viernes. 19.04.2024

Una proposición indecente

Según una de las máximas de Mahoma: “aprender un solo capítulo de la ciencia es cosa más excelente que arrodillarse cien veces en oración”.

Según una de las máximas de Mahoma: “aprender un solo capítulo de la ciencia es cosa más excelente que arrodillarse cien veces en oración”. En estos momentos postelectorales haciendo analogía de este “hadice” del profeta, habría que recordarle a Rajoy y a tantos cargos del partido popular que saber leer la realidad es cosa más excelente que manifestar más de cien veces, sin autocrática alguna, que han sido el partido más votado. Si, como muchos populares afirman, la sangría que han sufrido en estas elecciones les ha causado sorpresa es o porque no están en la realidad o porque no saben leerla y menos interpretarla; sorprenderse por los datos obtenidos es demostrar que carecen de capacidad de anticipación y previsión: ¿dónde están sus “gurús”?, ¿para qué tienen, con buenos sueldos y cada vez más numerosos, tantos asesores en todas las instituciones que gobiernan? El oráculo de Delfos, la sibila de Cumas o los augures y arúspices romanos vaticinaban mejor el futuro que todos los asesores y “pedros arriolas” que tienen Rajoy, sus presidentes autonómicos y alcaldes y, sin duda, con menor coste para el erario público. Si Rajoy y sus líderes no han estado a la altura de las expectativas, alguien se lo tiene que hacer ver: hay que decirles que carecen de credibilidad y de empatía; ven "enemigos" por todas partes y consideran enemigos a todos los medios que les critican y a los ciudadanos que no les aplauden.

No sólo en la campaña sino también en las declaraciones postelectorales, la mayor parte de sus candidatos han actuado como el orador de aquella viñeta de Chumy Chúmez, publicada en la portada del semanario Hermano Lobo, allá por 1975; representaba un mitin; el orador, subido al estrado y, enardecido, gritaba a la multitud agolpada a sus pies: “¡O nosotros o el caos!”, Los congregados, unánimes, le respondían: “¡El caos, el caos!”. A lo que contestaba el orador: “El caos también somos nosotros”. Al caos actual protagonizado por los populares no le pueden suceder más caos, más fracaso y mayor frustración.

Desde que la realidad les ha dado un “zasca” en las narices, perdiendo a chorros apoyo popular, repiten como lelos: “No hemos sabido comunicar”. En realidad no es que no hayan sabido comunicar, lo que no han sabido es decir la verdad. Se agazapan, se encastillan en sus propias mentiras y las repiten tanto que hasta ellos mismos olvidan que lo son. Tampoco es que no se hayan sabido explicar y por eso no les hemos entendido; todo lo contrario, les hemos entendido demasiado bien.

Cuando un partido no ha sabido ni leer ni menos entender lo que le ha sucedido, lo que debe hacer es iniciar una profunda regeneración interna, empezando por su propio presidente. Importantes cargos del PP lo han comenzado a manifestar ya alto y claro. Una de sus diputadas, con cargo en FAES, Cayetana Álvarez de Toledo, escribía hace días en ABC: “Peor que la derrota ha sido la reacción ante ella” -señalando claramente a sus dirigentes-; “El paisaje popular es hoy un campo arrasado donde no quedan referentes activos (…) El problema del PP no es su comunicación sino su falta de proyecto (…) Un nuevo PP necesita un nuevo liderazgo. El Partido Popular no comenzará a recuperarse hasta que su dirección no reconozca de forma explícita la verdad…” Dada su ceguera e incapacidad para atisbar el futuro no tienen relevo en el banquillo, ni han preparado sustituto y ninguno de sus barones quiere quedar marcado en estas circunstancias en vísperas de una más que probable derrota en otoño. Y se preguntan acartonados, intentando defender a Rajoy: ¿Quién si no? Están tan desnortados que, de cara al exterior, repiten como Amaral, “sin él no somos nada”, cuando en realidad “él” es la nada.

Con aquel “váyase” que repetía en otro tiempo “ese” señor de la grandilocuencia impostada, presidente de FAES y “amigo de Bush”, hoy muchos repetimos: ¡Váyase, señor Rajoy! No necesitamos ni leyes de seguridad ciudadana, ni leyes moradaza ni gobiernos de concentración, ni siquiera esa pobre recuperación que tanto cacarea; lo que necesitamos es que “se vaya”. Desde su “¡Luis, sé fuerte!” es usted un cadáver político... Cada vez tenemos más claro que no entiende nada de lo que pasa en la calle. Ha estado más preocupado por cuidar su imagen y salvar sus cargos que en pensar en la gente y solucionar sus problemas. Su lema ha sido, y así lo han entendido los electores: “Nosotros primero, después los ciudadanos”.

A muchos dirigentes del Partido Popular, si tenemos en cuenta algunas de sus estentóreas y extemporáneas declaraciones, “se les ha ido la olla”. El paralelismo de la ex ministra de Aznar Ana Palacios haciendo referencia a un mundo de nostalgias, señalando a Ada Colau o Podemos, como si pretendieran conducirnos a una arcadia comunista feliz o un ISIS nostálgico del siglo XI, es un claro ejemplo de desvarío político y mental.

Pero el colmo del desatino, como no es infrecuente, lo ha protagonizado Esperanza Aguirre ofreciendo, a salida “por día”, propuestas variadas de gobierno para la alcaldía de Madrid; primero, un gobierno de los partidos de “centro”, o como ella explicitaba: centro izquierda, centro-centro y centro derecha, descartando a Ahora Madrid; después, un gobierno de concentración, pero excluyendo los “soviets locales de la señora Carmena”; al otro día, donde “dijo digo dice diego”, desdiciéndose de lo dicho porque no se había explicado bien. La señora “del tamayazo”, como diagnosticaba en el Programa “El Intermedio” el doctor Carlos Fernández, psicoanalista del Grupo Cero, se encuentra en un estado de enajenación mental fuerte aquejada por el síndrome de omnipotencia de las ideas al creer estar en posesión de la verdad; no aceptan la realidad de los hechos, cayendo en situaciones delirantes. Esperanza Aguirre no sólo ha perdido el Ayuntamiento de Madrid sino también el juicio; o, como suavemente se expresó Manuela Carmena: “con una pataleta de niña caprichosa”. No creo yo, sin embargo, que haya sido sólo una pataleta; esta señora y la derecha consideran que tienen un derecho patrimonial del poder; utilizan engañosamente el término “estabilidad”, pues están “convencidos” de que el poder y el gobierno, si ellos no lo detentan, es inestable. La prueba está en que altos dirigente el PP (el ministro del Interior o su portavoz Rafael Hernando, p. ej…) al día siguiente de las sandeces de Aguirre se hicieron eco de estas propuestas intentando extender estos pactos de concentración a todo el panorama político.

¿Cómo se le ha podido ocurrir a la condesa de Bornos y a algunos dirigentes del PP al apoyar su propuesta que, en estos momentos, los votantes de izquierdas (PSOE, IU y los colectivos y Mareas entre los que se encuadra Podemos) podrían entender y aceptar la posibilidad de llegar a algún acuerdo o pacto con el Partido Popular?; creo que ninguno lo aprobaría; ignoro si lo hará Ciudadanos con su calculada y diletante ambigüedad; ellos y sus votantes sabrán a qué se exponen. Pero de lo que sí estoy seguro es que ningún votante de izquierdas, de llegar a pactar con los populares, se lo perdonarían en las próximas elecciones.   

Recuerdo una película dirigida por Adrian Lyne en la que el matrimonio de David y Diona Murphy (Woody Harrelson y Demi Moore) lleva un tren de vida bastante elevado hasta que su situación económica peligra; agobiados por las deudas, deciden probar suerte en Las Vegas, pero no será en el juego donde hallen su recuperación sino en un adinerado multimillonario (Robert Redford) mediante la oferta de una proposición indecente.

Escribe Virgilio en el verso 312 del libro VII de la Eneida: “Flectere si nequeo superos, acheronta movebo” ("Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, acudiré a los de los infiernos"). Esperanza Aguirre y algunos populares están tan desorientados que no han dudado en recurrir a una proposición indecente más allá de lo razonable para mantenerse en el poder. En política no todo vale. No sé quién es el autor de esta frase, pero la comparto: "Los políticos, como los pañales, se deben cambiar con frecuencia, ambos por la misma razón". Y ustedes, señora Aguirre o señor Rajoy, llevan ya demasiados años en la política, y lo más triste, a mi juicio, es que aspiran o aspiraban a perpetuarse.

Una proposición indecente