viernes. 19.04.2024

A las nuevas autoridades locales y autonómicas: Primum vivere

Que el nuevo alcalde de Cádiz haya decidido comprarse un traje, ¿representa que se pasa de la simbología a una nueva fase?   

No ha pasado ni un minuto desde que las nuevas autoridades municipales y autonómicas tomaron posesión del cargo que las viejas derechas intentaron pasarlas por la piedra. Ni siquiera esperaron los cien días –no de cortesía, sino de prudencia--  de rigor para afilar cuchillos y navajas. Los casos más publicitados, aunque no único, son los de Madrid y Barcelona. Cualquier gesto de los nuevos es visto con mirada torva, denunciado con voz aguardentosa y propalado con espíritu torticero. Digamos con claridad que no se trata de irascibilidad política sino de otra cosa: es el profundo déficit –cuando no de carencia--  de democracia en los que han sido desalojados de las instituciones. La irascibilidad política puede curarse, en teoría, tomando tila; el déficit o la carencia de democracia no tienen remedio conocido, que nosotros sepamos. De manera que «paciencia, y a barajar», que dijo el clásico en la famosa cueva de Montesinos.

Las nuevas autoridades han dado visibilidad al cambio a través de una serie de actos simbólicos, de diverso calado, indicando que se ha pasado a una nueva fase: o sea, todo un mensaje a propios y extraños. Los resultados de las elecciones tienen estas cosas obvias. Lo chocante no es la oposición a tales cambios sino la sobreactuación machacona, histérica en las formas y ayuna en democracia en el fondo. No hace falta dar nombres, ahí están blandiendo la «fiel espada toledana» como el irascible Santiago Matamoros. Y en esa pugna contra los nuevos reaparecen los antiguos líos de catre: la convergencia barcelonesa entre viejos amigos; a saber, el aparentemente refinado Xavier Trias, ex alcalde de la ciudad, y el concejal collón Alberto Fernández, convergente el primero y apostólico el segundo.

Dicho lo dicho, planteamos con la misma claridad esta cuestión: los problemas, viejos y nuevos, de la ciudad y del territorio exigen que las nuevas autoridades pasen, de manera urgente,  de la estética simbólica a la fisicidad de los hechos. No impugno lo simbólico, recuerdo simplemente el viejo dicho: Primum vivere. Este «primun vivere» no es otra cosa que atender los problemas de la gente de carne y hueso que, sin lugar a dudas, pasan por delante de cualquier otra consideración. 

Es en este terreno donde fundamentalmente se consigue la mayor y más positiva relación con la ciudadanía y, por ende, la que consigue mayores agregaciones de personas a las instituciones y sus nuevos dirigentes. O, por decirlo con Gramsci, la que propone un «vínculo sentimental con la gente». En resumidas cuentas, hay momentos y situaciones en que la prosa tiene prelación sobre la poesía. Cierto, no hace falta decir que no son incompatibles. Pero ahí está ese jodido «primum vivere» para clasificar cuándo es el momento de una u otra cosa.   

Apostilla.- Que don José María González, Kichi para propios y extraños, nuevo alcalde de Cádiz, haya decidido comprarse un traje, ¿representa que se pasa de la simbología a una nueva fase?   

A las nuevas autoridades locales y autonómicas: Primum vivere