martes. 19.03.2024

Los restos de Cervantes y el rebuzno de la Botella

La cultura siempre es sospechosa. Lo sabe el alcalde de Alcázar de San Juan. Otro que ha rebuznado al borrar el nombre de Pablo Picasso de los jardines de dicha ciudad...

Vamos a, granadinamente hablando, dejarnos de pollas y entremos en la belleza y utilidad de la lectura del Quijote. Los restos de don Miguel que se los coma la señora alcaldesa de Madrid. De la que se puede decir que sí «ha rebuznado en balde»

Primera.- La ciencia no afirma con certeza que los restos analizados sean los de don Miguel de Cervantes; la alcaldesa de Madrid, testarudamente fodolí, afirma justamente lo contrario: ahí, ahí está lo que queda de Cervantes. De un lado, la incertidumbre, en esos casos, de la ciencia; de otro lado, madame Botella que dicta lo que le conviene.

Por otra parte, nos preguntamos si tiene sentido que en estos tiempos de recortes en todos los campos sociales y de la investigación científica se dedique un dineral para saber si los restos son de Don Miguel o de quien sea. Gentes del gremio de las letras (pongamos que hablo de un cervantista, don Francisco Rico, y de un gran poeta, Caballero Bonald) ha calificado esa operación como una «chorrada». Vale decir que si tal hubiera dicho un servidor le habría caído la mundial encima del colodrillo.

Segunda.- Este es un país chocante: el merecido encumbramiento de Cervantes choca con el bajísimo nivel de lectura y conocimiento del Quijote. Me apuesto lo que sea a que la alcaldesa fodolí lo tiene en la estantería de su casa y ni ella ni su marido lo han abierto. Por cierto, nunca entendí que tanta gente -cuando yo les recomendaba dicha lectura- me afirmaran que era un latazo. Se repitió tantas veces que llegué a pensar que era algo organizado poco más o menos. Y es que, en el fondo, Cervantes siempre fue sospechoso ante las gentes de la derecha garrula. Pues daba que pensar que un hidalgo pueblerino fuera un voraz lector frente a una aristocracia analfabeta; que un hombre del campo, Sancho, fuera una persona sentenciosa y prudente; que un cura de olla supiera de literatura. Que don Miguel, un hombre conservador, pusiera en boca de don Quijote el famoso Discurso de la Edad de Oro; que Sancho, gobernador de la Ínsula Barataria, apareciera como un “político” justo… eran cosas que la Inquisición no pudiera dejar pasar. (Sospechas que puede compartir la derecha garrula de hogaño). Y, peor todavía podían soportar la metáfora cervantina que la autoría del gran libro fuera atribuida al hallazgo de un moro, Cide Hamete Benengeli y no de un cristiano viejo.

Pero ya que era un disparate ignorar a Cervantes, la cuadratura del círculo se ha saldado históricamente por las derechas garrulas ninguneando el Quijote, especialmente las derechas destripaterrones. No hay nada similar en Italia con el Dante, en Inglaterra con Shakespeare ni en Alemania con Goethe, y no sigo…  En España se ha fomentado más la obra de don Marcial Lafuente Estefanía (que en Gloria esté) que a Cervantes.

Debo a un gran profesor de Literatura granadino, don Paco Lara, el amor al Quijote; don Paco nos recomendaba que cada dos o tres años leyéramos dicha obra. Paseando por la Carrera de las Angustias nos decía a un grupo de fieles: «Cada vez que lo hagan descubrirán algo nuevo y útil. Sobre todo si lo hacen con una cervecita en la Plaza Bibarrambla».

Yo les sugiero a todos ustedes lo mismo, hecha la excepción de la necesidad de la “cervecita”, pues don Paco nunca nos aclaró la relación entre el Quijote, la Plaza Bibarrambla y la cerveza. Y si pueden háganlo en la edición que comenta el gran Martí de Riquer o en las de su discípulo don Francisco Rico. Háganlo pausadamente, por ejemplo, un capítulo al día. Y de paso descubrirán que ciertas frases («con la Iglesia hemos topado», «ladran, luego cabalgamos» y otras) nunca fueron escritas por don Miguel.

Así pues, vamos a, granadinamente hablando, dejarnos de pollas y entremos en la belleza y utilidad de la lectura del Quijote. Los restos de don Miguel que se los coma la señora alcaldesa de Madrid. De la que se puede decir que sí «ha rebuznado en balde». 

Conclusión: la cultura siempre es sospechosa. Lo sabe el alcalde de Alcázar de San Juan. Otro que ha rebuznado al borrar el nombre de Pablo Picasso de los jardines de dicha ciudad, que ahora disfrazan la memoria del último alcalde franquista y jefe local del Movimiento. Nadie del Partido apostólico le ha llamado al orden. Otro y otros que no han leído el Quijote.

Los restos de Cervantes y el rebuzno de la Botella