martes. 23.04.2024

Las inclinaciones carroñeras como patología política

TEZ

Es en circunstancias difíciles donde mejor se puede conocer a las personas, en lo bueno y en lo malo.

Los psicólogos han estudiado los comportamientos que suelen darse en circunstancias especialmente críticas o de intenso estrés. Y la verdad es que la evidencia empírica y la experiencia histórica demuestra que en tales momentos algunas personas se dejan llevar por las inclinaciones más negativas de la personalidad humana. Algunos incluso, intentan sacar provecho personal.

La vida política, lógicamente, no es ajena a estos patrones de comportamiento negativo. Incluso cuando los propios protagonistas son conscientes de la mala impresión que causan conductas, actitudes y pronunciamientos negativos e hipercríticos, cuando todo el mundo espera compresión, colaboración y solidaridad.

En estos momentos las inclinaciones carroñeras de algunos (cada vez menos) solo pueden entenderse como una patología política, que todos debemos intentar desterrar

En España, la crisis del coronavirus ha permitido identificar este tipo de reacciones, con una secuencia de acontecimientos que ha dado lugar a que cada cual se retrate en lo mejor y lo peor de sus inclinaciones naturales (o habituales). Por eso se han visto actitudes y opiniones especialmente negativas y críticas, que pueden conducir a que los grupos y las sociedades como tal podamos quedar bastante perjudicados, en beneficio de unos pocos.

Los estudiosos suelen recordarnos que en los orígenes de la especie humana -homo sapiens primitivo- existía un cierto componente de carroñerismo oportunista, de forma que entre nuestros ancestros era frecuente aprovecharse de los restos dejados por otras especies depredadoras. Pero, aunque sin desechar este poso de influjo primitivo, lo cierto es que en casi todos nosotros existe un componente de humanismo solidario y positivo que nos hace contemplar con desagrado aquellos casos en los que aflora un componente carroñero en las conductas. Sobre todo, en el plano de las acciones sociales, políticas y de comunicación social.

El común de los humanos de nuestro tiempo tiende a esperar que en momentos de grave dificultad todo el mundo ponga su parte de esfuerzo y colaboración con las alternativas y propuestas de solución que se planteen, y no entiende que algunos líderes, tertulianos, partidos políticos y medios de comunicación social intenten sacar provecho político en circunstancias que causan mucha inquietud entre la población. Algo que se ha visto en las fases iniciales de la crisis del coronavirus.

Es difícil saber si a medio plazo los comportamientos hipócritas y las críticas de carácter carroñero que se han vertido contra el actual Gobierno de España -algunas de una hostilidad tremenda- podrán tener alguna rentabilidad electoral para aquellos líderes y partidos que han incurrido en comportamientos propios de esa inclinación carroñera. Pero, aunque puedan obtener algunos rendimientos derivados de la actual inestabilidad emocional en la que viven bastantes personas, el problema es que comportándose de tal manera pierden legitimidad política. Y yo creo que también credibilidad personal de cara al futuro.

En el curso de la crisis lo que va predominando -afortunadamente- es la colaboración solidaria y el espíritu cívico de la gran mayoría de la población, al tiempo que va aumentando el número de los líderes políticos y de los profesionales de la comunicación que entienden que ahora lo que toca es colaborar. Y, de cara al futuro, entender que para salir de una situación tan compleja como la que se adivina en el horizonte se requerirán esfuerzos de innovación positiva. Para lo que se precisarán grandes consensos y nuevas formas de comportamiento político colaborativo.

Por eso, precisamente, en estos momentos las inclinaciones carroñeras de algunos (cada vez menos) solo pueden entenderse como una patología política, que todos debemos intentar desterrar.

Las inclinaciones carroñeras como patología política