miércoles. 24.04.2024

Tendido cero para los “Borbones”

froilan
Fotograma de la entrevista a Froilán.

La Cadena “Antena3” de Atresmedia, con el entusiasmo de ofrecer “un sccop informativo” de interés nacional; ¡qué digo nacional!, internacional, ha vendido como “triunfo televisivo” una entrevista que su Excelencia don Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón (“Pipe” para sus amigos), hijo de Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia y de Jaime Rafael Ramos María de Marichalar y Sáenz de Tejada, nieto de los reyes eméritos Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias y Sofía Margarita Victoria Federica de Grecia y Dinamarca, ha concedido al programa “Espejo público” en las que ha pronunciado sus primeras palabras ante unas cámaras televisivas.

De la entrevista se ha hecho eco la “insigne y conocidísima periodista” Paloma Barrientos, en la también prestigiosa revista “Vanitatis”. La periodista, de su propia cosecha y profundos conocimientos de las realezas, ha añadido que, en la entrevista, “Pipe” no ha querido hablar de su vida sentimental, que “es -sostiene la prestigiosa periodista- un tema que interesa mucho a la sociedad”; y añade: “el hijo de la Infanta Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia y de Jaime Rafael Ramos María de Marichalar y Sáenz de Tejada, ha encontrado el amor en una joven llamada Marta a la que conoció a través de unos amigos en común”. Y concluye la periodista: “Aunque su relación va viento en popa, este verano para el sobrino de Felipe VI ha sido de lo más movidito, pues hace escasas semanas aparecieron unas fotografías de él en actitud muy cariñosa con una chica que, a pesar de que se dijo que era Marta -interesante scoop informativo-, era en realidad Mar, una íntima amiga suya; y aunque ella prefiere seguir siendo una joven anónima, Mar no ha podido evitar que saliesen a la luz sus orígenes familiares ya que su abuelo es el dueño de la empresa El Pozo”.

Según la importante revelación, la entrevista para “Espejo Público” se desarrolló este verano en Santander, en la habitación de un hotel en la que el torero Gonzalo Caballero se estaba vistiendo con el traje de luces. Además del “famosísimo entrevistador” - que se ignora quién era -, estaba presente Joaquín Monroy de la Peña, alias “Jacko”, un lotero convertido en su inseparable compañero; regenta (“monárquica palabra”) una administración de lotería, trabaja en la noche madrileña y es ex novio de una tal “la Pechotes”. Estas reveladoras declaraciones nos han dejado una serie de titulares de tal interés informativo que han desplazado otras noticias de la actualidad nacional e internacional, como la investidura de Rajoy, la dimisión de Soria, “las sandeces de Trump”, el ensayo nuclear de Corea del Norte, o los incendios en España…

En la entrevista el nieto mayor de los Reyes eméritos ha querido hablar de los toros, de los toreros y de la afición que existe en su familia a lo que él llama “cultura española, tradición y fiesta nacional”, con el fin de defender una de sus verdaderas pasiones: la tauromaquia. ¡Faltaría más! “De casta le viene al ‘galgo’ el ser rabilargo”.

Entre las sabias declaraciones sin desperdicio, el erudito joven, Felipe Juan Froilán, manifiesta: “Yo estaba en Estados Unidos cuando falleció Víctor Barrio. Llamé a mi madre porque ocurrió una anécdota de que Víctor Barrio fue a un puesto de Cáritas cuando estaba ella allí y le dijo que si iba esa tarde a Las Ventas le brindaría un toro. Mi madre fue y le brindó un toro y luego está la carta que le escribió mi madre a la viuda”. Y continúa: “Cuando leo los ataques a la familia de Víctor Barrio me da pena. Ante todo es el respeto ante un ser humano y el respeto a la cultura española que ha estado siempre en pie y, no sé, me da pena”. “Espero que haya un entendimiento entre los taurinos y los antitaurinos, que todo llegue a un acuerdo y se sigan respetando las fiestas nacionales que siempre han estado en pie. Yo siempre apoyaré las fiestas nacionales”. “Me gusta Alberto López Simón, me gusta mucho Enrique Ponce, y muchos más... Bueno, todos en general”. “Mi afición a los toros viene desde pequeño, de la familia. Mi familia siempre ha sido muy taurina y muy de apoyar la cultura y las fiestas nacionales”. “Mi abuelo, mi madre, en general toda la familia es muy aficionada a los toros”. Al fin y al cabo, son descendencia de María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga de Borbón y Borbón, Infanta de España, Princesa de Asturias, Princesa de las Dos-Sicilias y Condesa de Girgenti, conocida vulgarmente como “La Chata”.

Al ver una persona que, con los presupuestos del Estado, que pagamos todos los españoles (¡bueno, los españoles que pagamos!), se le ha educado en excelentes colegios privados, ha cursado estudios internado en el Reino Unido en el Condado de Sussex, y últimamente en un internado militar en los Estados Unidos…, hace tan transcendentales y profundas declaraciones no se puede dejar de admirar y agradecer lo bien empleados que han estado los recursos dedicados a su educación.

Hasta ahora, muchos españoles y la mayor parte de ciudadanos del mundo considerábamos que la tauromaquia era una práctica salvaje cada vez más rechazada y repudiada. Incluso -en un artículo anterior- tenía escrito y documentado que muchos intelectuales españoles han sostenido y mantienen que la tradición de los toros no constituye en absoluto parte esencial de nuestra identidad cultural y que, además, la tauromaquia ha contribuido a nuestro relativo retraso con respecto a otras sociedades europeas. Lope de Vega escribía: “No falta razón que esta fiesta bruta sólo ha quedado en España, y no hay nación que consienta una cosa tan bárbara e inhumana si no es España”. O Blasco Ibáñez, con inteligente ironía, decía: “Los hijos de los que asistían con religioso y concentrado entusiasmo al achicharramiento de herejes y judaizantes se dedicaron a presenciar con ruidosa algazara la lucha del hombre con el toro, en la que sólo de tarde en tarde llega la muerte para el lidiador. ¿No es esto un progreso?”, y añadía: “La única bestia en la plaza es la gente”. Y nuestro ilustrado Jovellanos, a finales del siglo XVIII, declaró que la lidia de toros era “una diversión sangrienta y bárbara”. O lo que decía nuestro compositor Pablo Sorozábal: “La tauromaquia, también llamada ‘Fiesta Nacional española’ me ha parecido siempre una monstruosidad, una repugnante salvajada”. O el Premio Nobel de Literatura José Saramago: “cuanto más indefensa está una criatura, más derecho tiene a que el hombre la proteja de la crueldad del hombre. Un animal no puede defenderse; si tú disfrutas con su dolor, si disfrutas con su tortura, si te gusta ver cómo sufre un animal…, entonces no eres un ser humano, eres un monstruo”.La tradición no es justificación de nada -sostiene el profesor Mosterín-. La tortura pública y atroz de animales inocentes (y además rumiantes, los más miedosos, huidizos y pacíficos de todos) es una salvajada injustificable, y como tal es tenida por la inmensa mayoría de la gente y de los filósofos, científicos, veterinarios y juristas de todo el mundo”.

Muchos españoles creíamos que la abolición de los festejos taurinos, la defensa de los derechos de los animales y la lucha contra su maltrato no era un capricho sentimental de unos cuantos ciudadanos sino una exigencia moral que todos deberíamos asumir, de modo especial, aquellos que se arrogan o representan las autoridad de las Instituciones, desde la Jefatura del Estado, pasando por el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Incluso como recoge y reconoce la Declaración universal de los derechos del animal, adaptada y aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en cuyas taxativas normas reconoce que “ningún animal será sometido a malos tratos ni actos crueles; que tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie; que el abandono de un animal es un acto cruel y degradante y que ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre”. Ayer mismo, el Parlamento canadiense ha reconocido que los animales son seres sensibles y por tanto “sintientes” y que los infractores de la ley podrán ser multados hasta con 250.000 $ canadienses. Y esta normativa ética para muchos millones de ciudadanos considerábamos que era el progreso.

Hasta ahora, muchos entendíamos que la cultura de un pueblo es múltiple y diversa; que cultura eran las formas de vida materiales, sociales e ideológicas de los pueblos, las sociedades y los grupos humanos, que comprende su lengua, su hermosa literatura, su música y su danza, su teatro, su pintura y arquitectura, sus amplias gastronomías… su rico patrimonio y su identidad, etc. Jamás creíamos que en la cultura estuviesen incluidas las salvajadas y el cruel maltrato de los animales por puro espectáculo, por muy “de luces” que se vistan sus “matarifes”. Muchos, ¡ingenuos de nosotros!, pensábamos que la abolición de los festejos taurinos, la defensa de los derechos de los animales y la lucha contra su maltrato no eran un capricho sentimental de unos cuantos románticos y sensibleros ciudadanos sino una exigencia moral que todos deberíamos asumir, de modo especial, aquellos que se arrogan o representan las autoridad de las Instituciones, desde la Jefatura del Estado, pasando por el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Pero veo que estábamos equivocados, la luz nos ha venido de las luminosas declaraciones de “Pipe”. ¡Que se callen Lope de Vega, Jovellanos, Blasco Ibáñez, Sorozábal, Mosterín, la UNESCO, la ONU, el Parlamento de Quebec y todos los miles de millones que están en contra de la tauromaquia!

Los que nos hemos dedicado durante gran parte de nuestra vida a la educación, a buscar las raíces de nuestra sólida cultura, al análisis filosófico y a la interpretación del pensamiento, lo que nos hemos mantenido fieles durante decenas de años a los principios republicanos, hemos entrado en crisis, y al igual que Ginés Jesús Hernández, ex papa Gregorio XVIII de la Iglesia del Palmar de Troya, que seducido por la ex monja palmariana Nieves Triviño ha abandonado la “tiara papal”, nosotros, seducidos también, por las documentadas revelaciones y el pozo de sabiduría que encierran las palabras del “nietísimo real”, el gran “Pipe”, nos sentimos tentados a abandonar nuestra fidelidad a la república y abrazar con fervor y entusiasmo los ideales monárquicos. Y como justa recompensa, proponemos que en todos los cosos taurinos de España (aunque creo que cada vez hay menos), se reserve el “tendido cero” a todos los Borbones que apoyan la tauromaquia y disfrutan con ella.

Tendido cero para los “Borbones”