viernes. 29.03.2024

Izquierda Unida de Extremadura y el presidente viajero

La dirección federal de IU no ampara la posición de su franquicia extremeña. Lo ha demostrado repetidamente...

No consigo entender la posición de la dirección de la Izquierda Unida extremeña. Tiene todas las trazas de algo misterioso, y como se sabe los misterios no se pueden comprender; simplemente se creen sin más. Pero eso está fuera de mi alcance de no creyente o, como dicen algunos letraheridos, de increyente. No acabo de comprender que: 1) se emperre en mantener al PP en el mando de la Junta, 2) que no censure a su viajero presidente, 3) que mantenga en torno a estas cuestiones una postura de radical desacuerdo con la dirección federal de IU. Ahora bien, el terreno de la política –como es bien sabido--  está lejos (o debería estarlo) del de la teología donde caben los misterios. Por ejemplo, esta disciplina ha afirmado desde siempre que «Dios es indecible», pero sobre esa «indecibilidad» se han escrito toneladas de libros. Lo que no deja de ser algo misterioso. Como misteriosa es la denuncia de los dirigentes extremeños de IU sobre el caso del presidente viajero: «Es feísimo». Pero entiendo yo que esta es una postura estética y escasamente política. Digamos, pues, que afirmar que Fulano es «más feo que Picio» no equivale a censura sino a una descripción que, de paso, no traspasa los límites de los apaños, si los hubiere o hubiese. Pura achicoria.

Digamos, pues, que no hay misterio sino algo terrenal, algo que tiene fisicidad carnal. Voces, al parecer suficientemente perspicaces, afirman que hay entre la dirección de IU y el presidente viajero (y mendaz, por supuesto) un apaño por ciertos chicoleos –que no huelen a ámbar precisamente--  en la Caja Rural. La conexión de estos con la teología parece evidente: «También en los pucheros anda el Señor», según dejó enseñado doña Teresa de Ávila.

La dirección federal de IU, digámoslo con vehemencia, no ampara la posición de su franquicia extremeña. Lo ha demostrado repetidamente. Pero se ve impotente en extirpar ese grano. Dice que su carácter federal se lo impide. Entonces, la conclusión es clara: no hay federalidad en IU o su federalismo es limitado. Porque el federalismo comporta necesaria e ineludiblemente unas pocas normas generales obligatorias y obligantes para todos. Estas reglas vinculantes no pueden saltarse a la torera por quienes hayan aceptado formar parte de esa casa federal. Luego, entonces, si no existen dichas normas la dirección extremeña puede hacer lo que le venga en gana. Que no sea de recibo lo que le venga en gana es ya harina de otro costal. Mejor dicho es la harina de ese costal.

Cayo Lara, harto hasta la cruz de sus pantalones de la corrupción –y la del presidente viajero lo es también— ha planteado un remedio contra ese lodazal: que las actas de diputado, y de los cargos públicos, sean de titularidad del partido, no del electo. No comparto esa propuesta. Entiendo que no sería un remedio adecuado. Porque añadiría un poder desmesurado a los grupos dirigentes y en cierta medida la soberanía popular estaría en sus manos. Hasta cierto punto, sin embargo, es una propuesta entendible: el separado de sus funciones sería suplido por el que está en el banquillo; de esa manera, el partido y el grupo parlamentario no perdería ningún escaño. Se evitaría de ese modo que el interfecto se inscribiera en el grupo mixto. Pero ello no impediría que lo peor –esto es, el incremento del decisionismo del grupo dirigente--  campara por sus anchas en la vida institucional. No, estimado Cayo Lara, síga dándole vueltas a la cabeza: tire de su sabiduría castellano-manchega. 

Izquierda Unida de Extremadura y el presidente viajero