jueves. 25.04.2024

Sexo y corrupción política

La abundancia de noticias sobre actos corruptos en España no suele venir acompañada de análisis rigurosos de su extensión...

Hace un par de años mi buen amigo Manuel Villoria y su colega Fernando Jiménez publicaron en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas un artículo titulado “La corrupción en España (2004-2010): datos, percepción y efectos”. El artículo empieza de la siguiente manera: “La abundancia de noticias sobre actos corruptos en España no suele venir acompañada de análisis rigurosos de su extensión, ni de sus características tipológicas o sus componentes estructurales”. ¿Importan la extensión de la corrupción y sus características? Pues depende. No es lo mismo si lo que uno se propone es combatir la corrupción que si lo que uno se propone es ganar dinero o poder político. Si lo que uno se propone es combatir la corrupción, es fundamental conocer su extensión y sus características para determinar qué recursos dedicar a ese combate y qué estrategia es la más adecuada. Ahora bien, si lo que uno quiere es acabar con “el régimen del 78”, por poner un ejemplo, entonces lo mismo le da que la prensa cuente cien veces el mismo caso de corrupción o que cuente cien casos de corrupción distintos. Lo importante, en ese caso, es que la gente esté muy indignada, y desde luego la corrupción es algo que nos pone a todos de muy mala idea. De modo que, si te preguntas por el número de casos y las características de la corrupción, te dirán enseguida que “estás tratando de relativizar el problema (y, además, me estás fastidiando el negocio)”. Y ahí ya no puedes seguir debatiendo, porque cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en tu contra.

Por otro lado la corrupción vende, ya sean páginas de periódico, minutos de radio o de televisión, y eso es dinero. Los periodistas te dicen: “lo cuento porque ocurre”. Y tienen toda la razón, lo que pasa es que también ocurren más cosas, claro que no son cosas igual de interesantes. A partir de datos de la Fiscalía, Villoria y Fernández encuentran unos 500 casos de políticos acusados por corrupción política durante los años investigados. Así que sobre un total de unos 70.000 políticos electos, estamos hablando de un 0,7%. Es decir, que de cada mil alcaldes hay siete que se corrompen. Pero claro, dónde va a parar. Esos siete dan para más portadas de periódico y horas de tertulia que los novecientos noventa y tres restantes con sus farolas, parques y guarderías infantiles. Y más si hay sexo. Si uno escribe «Granados “Operación Púnica”» en el buscador de noticias de Google, aparecen 3.850 resultados; pero si escribe «Monago viaje Canarias», aparecen 14.600 resultados, casi cuatro veces más. ¿Es más grave el caso de Monago que el de Granados? Uno de esos tertulianos que gritan y no te dejan hablar podría sostener que sí, y que no. Depende. Los jueces han demostrado tenerlo mucho más claro. De hecho Granados ya está en la cárcel, en tanto que Monago solo estará pasando mucha vergüenza, pero en su casa.

Es posible que algún cotilla, que al ver el título de este artículo buscara espectáculo, se sienta ahora víctima de una inocentada. En el pecado lleva la, espero que leve, penitencia.

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