martes. 19.03.2024

El 20-D, vota por “las personas y la igualdad social”

Son malos tiempos para una mayoría de la ciudadanía, no sólo en recursos y empleo, también en justicia social e igualdad.

No está el país para triunfalismos ni más mentiras. Son malos tiempos para una mayoría de la ciudadanía, no sólo en recursos y empleo, también en justicia social e igualdad.

Por eso no se entienden las encuestas que barajan una nueva mayoría conservadora, máxime cuando, además, como apuntan diversos informes como los de Cáritas o los de la Fundación Alternativas, con este gobierno España sufre la mayor desigualdad social en su historia democrática como revelan algunas cifras sonrojantes en 2013 se llegó  casi al 27% de paro y todavía hay más de 4 millones de personas desempleadas. Hace cuatro años, 11,5 millones de personas se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión, ahora son ya 12,8 millones, un 27,3%. El índice de la miseria ha pasado del 22,2% al 33,6%. Y otro dato sangrante, en relación a la cobertura por desempleo, cuando más falta hace a las personas, se ha recortado del 80% al 54% actual. Esta degradación no ha sido paliada por el sistema público de protección social dadas las carencias con las que fue concebido y que se han agravado por los duros recortes. Y mientras la juventud sigue emigrando en busca de empleo: 32.980 españoles y españolas menores de 35 años sólo en el primer semestre de este año.

Tenemos elecciones a la vista. Algunos datos macroeconómicos vienen certificando una cierta recuperación del pulso económico del país, de su actividad productiva y comercial, que el Gobierno viene exhibiendo de forma triunfalista en el balance de gestión. En plena campaña proclama las ventajas de su política neoliberal y anima a seguir la misma hoja de ruta, eso sí, prodigándose en parabienes a la ciudadanía por el esfuerzo común (en realidad sólo el de las clases media y trabajadora), mientras sus ministros no paran de anunciar un futuro envidiable junto a Rajoy con miles de nuevos empleos.

Pero el Gobierno y su mayoría parlamentaria han dejado un rastro de intransigencia en una legislatura sin consenso (incluso en temas de Estado). Muchas imposiciones que a menudo han sido muy lesivas para las conquistas sociales y laborales, para la igualdad. Éstos últimos cuatro años han sido un período sombrío y también una oportunidad perdida para cambiar asuntos tan importantes como el modelo productivo, o impulsar el I+D+i, y reorientar las políticas medioambiental y energética.

Ha sido una etapa centrada en el déficit pero se han olvidado de las personas. El rescate con mayúsculas se conjuró, aunque sí se rescató a la sobredimensionada banca española a costa de más recortes a servicios sociales, educación, sanidad o dependencia.

Socializar las pérdidas privadas, las bancarias y también las eléctricas, son fruto de este período de gran concentración del poder político, concurrente con la oligarquía financiera y los intereses de las grandes empresas, que para ampliar sus beneficios ha perjudicado a gran parte de la ciudadanía, favoreciendo un fuerte incremento de las desigualdades sociales. Con gran injusticia se han exigido los mayores esfuerzos a quienes son menos pudientes a cambio de una débil recuperación económica amparada por la mejor coyuntura exterior (política del BCE, bajada del crudo y de materias primas, fortaleza del dólar, conflictos regionales que afectan al turismo…), la mayor precariedad propiciada por la reforma laboral y por unas leyes presupuestarias insolidarias. Con el actual Gobierno se ha recortado incluso el sistema de prestaciones, contribuyendo así al aumento de la brecha patrimonial entre las personas más ricas y las más pobres.

No está el país para triunfalismos ni para abundar en el reformismo de las políticas conservadoras. Un reformismo destructivo que en Educación no ha animado precisamente a soluciones integradoras ni igualadoras socialmente. En Sanidad se ha minado su universalidad y se ha instaurado el copago. Y para rematar balance qué decir del papel redistributivo de la riqueza vía una adecuada política fiscal más progresiva… ha brillado por su ausencia. En esta coyuntura las amnistías fiscales son una burla a la ciudadanía.

Muchas familias subsisten gracias a miles de pequeñas pensiones. Sin embargo, con este gobierno, el fondo de reserva ha disminuido 32.600 millones. Además con esta gestión neoliberal de la crisis las rentas del trabajo han disminuido a favor de las rentas del capital. Unos pocos han aprovechado la crisis como una ocasión ideal para enriquecerse mientras bajaba el nivel de vida de la mayoría, decreciendo por añadidura las cotizaciones sociales.

Frente a quienes se empeñan en seguir desmontando nuestro modelo social hay otras alternativas para restaurar derechos y ganar en justicia social.  Hay otras opciones para rescatar a la gente y fomentar el empleo y la igualdad. Tanto en sanidad como en educación deben recuperarse su universalidad y/o calidad, como también ha de asegurarse el principio constitucional a una vivienda digna, con más ayudas para afrontar pagos y evitar embargos, con viviendas públicas e incentivos al alquiler.  Por otra parte, en la recuperación de derechos perdidos la derogación de la reforma laboral es fundamental. Es necesaria otra alternativa de gobierno que combata la pobreza creciente, mejorando el poder adquisitivo de los salarios, incrementando sustancialmente el Salario Mínimo Interprofesional, ampliando la cobertura por desempleo o estableciendo una Renta de Ingresos Mínimos para las personas sin recursos, como la que promueven CCOO y UGT con la recogida de firmas para una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso.

Aunque también la desigualdad se extiende al sistema electoral español, en aras de una mayor igualdad, el 20-D la participación ha de ser masiva para apoyar a opciones políticas hagan planteamientos realistas a favor de un futuro social más digno, justo y solidario.

El 20-D, vota por “las personas y la igualdad social”