jueves. 18.04.2024

Incertidumbre en tiempos de pobreza

Las bases de Podemos decidirán a instancias de su secretario general cerrar las puertas a una abstención que habría facilitado la investidura de Sánchez.

El pasado 8 de abril Pablo Iglesias volvió a golpear con fuerza el tablero de juego. Al igual que aquel otro viernes de enero, este nuevo agitar se debe más a los deméritos del PSOE que a la visión política y el descaro del secretario general de Podemos.

Resulta harto difícil para un partido arrogante con sus izquierdas desde el Congreso de Suresnes, cambiar abruptamente.  Más cuando comparte mesa y mantel con la formación a la que hace no demasiado tiempo Pedro Sánchez bautizó como: “Las Nuevas Generaciones del PP”.

Las bases de Podemos decidirán a instancias de su secretario general cerrar las puertas a una abstención que habría facilitado la investidura de Sánchez.  Llegado a este punto las posibilidades son tres: gobierno del PSOE con Ciudadanos - por la acción u omisión del PP -, investidura de Sánchez con el apoyo de Podemos, las Mareas, Compromís e IU-UP; o nuevas elecciones.

En definitiva, la gobernabilidad de España dependerá una vez más del partido del régimen del 78… y de la ambición de Pedro Sánchez por ser presidente. No sorprendería que en tiempo de descuento el secretario general del PSOE intentase seducir a su izquierda, o si otros agentes lo considerasen: capitanear una nueva versión adulterada y ligera de los Pactos de la Moncloa.

El PP se frota las manos con el tercer escenario: la celebración de elecciones. Sin duda su marco preferido desde la noche del 20 de diciembre.

Volvería a ser la fuerza política más votada y aumentaría su diferencia  con su perseguidor… Y con Ciudadanos.  El partido de Rivera nuevamente serviría de bisagra para el bipartidismo, posiblemente a la madrileña.

Ante el drama de un gobierno del PP causado por la repetición de elecciones, Podemos  y PSOE alimentan la guerra discursiva. En el campo de batalla, el sentido común dicta que un partido percibido como socialdemócrata por sus votantes jamás puede llegar a un acuerdo de gobierno con una fuerza neoliberal, pero aunque el PSOE no tenga los argumentos ante la opinión pública… Sí cuenta con los altavoces que casi siempre le han librado del castigo. Ejemplos no faltan. Cae en el olvido quiénes se asociaron a Felipe González en su última investidura, cómo llegó a Ajuria Enea Patxi López, o por qué Susana Díaz es presidenta de la Junta de Andalucía.

“Hemos hecho historia, hemos hecho presente y el futuro es nuestro”, expresó con aparente convicción  Pedro Sánchez tras conocer los resultados electorales. Entonces la corbata le apretaba menos, Podemos se quedó a 300.000 votos del sorpasso. “Una coalición de intereses ha intentado hacer desaparecer al PSOE, y no lo ha conseguido”.  Gloria  efímera para los mismos que festejaron que Eduardo Madina no entrase en el Congreso de los Diputados por la debacle electoral del PSOE en Madrid.  Así hace Sánchez de la necesidad virtud.

En la otra orilla, esta primavera Alberto Garzón dirigirá la renovación o refundación de IU. La XI Asamblea podría abrir un nuevo proceso que haga subir las mareas,  y pasar así la pelota de la confluencia al tejado de Podemos. Independientemente de tal hipótesis, si se repitiesen los comicios la formación morada deberá afrontar la  tentación de justificar la ausencia de primarias ciudadanas para elegir a los candidatos que vayan en sus listas.

Intrigas novelescas en nuestro tiempo contemporáneo de series. Y hasta entretenidas si no habitáramos en un país con más del 30 por ciento de pobreza infantil, y en el que si no lo remediamos a corto plazo ocho de cada diez niños  que hoy son pobres… no dejarán de serlo en el futuro. 

Incertidumbre en tiempos de pobreza