jueves. 28.03.2024

Trascender la reforma laboral

Tras la salida de la crisis, sea cual fuere la forma que adopte dicha salida, no se volverá a la situación anterior a la reforma laboral...

Antonio Gramsci dejó dicho que «El movimiento histórico nunca vuelve atrás y no existen restauraciones in toto» [El cesarismo en Política y sociedad. Ediciones Península, 1977]. Este escrito forma parte de los Cuadernos de la Cárcel, concretamente de los importantes capítulos de Notas sobre la política de Maquiavelo que antecede al famoso El Príncipe. De esta idea gramsciana deducimos que, tras la salida de la crisis, sea cual fuere la forma que adopte dicha salida, no se volverá a la situación anterior a la reforma laboral, porque ésta no se concibió ni se puso en marcha en función de la crisis económica. El sindicalismo, pues, tendrá que reconstruir no restaurar. Una reconstrucción que será gradual y, posiblemente, de una gran complejidad. O sea, las cosas no serán tan fáciles como se desprende de una lectura cándida de la promesa del PSOE de abolir la reforma laboral cuando gobierne.

Esta promesa, ya anunciada por Rubalcaba, ha sido retomada por el nuevo secretario general de dicho partido. Y a ello deberá atenerse; y ello deberá serle recordado de manera continua. Ahora bien, lo que no nos ha dicho todavía Pedro Sánchez es la (aparente, sólo aparente) letra menuda. Es decir, si abolirá de golpe y porrazo todas las disposiciones normativas de la reforma laboral o lo hará de otra manera. Tal vez sea prematuro pedirle aclaraciones, pero no está de mal este recordatorio de ese juramento de santa Gadea.

Ahora bien, la promesa del PSOE está condicionada a gobernar. Lo que, a estas alturas nadie está en condiciones de prever. Más todavía, nadie sabe si, en el caso que gobierne, cómo estará el panorama; y menos, todavía, sabemos qué novaciones legislativas, substitutorias de la reforma laboral, se pondrán en marcha. En suma, que tras el prometido borrón y cuenta nueva hay muchas incógnitas que no pueden ser minusvaloradas. Eso sí, ahí está la advertencia de Gramsci: «El movimiento histórico nunca vuelve atrás y no existen restauraciones in toto». Y, por lo que sabemos de este hombre de gran formato, Gramsci nunca hizo concesiones a la galería, ni escribía al tuntún. Tenía todo el tiempo del mundo en la soledad de su celda carcelaria.

El sindicalismo confederal no puede estar a la espera de que se cumpla la promesa del PSOE. Quede claro: no digo que lo esté. Ahora bien, todavía no se ha definido un proyecto y un trayecto de largo recorrido que indique de qué manera se va a trascender la reforma laboral y sus nefastas consecuencias. Quiero decir que no existe un planteamiento orgánico que nos indique de qué manera, en la práctica, se va a superar ese entramado legislativo. Que no sea fácil, es cosa sabida. Pero eso no es un punto de llegada sino de salida.

Pues bien, acentuando la idea de que el sindicalismo confederal no puede estar en una posición atentista, queremos recalcar lo siguiente: precisamos un proyecto propio, autónomo. Que pueda servir para trascender la reforma laboral y recolocar al sindicalismo como eficaz sujeto reformador en el nuevo eje de coordenadas de esta fase de innovación-reestructuración de los aparatos productivos, de servicios (públicos y privados), de toda la economía; un proyecto factible y convincente para reconstruir un Estado de bienestar inclusivo de nueva planta: con nuevos derechos de ciudadanía social, dentro y fuera del ecocentro de trabajo.  Todo ello con las oportunas medidas legislativas de soporte y apoyo. Un proyecto que, en definitiva, sea un banderín de enganche. En síntesis apretada: la propuesta del PSOE es un estímulo, pero no es un modelo o, más precisamente, no puede ser nuestro modelo. Lo que, a decir verdad, no le quita importancia a aquella sino que la sitúa en su justo valor.

Trascender la reforma laboral