viernes. 29.03.2024

O política o religión: dos monjas en campaña electoral

Dos religiosas han sido llamadas a capítulo por el Alto Funcionariado de la Iglesiacatólica, apostólica y romana.
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Rechazo ese dilema y, en su lugar, propongo el siguiente: Carmena o revienta

Dos religiosas han sido llamadas a capítulo por el Alto Funcionariado de la Iglesia católica, apostólica y romana: Teresa Forcadas y Lucía Caram, dos monjas tan mediáticas como en su época lo fue Teresa de Jesús. Sor Teresa es un torbellino anticapitalista hasta tal punto que algunas mitras, nacionales y extranjeras, han afirmado que es trostkysta. Sor Lucía es una fogosa publicista y comprometida activamente con las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña donde el de Nazaret dejó dicho lo que todo el mundo sabe. La primera no da cuartelillo ni al lucero del alba; la segunda es una amable versión urbana de Teresa de Calcuta. La Forcadas anticapitalista preocupaba en los dicasterios; también la Caram, a pesar de su ojeriza pública a la señora Ada Colau. Forcadas como expresión de la teología de la liberación; Caram con su activismo bipolar que enciende, por así decir, una vela a Dios y otra al Demonio a través de su compromiso de caridad con los pobres y no tiene empacho en apoyar la candidatura de Convergencia i Unió en la ciudad de Barcelona; eso sí, siguiendo el viejo dictado: que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha.  

Estaba cantado que, más tarde o más temprano, algún macho eclesiástico convocara a estas dos hembras de fuste para recordarles quién lleva los pantalones en la casa. Finalmente, la admonición ha sido clara: «o política o religión». Tres cuartos de lo mismo fue lo que le dijeron a Teresa de Jesús de una manera más agria: o campamento o convento. En ese lenguaje berroqueño no están permitidos los matices.

Sería absurdo afirmar que la Iglesia plantea en serio esto de «o política o religión», porque su historia es la intromisión en la política: unas veces de manera violenta, otras veces de forma ladina y marrullera. Hay excepciones en ello, que son sobradamente conocidas, también a lo largo de la historia. Pero esa relación de la iglesia con la política se ha hecho a través de la cruz de los pantalones, siempre ocultos por la sotana. 

De hecho, en tanto que organización vertical, reserva el monopolio de la opinión para su cúpula dirigente. De ahí su intolerancia contra cualquier forma de pensamiento, no sólo en materia religiosa sino civil. Y se muestra todavía con más encono cuando lo hace una mujer. O algo peor, un auténtico linchamiento como el que protagonizó el cardenal Cipriani (Lima) contra la monja Forcadas en agosto de hace dos años. O, lo que es lo mismo, el anatema como ´argumento´. Me imagino la ira de ese mitrado al enterarse de que tan díscola religiosa se postula para presidir la Generalitat de Catalunya. 

Ya veremos cómo acaba todo eso si estas dos mujeres mantienen el tipo: los tiempos no están para bravatas de los señores ensotanados. Ninguna de las dos tienen pinta de arrugar el tipo. Forcadas lo tendrá más crudo; Caram tendrá, en todo caso, el apoyo de la derecha nacionalista y sus franquicias religiosas.

Apostilla. Rechazo, pues, ese dilema: o política o religión; y, en su lugar, propongo el siguiente: Carmena o revienta. Dicho lo cual me sumo a los apoyos al hada Ada Colau
 

O política o religión: dos monjas en campaña electoral