jueves. 28.03.2024

Esteban y el lobo

González Pons dice que Rato fue elegido presidente de Bankia durante la etapa de gobierno de Zapatero y con su acuerdo.

Una vez le leí a José Luis de Zárraga que cuando un partido hace promesas muy alejadas de su ideología, la gente tiende a atribuírselas al partido cuya ideología concuerda tradicionalmente con esas promesas. De modo que si el PSOE prometiera una limitación en los derechos reproductivos de las mujeres, los votantes tenderán a atribuir dicha promesa al PP y si este hace una promesa de mejora de algún servicio del bienestar social, entonces los electores pensarán que esa promesa la ha hecho el PSOE. Así que, además de no mejorar tu resultado electoral, cuando te alejas de tus valores como organización política lo único que consigues es crear confusión.

Muchas personas se escandalizaron el pasado viernes al escuchar a Esteban González Pons decir que Rodrigo Rato fue elegido presidente de Bankia durante la etapa de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y con su acuerdo. Algún amigo me llamó para decirme: “no, si ahora la culpa de que Rato haya defraudado a Hacienda la va a tener Zapatero”. La verdad es que en una primera impresión uno tiende a creer que el señor González Pons ha llevado la broma demasiado lejos. Pero lo cierto es que esta vez, con sus palabras, González Pons no estaba tratando de ensuciar la reputación del presidente Zapatero. Antes al contrario, lo que está diciendo es que incluso un presidente de honestidad intachable como Rodríguez Zapatero no vio óbice para que Rodrigo Rato fuera elegido presidente de Bankia, aunque obviamente Rato no era el candidato de Zapatero. González Pons usa la honestidad de Zapatero para defender la honestidad del PP. Sorprendente, pero cierto.

Además, formalmente, González Pons argumenta la diferencia entre lo que Rodrigo Rato haya podido hacer en su etapa de Bankia y posterior con lo que hizo como ministro y vicepresidente de Aznar. Y también distingue con finura entre los posibles delitos de Rato y lo que él considera la bondad de sus políticas económicas. Y todo eso estaría muy bien. Lo que ocurre es que a González Pons le ha pasado lo que a los partidos que introducen elementos exóticos en su programa, y es que sólo genera confusión. El trazo fino y el bisturí analítico de ahora encajan mal con el brochazo y la motosierra que usa normalmente. Y uno tiende a pensar que González Pons nos está tomando el pelo una vez más, cuando en realidad está apelando a nuestra inteligencia y buen sentido. ¿Qué culpa tiene el PP, nos dice, de que años después de haber dejado de ser vicepresidente, Rato se haya presuntamente corrompido?

Durante mucho tiempo González Pons, pero no sólo él, viene usando la acusación de corrupción indiscriminada para acabar con sus adversarios políticos. Viendo lo fino que es ahora distinguiendo responsabilidades, cabe pensar que cuando acusaba a todos sus adversarios por lo que habían hecho unos pocos, era plenamente consciente de que estaba burlándose de la inteligencia de todos. Como en el cuento de Pedro y el lobo, ahora ve con terror que, después de despreciar tanto la inteligencia de la gente, ya nadie aprecia la suya.

Esteban y el lobo