martes. 16.04.2024

Economía social y crisis

En el libro blanco de la Economía Social en España se afirma lo siguiente: “Este informe sostiene que las cooperativas o por mejor decir, los valores cooperativos de participación democrática y solidaridad...

La crisis últimamente ha golpeado de una forma brutal a las empresas FAGOR y EDESA, ambas pertenecientes al Grupo Mondragón, que quizá es el más importante en el mundo cooperavista en el estado español. Ello ha servido a ciertos grupos de presión económicos para lanzarse a afirmar que el cooperativismo no es una solución viable pàra salir de la crisis económica.

Más allá de los problemas concretos de gestión y también más allá de causas a tener en cuenta en situaciones concretas, vale la pena analizar que este tipo de declaraciones no son inocentes ni mucho menos. Tienen un recorrido y un fondo, que es que se llegue a la conclusión de que no hay vida más allá de los designios de los grandes grupos económicos y que todo lo que no sea economía capitalista al uso está condenado a fracasar en el actual contexto globalizador y financiero.

En el libro blanco de la Economía Social en España se afirma lo siguiente: “Este informe sostiene que las cooperativas o por mejor decir, los valores cooperativos de participación democrática y solidaridad o finalidad de servicio a los miembros y al entorno son el eje vertebrador de la nueva economía social”. Paralelamente la declaración de la Alianza Cooperativa Internacional sobre la identidad cooperativa señala que: “Las cooperativas están basadas en los valores de la autoayuda, la autorresponsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad siguiendo la tradición de sus fundadores, los socios cooperativos hacen suyos los valores éticos de la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación sociales”.

Ni que decir tiene que estos valores contrastan enormemente con las declaraciones y comportamientos del capitalismo financiero que hoy es hegemónico en las instituciones económico financieras, en las políticas diseñadas para los estados democráticos y en el tipo de relaciones sociales que hoy son hegemónicos: el individualismo, el afán de lucro y la elegía de la privatización: encontramos una conclusión demoledora al final de la película “El Capital” de Costa-Gavras, cuando el presidente del Banco lanza la alocución siguiente: “Vamos a seguir robándole a los pobres para dárselo a los ricos”.

Es cierto, no sólo de valores vivimos. Si a los valores no los acompañamos con una buena gestión, que se rija por los consensos establecidos, los proyectos colectivos fracasan, los intentos de socialización de la vida económica también y la burocratización es la antesala de la caída. Pero un sistema económico basado en la injusta distribución de la riqueza, en la ausencia de democracia y en la desresponsabilización de una parte importantísima de actores, lo que generará es más desigualdad, más injusticia, más insolidaridad y por tanto excluirá a una parte de personas que conforman grupos en la sociedad llamados “clases subalternas”, como canta Raimon. Esa es la diferencia entre modelos de empresa y economía.

La economía social hoy no es la solución a la crisis, no podemos hacer recaer sobre ella esta enorme responsabilidad. Pero sí es una de las vías de solución. La economía social, las cooperativas generan actividad económica no ficticia, fijan población en el territorio, no se deslocalizan, conservan tejido productivo, dan salida a colectivos difícilmente insertables, en definitiva ofrecen una vía de solución necesaria, estimulan el autoempleo colectivo. Obviamente deben funcionar como lo que son, empresas, pero con la característica que las define: La primacía de la persona y el objeto social sobre el capital.

Es por esta razones por las que algunos, en un intento de aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, a raíz de la crisis de Mondragón (Fagor-Edesa), han querido desautorizar el modelo, sin analizar otras cosas, como por ejemplo la crisis de la construcción, los niveles bajísimos de consumo y otras circunstancias de gestión empresarial más interna y que aquí no analizaremos por razones de espacio, pero también por otra razón: porque éste no es el motivo fundamental de la crisis. Son otros los motivos, pero esta ya es otra historia.

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