jueves. 28.03.2024

Investir y gobernar

psoe congreso 960

España no puede estar constantemente de campaña electoral. Ni puede estar en vilo por el solo problema de una investidura. Son muchos los problemas que hay que afrontar, y afrontarlos con urgencia. Y el problema de la investidura como tal no es más que un problema de trámite.

La clave no está en lograr la presidencia de gobierno, sino en establecer un gobierno que pueda desarrollar sus funciones no sólo con la solvencia de las personas que lo componen (hemos tenido y tenemos en funciones uno de los gobiernos con mayor solvencia personal de sus componentes, con dos o tres excepciones de su nómina). Hace falta también la estabilidad parlamentaria y de gobernación que nuestra situación merece.

Personalmente considero que el gobierno debe presidirlo Pedro Sánchez. Lo cual no impide que manifieste mi absoluta discrepancia con lo que expresó en el debate, y con lo que mantiene Eduardo Madina de modificar el artículo 99 de la Constitución en el sentido de que si no hubiere la mayoría adecuada termine siendo investido el candidato de la lista más votada. Comprendo la buena intención. Pero dicho artículo no es un verso suelto en toda la concepción de nuestra democracia que emana de la Constitución. Como una democracia proporcional, no mayoritaria. Y como una democracia en la que el Parlamento tenga una función crucial para respaldar, o para censurar, la gobernanza. En ningún sitio está escrito que el candidato de un partido minoritario sea incapaz de aunar el respaldo mayoritario suficiente no sólo para ser investido, sino incluso para gobernar con estabilidad.

Sería bueno pedirle a todos los partidos de izquierda y de centro de verdad, que -sin formar un gobierno de bloque- fueran capaces de formar un gobierno de progreso

Por tanto, creo que mi voto a Pedro Sánchez es para que gobierne, pero con el suficiente consenso parlamentario que le permita -inmediatamente de ser investido- sacar adelante unos presupuestos, y las reformas legislativas necesarias, y posibles en base a ese consenso, que modifiquen nuestra crisis social, que perdura a pesar del crecimiento, y como consecuencia al indebido tratamiento que se dio a la crisis financiera.

Y que permita afrontar el tema de la cohesión territorial de nuestro Estado, con una coherencia necesaria. Tanto el del desequilibrio social entre unas y otras Comunidades Autónomas, como el de la despoblación de la España interior, como el de la inmigración ya instalada en nuestro país, pero no reconocida (piénsese si a lo mejor no puede ser ese uno de los caminos frente a la despoblación), como el de Cataluña.

Pienso que el Gobierno que salga de estas elecciones debe afrontar todo esto. Y si para ello ha de generarse una coalición que lo afronte, fórmese, sin excusas, y sin ambiciones de cargos. Y si se forma, me atrevería a pedirle a PNV que esta vez no escurra el bulto y dé un paso al frente para participar en ese gobierno. Porque su papel puede ser importante aportando equilibrio de cara a uno de los problemas que hemos de afrontar con una buena capacidad de diálogo, como es el de Cataluña.

Sería bueno pedirle a todos los partidos de izquierda y de centro de verdad, que -sin formar un gobierno de bloque- fueran capaces de formar un gobierno de progreso. Ya que las amenazas que escuchamos el lunes en el debate entre candidatos, no solamente de suprimir las Autonomías, sino de romper España y resucitar entre los españoles enfrentamientos guerracivilistas, nos obligan a reaccionar con mesura, con mucha cordura, y con el reforzamiento de la convivencia, llegando adonde tengamos que llegar, siempre dentro de un contexto de unidad de nuestra soberanía, y de solidaridad entre los ciudadanos y los territorios mismos.

Acabando, en esto de la cohesión territorial, tanto con los fantasmas del miedo y de la ruptura, como con los esperpentos de la ruptura como fin.

Y esto que propongo lo considero válido y necesario, incluso aunque mi voto a Pedro Sánchez le diera la mayoría absoluta.

Investir y gobernar