sábado. 20.04.2024

En busca del estabilizador perdido

Un fantasma recorre los titulares de prensa, las declaraciones empresariales y hasta las homilías episcopales: el del gobierno estable.

Un fantasma recorre las tertulias, los titulares de prensa, las declaraciones empresariales individuales y colectivas y hasta las  homilías episcopales: el del gobierno estable. La pasada Nochevieja en los cenáculos del poder, o sea en las cenas de los del  IBEX 35,  tras las doce cucharaditas de caviar se cruzaron unánimes mensajes llenos de deseos de un 2016 con mayores beneficios y un gobierno estable.  Hasta Artur Más, que lleva meses enfangado en la inoperancia más inestable e inútil, se había incorporado al coro con su demanda de gobiernos estables en Barcelona (que él ya no presidirá ni antes ni después de Marzo) y Madrid.  Aquel pobre, que en el antaño franquista toda mesa de bien debía contar como invitado, este año ha sido sustituido por un comensal reputado como dialogante estabilizador.  Porque ahora se trata de promover el diálogo, limitado eso sí a PP, Cs y PSOE. Pelillos a la mar con esos enfrentamientos electorales que sólo son el fruto de la necesidad de mantener la tensión del espectáculo. Vayamos jubilosos a por la gran coalición de partidos de gobierno o sea de partidos que se dejen gobernar por el poder de verdad: el económico.  Rivera y Rajoy ya han asumido el mensaje, aunque su entrega entusiastica, no puede ocultar el hecho de que entre dos no se puede conseguir lo mismo que entre tres, tanto en el sexo como en la actual situación política.  Y es que ya sea por coherencia socialdemócrata o ya sea por instinto de supervivencia Pedro Sánchez no acaba de sentirse cómodo en ese guión.  Bueno, cómodo, cómodo, debe sentirse en pocos sitios y ocasiones en su función de secretario general de un partido confuso por una crisis aguda de identidad , debilitado por una hemorragia continua de votantes y asediado internamente por sus baronías encabezadas por  Susana Díaz. Susanita tenía un ratón y Susana Díaz tiene una obsesión, ser califa en lugar del califa. Pablo Iglesias quiere ocupar con Podemos el espacio del PSOE y Susana Iznogud quiere dirigir un PSOE con cada vez menos espacio.  Susana Díaz, esa persona que cuando habla lanza piedras, especialmente contra los suyos o sus aliados. ahora se ha puesto a lanzarlas contra los que “quieren dividir España”, con el claro riesgo de darse a si misma. Porque lo que ella propone para España es mantener e incrementar su crisis.  Aunque a corto plazo sus palabras quieren ser también una auténtico alud de piedras que cierre el camino a un gobierno de cambio progresista, es decir a la posibilidad de una política de cambios, insuficientes pero necesarios, en lo social, lo económico y lo político., que nos encarrilara hacia la transformación democrática. Es esa una apuesta nada fácil, aunque el no de la CUP a Más puede ayudar, pero hay que empezar ya a atajar la tremenda desestabilización que sufre la mayoría de la sociedad en sus condiciones de vida.

La sección española de la internacional neoliberal levanta la bandera de una estabilidad que asegure la continuidad de su dominio. La misma estabilidad y dominio causantes del incremento brutal de la desigualdad, de la pobreza, de la precariedad en el trabajo, la vivienda, la salud, de la  y con todo ello de la inseguridad. Y es que la estabilidad también va por barrios y para la mayoría de la ciudadanía esa concepto significa garantía de sus derechos políticos sociales y laborales.

Por ello nuestra estabilidad exige la reducción drástica, la eliminación, de su inestabilidad.

Por ello hay que empujar hacia un gobierno de cambio progresista. El PSOE, Podemos y las candidaturas unitarias de izquierda tienen una responsabilidad, buscada y alcanzada en las urnas. A ellos les toca hacer realidad un gobierno de cambio progresista y a nosotros, dejar de especular y exigírselo activamente.

En busca del estabilizador perdido