miércoles. 24.04.2024

Pasividad sindical

La clase obrera precisa que los sindicatos vuelvan a ser lo que eran y que defiendan sus intereses de manera contundente. Sin eso, estamos vendidos...

@joseangomhern | Hay personas de izquierdas, buenas gentes progresistas, que me acusan de cierta deslealtad por mi actitud y mis escritos críticos con los sindicatos. Yo no pienso que se trate de deslealtad, más bien de desencanto hacia esas asociaciones que deben ser el garante de la lucha obrera contra los abusos de los centros de poder hacia los trabajadores.

El día 3 de septiembre hemos conocido los datos del paro registrado en el mes de agosto. El gobierno del Partido Popular se queda con que el desempleo registrado ha bajado en 31 personas para sacar nuevamente el bombo y el platillo ante datos derivados de la estacionalidad, pero calla respecto a los números de la afiliación a la Seguridad Social, que baja en casi 100.000 personas y omite escandalosamente que sólo el 6% de los contratos firmados en agosto fueron indefinidos, es decir, que un 94% del millón de contratos firmados en agosto fueron temporales, precarios o en fraude de ley, tal y como hemos visto estos días: contratos de media jornada, con jornadas de 12 horas diarias y salario adecuado a las horas firmadas en contrato. ¿Esto es para que los palmeros del PP saquen las fanfarrias de plata para decir que Rajoy ha conseguido el mejor dato de empleo desde el año 2000? Claro que no. Pero son fanáticos y como miembros de la yihad genovesa destacan sólo el titular fácil olvidándose del análisis: el paro baja, esa es su capacidad de análisis.

El día 2 de septiembre la presunta ministra de Empleo, Fátima Báñez, reunió a los agentes sociales, sindicatos y patronal, para presentarles la Reforma del Sistema de Pensiones. Para el Partido Popular la palabra reforma es sinónimo de la palabra recorte o a la expresión recorte de derechos y ayer se inició el final del sistema de pensiones tal y como lo conocemos. Fátima Báñez tiene la desvergüenza de decir que no van a bajar las pensiones, pero ya ha propuesto un suelo de revalorización del 0,25% y desligar dicha revalorización del IPC. Por tanto, las pensiones van a perder poder adquisitivo. A todo esto se une el tan manido factor de sostenibilidad que no es otra cosa que la coartada para justificar la destrucción del modelo del Sistema de Pensiones.

Esto son dos ejemplos de cómo está la situación real del empleo en España. El Partido Popular está ejecutando unas políticas que son un ataque frontal a la clase trabajadora. La Reforma Laboral es la implementación en el BOE de muchas de las reivindicaciones de la CEOE. No se han generado políticas de creación de empleo sino que con la Reforma Laboral se ha legalizado la destrucción de un derecho que está recogido en la Constitución Española en su artículo 35: Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión. ¿Quién defiende a la clase trabajadora ante semejante ataque? En principio deberían ser los sindicatos, pero los sindicatos españoles están en Modo Zen y no aplican medidas de presión.

En un país con un gobierno autoritario y con su legitimidad de facto bajo sospecha, que ha impuesto una Reforma Laboral que retrotrae los derechos de los trabajadores a niveles de principios del siglo XX, que facilita el despido y que se ciñe a las pretensiones de la CEOE, los sindicatos principales sólo han convocado dos huelgas generales, la última el 14 de noviembre de 2012. Esa es la táctica equivocada. Ya pueden hablar Toxo y Méndez, ya pueden encabezar manifestaciones, que para Mariano Rajoy eso es un pedo al viento.

Los sindicatos son fundamentales para canalizar el descontento social y, como Mariano Rajoy no va a modificar su estrategia de implantar su ideología neoliberal y destruir el Estado del Bienestar, encabezar el estallido social. No es necesaria una huelga general indefinida, como piden algunos, ya que no tendría el suficiente seguimiento, pero sí es necesaria una escalada de huelgas sectoriales que acreciente la impresión de que España se encuentra en estado de emergencia. Todos los sectores están siendo maltratados por el gobierno del Partido Popular, por tanto, todos los sectores tienen reivindicaciones. Huelgas escalonadas, tanto en el ámbito público como en el privado. Ignorar los servicios mínimos si éstos son abusivos. La movilización de los trabajadores da sus frutos porque ataca donde más duele tanto al gobierno como a los empresarios. Un ejemplo lo tenemos en el tardofranquismo, cuando los sindicatos eran ilegales, pero tenían tanta fuerza de movilización que los empresarios negociaban los convenios colectivos con ellos antes que en el ámbito del Sindicato Vertical. Las huelgas políticas fueron fundamentales para lograr los derechos que ahora Mariano Rajoy y su gobierno nos quiere quitar. Por eso hay que retomar esa estrategia. Eso sí, los sindicatos también necesitan del apoyo de los partidos políticos.

Mientras Mariano Rajoy, Fátima Báñez y los palmeros mediáticos están atacando a la clase obrera, ésta duerme y no sale a la calle a reclamar justicia, a reclamar lo que es suyo y que este gobierno ultraconservador les quiere arrebatar. El Partido Popular le tiene mucho miedo a la calle, pero también tiene la seguridad de que no pasará nada ya que no hay nadie que canalice de veras el descontento popular. En este caso deberían ser los sindicatos. Sin embargo, en España tenemos unas organizaciones sindicales aburguesadas a las que se les debería caer la cara de vergüenza llamarse representantes de los trabajadores. Con la estrategia de destrucción de derechos de los trabajadores, con la Reforma Laboral y su recrudecimiento por el Real Decreto del 3 de agosto, unos sindicatos dignos de llamarse así hubieran quemado la calle, como hicieron en otros tiempos, como harían los sindicatos franceses o británicos. Me da mucha envidia cómo las organizaciones sindicales brasileñas sacaron a la calle a la ciudadanía por una pequeña subida del precio del billete de autobús y la presión hizo retroceder al gobierno de Rouseff. Aquí estamos con la estrategia de lucha obrera de la puntita nada más. Unas manifestaciones cada varios meses, cuatro gritos desde un estrado, un manifiesto y ya. Eso a Rajoy y su presunta ministra de Empleo se la trae al pairo. Sin embargo, con una lucha obrera real, con la calle ardiendo (pacíficamente si es posible y si hay violencia, ésta está legitimada) las cosas funcionarían de otro modo porque de este modo el miedo pasaría al gobierno. ¿Cómo es posible que no se hayan convocados más huelgas generales desde la del 14 de noviembre de 2012? Unos sindicatos serios y valientes ya hubieran convocado al menos 4, una por trimestre, y de más de un día. Pero no, estamos con la estrategia de la puntita nada más, de la negociación. Primero la movilización y luego, con la fuerza de la calle a hombros, a negociar. Como en la política, faltan líderes en los sindicatos.

La clase obrera precisa que los sindicatos vuelvan a ser lo que eran y que defiendan sus intereses de manera contundente. Sin eso, estamos vendidos. 

Pasividad sindical