lleguen a verla y escucharnos. Lo necesitamos, será así una  labor didáctica de higiene democrática imprescindible.

Entonces te perseguían, te detenían, te apaleaban o torturaban, por el “delito” de luchar por las libertades en nuestro país, por el sólo motivo de opinar diferente que el poder establecido.

Para ello utilizaron a sus perros guardianes de la BPS, a gentes como “Billy”, para garantizar su perpetuación.

Los que escucharéis allí, sólo y nada menos demandamos memoria, justica, reparación.

Memoria para que jamás se olvide lo que ocurrió, que quede en la memoria colectiva de nuestro pueblo, justicia para que quienes lo perpetraron de alguna manera lo paguen y reparación para que la sociedad, nuestros dirigentes, reconozcan el sufrimiento que padecimos.

Por ejemplo que la próxima Ley de Memoria Democrática recoja la retirada de cualquier condecoración o reconocimiento de quienes nos maltrataron y torturaron y en concreto de “Billy” a manera póstuma.

Desde estas líneas animo a que se acuda al estreno de “Billy” Torturas, impunidad, silencio” el próximo 11 de noviembre en Sevilla y que después se haga un esfuerzo para distribuirla en los cines y las televisiones a lo largo y ancho del país, con el fin de  que sea vista por la mayoría de la ciudadanía. Nos lo deben, nos lo debéis.

Que en este país nunca jamás existan torturas, ni impunidad, ni mucho menos silencio. El 11 nuestra voz retumbará como un grito a favor de todo ello.

Veremos…

“BILLY” Torturas, impunidad, silencio