viernes. 19.04.2024

Reflexiones para desmontar la política económica de Rajoy

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Si el político busca incrementar sus niveles de poder que le posibilite alcanzar sus objetivos y mantenerse en él, los ciudadanos, los pensionistas y jubilados buscamos encontrar y votar a esos líderes, a esos políticos que nos garanticen y faciliten una vida y una vejez dignas, sin promesas incumplidas

Uno de los impactos que nos ha dejado la crisis, aunque con desmedido optimismo Rajoy y su gobierno repitan que España está creciendo a un ritmo elevado por encima del 3%, es que, en promedio, “el conjunto de la ciudadanía española vive hoy peor que hace 12 años”; según advierten los datos de Oxfam Intermón en su informe anual “Una economía para el 99%”, la desigualdad social, lejos de mejorar, empeora; España se ha consolidado como el segundo país de la Unión Europea (UE), por detrás de Chipre, en el que más se ha disparado la divergencia de rentas y la desigualdad social.

La precariedad laboral que puso muy fácil a las empresas despedir a los trabajadores por causas económicas procedentes, facilitando al empresario la modificación unilateral de las condiciones de trabajo y la devaluación salarial promovida por la reforma laboral que aprobó un PP con mayoría absoluta en febrero de 2012, con el apoyo de la antigua CiU, elevó la proporción de trabajadores pobres (aquellos que, aun con empleo, no alcanzan unos ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas) hasta el 13,2%, el tercer nivel más alto de la UE, tras Rumanía (18,6%) y Grecia (13,4%).

Esa rebaja de ingresos se ha cebado en la parte más débil: la caída de la renta del 10% más pobre de la población ha sido más del doble: un 21%. Y aunque se ha corregido mínimamente durante el último ejercicio, en estos dos años de crecimiento económico, la desigualdad en España aumentó en 0,9 puntos. Los salarios han perdido peso frente a los beneficios empresariales y un creciente proceso de concentración de la renta entre el 10% más rico, al punto (y esto es un escándalo), los tres españoles más ricos amasan una fortuna igual que la que poseen los 14 millones de españoles más pobres.

En opinión de Oxfan Intermón existen dos dinámicas que se han retroalimentado para fomentar la desigualdad en España; a) en tiempos de crecimiento se priman los beneficios y las rentas del capital, mientras disminuyen, en cambio, los salarios y el empleo; b) el modelo tributario se asienta en figuras impositivas esencialmente regresivas y casi se obvian las rentas del capital al recaer el 84% de la contribución fiscal en las familias, frente a un 13% del sector empresarial. La conclusión es que el sistema fiscal español dese entonces recauda “mal” porque no prima la progresividad, y con menores ingresos públicos se ha invertido menos en servicios públicos dirigidos a las capas más débiles y desfavorecidas.

También según Oxfan, bajo el gobierno de Rajoy, y a pesar de las carencias que aún existen en España, en el último año 7.000 personas han pasado a engrosar la lista de millonarios (20 nuevos millonarios al día) y, mientras las tres personas más ricas han visto aumentar su riqueza en más del 3%, el 30% más pobre la ha visto reducida en más del 33%.

Estos son datos que recibimos y que Rajoy no puede desmentir. No todos los acontecimientos sociales pueden preverse; los indicadores de opinión pública correctamente interpretados nos permiten generar hipótesis adecuadas sobre escenarios futuros. ¿Podemos, pues, fiarnos de las promesas que en esta situación de temor electoral nos anuncia Rajoy sobre las pensiones? En mi opinión, no. En su obra “La espiral del silencio” Elisabeth Noelle-Newmann sostiene que “algunos justifican la manipulación de los datos, la mentira y el engaño en nombre de las buenas causas”; pero bien sabemos que la opinión pública no es autónoma, sino que es el resultado de los intereses de los sistemas del poder. Y si a pesar de los intereses del poder conocemos la dura realidad de la desigualdad existente y que “el conjunto de la ciudadanía española vive hoy peor que hace 12 años”, están más que justificados los movimientos reivindicativos que en estas semanas han salido a la calle para protestar contra la brecha salarial en las mujeres, contra ese miserable 0,25% de incremento para jubilados y pensionistas… El pueblo, hastiado, se ha plantado y le ha dicho a Rajoy: ¡Basta! He aquí algunas pinceladas más que culminan ese ¡Basta!

El domingo 18, en un programa televisivo dedicado a la vida de lujo, un director de hotel, en el que algunos acaudalados ciudadanos españoles se suelen alojar durante semanas de descanso y placer a más de 3.000 euros la noche, al describir la grandeza de sus suites y habitaciones, comentaba orgulloso: “Solo los dioses pueden entrar en estos cielos”. Entre esos dioses, nombraba a ciertos políticos, empresarios, artistas y futbolistas españoles “de cuyo nombre no quiero acordarme por dignidad y vergüenza”. Es evidente que en la sangrante desigualdad que existe en España, de la que se hacen eco todos los informes que analizan nuestra actual realidad económica, habitan muchos “dioses ciegos” que no ven la miseria en la que millones de españoles malviven o sobreviven.

En otra cadena televisiva, el sábado 17, vimos cómo se manifestaban cientos de miles de pensionistas y jubilados españoles en las calles de nuestras ciudades, reivindicando la subida de sus pensiones. Según Gestha, Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, 3,1 millones (el 32,6% de los pensionistas españoles) cobran por todas sus pensiones menos de los 8.200 euros al año -586 euros al mes en 14 pagas-, que delimita el umbral de la pobreza. Además, de esos 3,1 millones, el 60,4% son mujeres.

A la misma hora de las masivas manifestaciones, que auguran que el cuerpo electoral del PP se está quedando en los huesos, Mariano Rajoy aseguraba en Andalucía y Murcia que mientras esté en el Ejecutivo, el sistema de pensiones “se va a mantener seguro, y las pensiones subirán”, aunque dejando claro -con ese dubitativo “sí, pero no y no pero sí” que tanto utiliza- que “subirán lo que podamos”. Aclarando que “hará un gran esfuerzo, pero no podrán subir lo que no podemos”. Es decir, como Hamlet, en “duda permanente”. Eso sí, en un chantaje indecente, supeditaba y condicionaba la mejora a la aprobación de los Presupuestos generales, manteniéndose en sus trece y negando vincularlas a IPC y a derogar las desastrosas reformas del 2013.

Informaban ayer algunos telediarios que el tema de las pensiones preocupa a los miembros de Rajoy, pero no por las mismas razones que preocupan a los pensionista y jubilados; a éstos por el derecho de una vida digna después de haber trabajado muchos de ellos durante más de 40 años para garantizárselas; a Rajoy y a sus líderes porque les preocupa y mucho la estabilidad de sus cargos. Prisa se ha dado Rajoy este lunes pasado en lanzar un mensaje de calma a los cargos del PP ante las movilizaciones de cientos de miles de jubilados en la calle. Aunque en público Rajoy desprecia las encuestas, en privado las tiene muy en cuenta y sabe que su partido se la juega en las municipales y autonómicas del próximo año. El miedo a esa creciente sangría de negación del voto al Partido Popular por los pensionistas y jubilados les tiene en “un sin vivir”; piensan ya en las próximas elecciones y van a iniciar a hacer concesiones “a troche y moche”: la zanahoria de Montoro.

Traigo de nuevo las declaraciones del Gobernador del Banco de España, el cínico y poco empático señor Linde, que me recuerda esa comedia de enredo del siglo XVII de Agustín Moreto “El linde/o don Diego”; el personaje central es un vanidoso figurón que al final del enredo ve dañada su imagen al conocer que su dama Beatriz, es tan solo una sirvienta. En el último estudio presentando por el señor Linde, contabiliza la vivienda propia de los jubilados como patrimonio a tener en cuenta a la hora de acceder a las pensiones, y no precisamente para subirlas. Como en la última película dirigida por Buñuel, los jubilados y sus viviendas se han convertido en “Ese oscuro objeto del deseo” para hinchar las arcas de Montoro, en particular, y para el Gobierno de Rajoy, en general. Habría que preguntarle a tan respetable gobernador del Banco de España, no su opinión sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones, que ya sabemos qué “lindezas” ha dicho, sino qué opina sobre algo todavía más importante, sobre “el principio de igualdad ante la ley” que determina el artículo 14 de la Constitución del 78. Es decir, sobre el hecho de que determinados empleados del Banco de España, entre otros, el propio señor Linde, disfruten o vayan a disfrutar de pensiones de hasta el 100% de su salario gracias a una Mutualidad que se dotó en su día con dinero público para garantizar esos ingresos extra. Habría que decirle, como él a los pensionistas, que si tiene casa propia (imagino de alta calidad), que cuando se jubile, la venda y con la venta, sin pensión o con 600 euros al mes, ya tiene una “digna” pensión para su holgado disfrute el resto de su vida. Puede que este deseo sea “populismo”, pero es la “prueba del nueve” para que el señor Linde mida las sandeces que dice.

Según ha destacado el Defensor del Pueblo en el reciente informe presentado al Parlamento, “son necesarias medidas para redistribuir la renta ante el avance de la desigualdad; la desigualdad se ha agudizado en los últimos años debido a la aplicación de políticas públicas que han tratado de recuperar competitividad vía salarios; el mercado de trabajo español tiene características que potencian la desigualdad, como son la fragilidad del empleo, las elevadas tasas de temporalidad y la evolución de los salarios”. De no producirse cambios en las políticas redistributivas, el malestar social se acentuará, concluye.

El engaño de los economistas y de aquellos políticos cuya gestión la subordinan al crecimiento económico, es que sólo se quedan en la “macroeconomía”, ese conjunto de magnitudes colectivas o globales encargada de estudiar los sistemas económicos de todo un país. Se utiliza como una herramienta para la gestión política: con ella, políticos y economistas juegan y barajan con los datos como los tahúres, engañando a los ciudadanos; cuando el real interés de los ciudadanos es su “microeconomía” como agentes individuales consumidores: trabajadores, parados, viudas, pensionistas, jubilados... Lo que de verdad importa a la ciudadanía es cómo se distribuye ese crecimiento, esos activos financieros y cuánto de ellos “me corresponde a mí”. Como decía Hobbes, “la riqueza es poder”, incluido el poder político; de ahí que muchos dudemos de que en política el poder esté en el Parlamento o en la Moncloa; más bien parece estar en las grandes ambiciones del BBVA, del Santander, de La Caixa o de Bankia…: es “el poder capitalista de los bancos”, que viven (cocinan, trajinan, juegan e invierten) fundamentalmente de las comisiones que prestan con el dinero de los depósitos de los trabajadores.

Cuando teníamos asumido que la política y la democracia iban a resolver todos los problemas, por los que tantos ciudadanos y ciudadanas habían luchado contra la dictadura hasta culminar en la transición, apoyando una Constitución que garantizase nuestros derechos y libertades, descubrimos que éstos han ido sufriendo distintas suertes hasta el punto de que, en estos momentos, en un retroceso incomprensible, algunos de ellos se están perdiendo y hay que volver a luchar por reivindicarlos y conquistarlos de nuevo. Y surge la pregunta: ¿debemos organizarnos de nuevo, saliendo a la calle para cambiar una vez más la sociedad?; ¿se han esfumado esas ansias de cambio que representaron los movimientos plurales del 15M, como otro mayo del 68?; Si no fuese por el temor a perder las próximas elecciones, ¿es fiable la palabra de Rajoy y su gobierno? Las manifestaciones del 8 de marzo, las de los jubilados y pensionistas y las amplias manifestaciones que se están sucediendo así lo evidencian: ¡No le creemos!.

Si el político busca incrementar sus niveles de poder que le posibilite alcanzar sus objetivos y mantenerse en él, los ciudadanos, los pensionistas y jubilados buscamos encontrar y votar a esos líderes, a esos políticos que nos garanticen y faciliten una vida y una vejez dignas, sin promesas incumplidas. Y ni Rajoy ni su partido son ya nuestra opción.

Reflexiones para desmontar la política económica de Rajoy