sábado. 20.04.2024

Jordi Miralles no fue una excepción

Ya han pasado unos días desde el fatal 14 de octubre cuando mi compañera con voz temblorosa me dio la noticia.

JordimirallesYa han pasado unos días desde el fatal 14 de octubre cuando mi compañera hace unos años en el Secretariado de CCOO de Catalunya, Mercé Civit y también ex – diputada, con voz temblorosa me dio la noticia.

Ahora, una vez pasadas las emociones, me atrevo a escribir, y lo que sí quisiera transmitir en la excepcionalidad de la persona de Jordi es que no está ni será una excepción. Al contrario, la inmensa mayoría de personas que conozco y he conocido en el ámbito donde me muevo son de la pasta de Jordi, y pongo unos cuantos ejemplos:

  • Manuel Sousa, al que muchos trabajadores de Sant Adriá y de Badalona consideramos nuestro maestro: jamás aceptó ni sobornos de la empresa donde trabajábamos, ni tratos de favor. Murió como vivió, con humildad.
  • Cipriano García, que salió del Congreso como entró, por la puerta de delante y a la vista de todos.
  • Margarita Abril, que sacrificó todo por la lucha, desde la II República hasta su muerte.
  • Lluis Hernández, Alcalde de Santa Coloma de Gramenet, que residía ahora en las Hermanitas de los Pobres de Gràcia.

He puesto ejemplos de personas que ya no están, pero os pondré sólo uno más, que es la propia Mercé Civit. Entró en el Parlament procedente del Secretariado de la CONC, estuvo dos legislaturas y salió del mismo para volver a ejercer de trabajadora social en el Ayuntamiento de Viladecans, donde está actualmente.

Hay más, pero he decidido detenerme aquí, porque no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Esa estirpe de titanes de la que nos hablaba Miquel Martí i Pol, estas generaciones de personas que no las vamos a ver en ningún Consejo de Administración, ni en cargos ejecutivos de grandes empresas, esas personas que recibieron una educación que no se halla en los Másters, ni en las Universidades privadas, ni en los Colegios elitistas. Recibieron la educación del militante, de la persona que se entrega sin pedir nada a cambio al combate por la mejora de las condiciones de vida y  de trabajo, de las suyas y de sus compañeros. Que no entiende el progreso como el éxito individual, sino por los avances de su clase y del pueblo en general, que se escandaliza cuando para algunos la ética es algo prescindible. Esta gente la encontré mayoritariamente entre la militancia comunista, la del PSUC y la del PCC, pero también en otras militancias, todas ellas en la izquierda política y social. Es posible que haya personas que la hayan encontrado en otros ámbitos, pero yo la encontré aquí. Por ello, me escandaliza terriblemente y me subleva muchísimo una expresión utilizada por el Sr. Alberto Rivera, cuando habla de “casta”. Se refiere a trabajadores que renuncian voluntariamente a carreras profesionales, a progresar en la empresa por meterse en el Comité o en una Sección Sindical. Esta formulación atenta en primer lugar contra un colectivo, pero intenta enlodar trayectorias, como por ejemplo la de Jordi Miralles.

Jordi era capaz de estar en una sesión deliberadora de la ponencia del nuevo estatut, comer con “sus cocos” para que le contáramos las propuestas sindicales y ver cómo las podía articular en políticas públicas, verse por la tarde con dos o tres colectivos a los que atender  y, seguidamente coger el coche e irse a Calaf (a 100 km. de Barcelona) a constituir la asamblea local de Esquerra Unida i Alternativa, y a hablar con la gente del pueblo…y si el día siguiente era sábado, asistir e intervenir activamente en la reunión de su Comité Central…y todo ello sin dejar de conciliar su vida personal con su pareja, con sus padres…ése era Jordi Miralles, digno miembro de esa estirpe de titanes, porque lo suyo era del colectivo, ya fuese social, político o vecinal. No sé si algunos están a su altura en estos momentos.

Jordi, siempre estarás con nosotros, te recordaré mientras viva.

Jordi Miralles no fue una excepción