jueves. 25.04.2024

El precio de la impunidad

A Aguirre le serviría como terapia reeducarse con alguna profesora de primaria en la Comunidad que presidió.

Bien por arrogancia, fallo en el análisis o carencia de espíritu democrático el partido creado por Manuel Fraga, refundado por José María Aznar, y comandado actualmente por Mariano Rajoy muestra la rabia del escolar que no ha realizado los deberes y calienta el mueble en las clases.  El ejemplo más claro: la ex lideresa.

A Esperanza Aguirre, le serviría como terapia reeducarse con alguna profesora de primaria en la Comunidad que presidió entre 2003 y 2012. Nada mejor para rehabilitarse, y así conocer con profundidad el daño que causó a la educación pública en sus dos mandatos y medio. Todo con el permiso de Manuela Carmena, quien ya anunció estar dispuesta a reinsertar a doña Esperanza. Aunque no quedó claro si se trataba de un reto de la próxima alcaldesa de Madrid, o simplemente un mero pasatiempo.

El caso es que  la presidenta del Partido Popular creía en la impunidad. ¡Cómo no! En 2003 llegó a la presidencia por el ‘Tamayazo’ con la promesa que nunca cumplió de poner fin a las listas de espera sanitaria. No lo hizo, pero ello no impidió hacer una enorme campaña institucional que afirmase exactamente lo contrario a costa de los de siempre. En 2006 afirmó no llegar a fin de mes por el salario de 8.395, 24 euros mensual. No recibió castigo. A estos hechos le siguieron las opciones Gürtel, y Púnica; los encarcelamientos de su íntimo amigo Gerardo Díaz Ferrán, y Francisco Granados, mano derecha de Aguirre; las sospechas sobre el presidente Ignacio González y el dichoso ático; el deterioro de la sanidad pública; la prostitución de la emblemática parada de Sol – sin ningún beneficio para los madrileños – ; la usurpación y hundimiento de Telemadrid…

Y así podríamos completar varios folios del pérfido gobierno regional. La guinda del pastel: la soberbia de Esperanza Aguirre.  Esta vez corrió en su contra. El abuso de autoridad con los agentes de movilidad, la pésima campaña basada en mensajes más propios de Hermann Tertsch o Federico Jiménez Losantos que de una aspirante al Ayuntamiento de Madrid. El sintético programa de un folio y  la soporífera alerta de convertirnos en lo mismo que hay 7000 kilómetros de la capital si no ganaba el PP en Madrid hicieron lo demás. O casi todo. Porque la condesa consorte no contaba con el  fuego amigo:  la filtración de su declaración de la renta, y el cheque que ingresó por valor de más de cinco millones de euros. La puntilla. Perdió, pero conservó la primera plaza. Con trampas, claro . Ahora Madrid se vio claramente perjudicada por las maniobras del gobierno central para negar el derecho al voto a los migrantes españoles. ¿Las razones? Obvias.

Y es que no estamos en 2011, y el mejor valor del PP corrió la misma suerte que Rita Barberá, Teófila Martínez, y María Dolores de Cospedal. Pagaron el peaje de la impunidad. Desde la eclosión del 15M ha dado lugar a  una ciudanía más consciente y madura, que en las opciones de confluencia ciudadana y Podemos ha hallado la manera de echar al partido de Mariano Rajoy de las instituciones. Esta nueva mayoría será estricta con los nuevos inquilinos. También con “el primer partido de la izquierda”, cuyos resultados empeoraron a los obtenidos hace cuatro años, pero que podrían gobernar hasta ocho comunidades.

¿Aguirre o Barberá podrían salvar el régimen del 78 si consiguen alumbrar el  “Frente del Centro Amplio”?  No cuela.  Quienes consideraron las comunidades que gobernaban como cortijos les tocará el retiro o el banquillo de la oposición. No habrá Tamayazo esta vez. Sí desfalco. Las trituradoras de papel harán lo demás.

El precio de la impunidad