viernes. 19.04.2024

El “gen cainita” del PSOE

Richard Dawkins inicia su estudio “El gen egoísta” con esta categórica afirmación: “Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células”.

Con parecido título encabezo este artículo ante la destructiva y suicida situación que se está produciendo en el PSOE. Resulta desolador contemplar cómo ese partido más que centenario y vertebrador de la política de España se hace el “harakiri” político… Sostenía Bertrand Russell  que “a la guerra se llega por razones de gran complejidad, pero a veces se justifica por razones espúreas, de escasa importancia y miserablemente personales. No la termina y gana quien tiene la razón, sino quien se queda”.

En estas circunstancias un numeroso grupo de buenos analistas de Nuevatribuna están contribuyendo a la reflexión sobre la incomprensible escisión socialista; con el presente artículo me sumo a la reflexión y análisis, no porque vaya a mejorar lo que ellos han escrito o irán escribiendo sino por ayudar a desenmascarar y neutralizar a aquellos que se han aupado a la campaña en la que está empeñado el grupo PRISA y otros medios (García Biel la titula certeramente “el golpe de los tahúres”) con el fin de conseguir -no es otro el deleznable objetivo por más que lo quieran maquillar- la abstención de algunos diputados socialistas en una nueva investidura de Rajoy, al que habría que dejarle gobernar por “razones de Estado” nunca bien explicadas, pero que casi todos sobrentendemos. Recomiendo, entre otros artículos de NT- ni son los únicos ni los últimos- “Un golpe al PSOE, un golpe a toda la izquierda” de Héctor Maravall, “Marco Bruto González Márquez” de Moncho Rouco, “La hora de la verdad en el PSOE” de Pedro Díaz Olazábal, “En defensa de Sánchez” de Cándido Marquesán o “¡Más madera, es por el bien de España!” de Juan Antonio Molina…

Los que somos espectadores, pero fieles votantes socialistas, al contemplar esta descarnada fractura, nos peguntamos cuáles son las causas, quiénes los responsables y qué fines pretenden. En su obra La marcha hacia la locura, Bárbara W. Tuchman se pegunta: ¿Por qué los políticos se empecinan en políticas contrarias a sus intereses cuando existen alternativas? Para la autora existen cuatro tipos de políticos incapaces, generalmente combinados: los tiranos, los ambiciosos, los incompetentes y los insensatos; todos ellos, en desigual combinación, realizan siempre una política insensata contraria a los intereses de los ciudadanos a los que gobiernan. Y qué considera una “política insensata”: la que es percibida como contraproducente si tiene una vía de acción alternativa y factible y si la realiza un pequeño grupo con poder al margen de los intereses del colectivo al que representa.

Y en el PSOE hasta ahora todo podía decirse y realizarse por sus dirigentes y barones excepto lo que en la película Thelma y Louise” llevan a cabo sus protagonistas: precipitarse al vacío; es decir, conducir al partido hasta su destrucción. Da la sensación de que lo que muchos socialistas e importantes medios de comunicación (EL PAÍS les abandera) pretenden es conseguir echar a Sánchez y apoyar un gobierno del PP con Rajoy a la cabeza. De ser así, como define Bárbara W. Tuchman, una parte de los políticos socialistas habrían iniciado “esa marcha hacia la locura” de la insensatez y el PSOE habrá iniciado un descenso sin fin hacia la irrelevancia como partido útil de la clase trabajadora y de la España plurinacional diversa en la que vivimos.

Es sorprendente que, en momentos en los que el silencio de algunos líderes socialistas era necesario y obligado para no remover más las aguas fangosas de la escisión -la dolorosa situación lo requería- hayan optado en cambio por desmelenarse y estar a tortas en los medios y en las calles. ¿No hubiese sido sensato esperar a que en el Comité Federal del día 1 de octubre, en el que sí está representado todo el partido, se analizasen con responsabilidad los problemas urgentes? ¿Cuáles eran las razones para tanta “prisa” (“Prisa”, ¡qué coincidencia!) No considero disparatado pensar que la razón oculta haya sido con el fin de evitar un Comité Federal en el que estarían en minoría los hoy llamados “críticos” y en el que podrían perder de nuevo una votación de “NO a la investidura de Rajoy”, o unas primarias que podrían confirmar a Pedro Sánchez como secretario general y un Congreso extraordinario en el que la militancia tal vez apoyaría de nuevo su línea política.

Resulta carroñero el periodismo de La Razón al insertar hoy un artículo de Tomás Gómez, uno de los firmantes de la rebelión, titulado “No mentirás”, en el que sostiene que “hasta en el último rincón del país se sabía que el Sr. Sánchez solo tenía una preocupación: seguir al frente del PSOE, y que lo estaba intentando por todos los medios. Para ello había tejido una maniobra que consistía en identificar a todo el que quería un cambio en el liderazgo del PSOE con un colaborador del Partido Popular”. He estado en muchos “rincones y plazas” y ni yo ni miles como yo lo sabíamos. Al margen de esta ironía, lo que sí sabíamos es que él era y es un indisimulado resentido; no ha encontrado mejor plataforma para demostrarlo que la plataforma y altavoz de ese libelo amarillo que dirige el señor Marhuenda.

En este contexto hay que preguntarse: ¿a quién ha engañado Pedro Sánchez? No a los votantes socialistas que sabemos que tanto en la legislatura anterior como en la actual el Comité Federal PSOE fue quien fijó en una resolución aprobada la posición socialista del NO ante la investidura de Mariano Rajoy; dicha resolución prohibía que se permitiera gobernar al PP. Ninguno de los barones ni diputados defendió entonces la posibilidad de la abstención. Nadie discutió la decisión del Comité Federal, ni siquiera el ínclito parlanchín de Fernández Vara. Ha sido un NO es NO reiterativo con el que está de acuerdo la mayoría de votantes socialistas para no investir a ese muermo de Rajoy, que representa como nadie la paradoja de Zenón de “Aquiles y la tortuga”: camina si moverse y con ese “no movimiento” camina todo su partido.

Que yo sepa, hasta ahora el único que ha confesado sentirse engañado es Felipe González en esas vergonzosas e impresentables declaraciones a la Cadena SER el pasado miércoles en las que afirmaba: “El 29 de junio me explicó (Pedro Sánchez) que pasaba a la oposición, que no intentaría ningún gobierno alternativo y que votaría contra la investidura del Gobierno del PP, pero que en segunda votación pasarían a la abstención para no impedir la formación de gobierno”. ¿Por qué creer más a González que a Pedro Sánchez?; yo sí me fiaba de “Isidoro”, de ese Felipe González de “la pana y la tortilla”, pero desde hace tiempo poco o nada me fío del FG de las puertas giratorias y en metamorfosis hasta el punto de traicionar algunos valores y principios socialistas por la  compañía de “esos magnates” de copiosas y dudosas fortunas que le han seducido con sus nada socialistas vidas. Y, posteriormente, como moscas a la mierda, a ese pretendido engaño se han ido sumando muchos críticos que hasta ahora estaban como “muditos cobardes” pero que en estas circunstancias se han espabilado como “cotorras” sin pudor y vergüenza.

Y lo más inexplicable para gran parte de la ciudadanía es que algunos históricos líderes, los 17 dimisionarios de la ejecutiva (¡complicado nombrarlos a todos!) han querido representar este miércoles en el escenario de la “piel de toro” el “Julio César” de Shakespeare, en esa escena en la que los romanos habían sustituido la realeza por la República y los más tradicionales no deseaban un regreso a tal sistema: un grupo de senadores dirigidos por Bruto asesinan a César mientras exclama:“Tu quoque, fili mi” (¡Tú también, hijo mío!). ¿Quiénes son hoy los senadores, quién Bruto y quién César?: los del “gen cainita” del PSOE, sin duda.

Aunque algunos hablen hoy de un choque de legitimidades en el PSOE, su problema no es Pedro Sánchez, aunque una vez más el diario El País, fiel a su mutación conservadora de dirección que representa el señor Cebrián, en sus muchos editoriales, ponga la lupa en él y arremeta en sus críticas con dudosas razones y sí con importantes intereses financieros. En el del jueves, día 29, se lee: “La salida del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, forzado por la dimisión este miércoles de una mayoría de su comisión ejecutiva, es imprescindible. En circunstancias normales en la vida de cualquier partido político, el revés recibido por el PSOE en las elecciones autonómicas celebradas en Galicia y el País Vasco el pasado domingo, que se suma a las derrotas cosechadas en las dos elecciones generales del último año, donde el PSOE ha obtenido los peores resultados de su historia, deberían haber supuesto la dimisión automática de su líder. Cualquier dirigente político cabal lo hubiera hecho sin dudarlo. Pero Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso”. Y con una inexplicable intromisión, le señala El País por la voz de su amo, el “señor Cebrián”, qué debe hacer el PSOE: “que una gestora debería conducir el partido hasta la celebración de un congreso extraordinario, que de ninguna forma debería tener lugar antes de que quede despejado el horizonte de la gobernabilidad de España”. Y como “Pontifex Massimus” anatematizador, acaba el editorial de ese diario: “Hemos sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulo a sus compañeros. Hemos comprobado que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de sus intereses personales, no de sus valores ni su ideología, bastante desconocidos ambos. Admitimos no tener gran confianza en su capacidad de rectificar. Pero queremos hacer, pese a todo, un esfuerzo final y llamar a Sánchez a recapacitar: que medite sobre el daño ya causado a su partido y que se vaya para no causarle todavía más”.

El problema del PSOE no es Pedro Sánchez, como desarrolla en su artículo “En defensa de Sánchez” Cándido Marquesán en NT. Su actuación en el proceso de investidura de Rajoy, a mi juicio, ha sido impecable. El problema del PSOE viene de antiguo, tiene ya largo recorrido, aunque como decía anteriormente, la lupa la hayan puesto en él. Lo importante no es discutir la figura del secretario general, sino la caída permanente del PSOE que arrastra desde hace tiempo. Adjudicarle y temporalizar sincrónicamente en él todas las responsabilidades, además de falso es injusto. Se le acusa de que viene perdiendo elecciones. Sería cierto si no se ofrece una sencilla explicación que hasta los alumnos de matemática en primaria comprenden: los trozos a repartir de una tarta son más pequeños si son más los comensales. Y en el reparto de escaños en el Parlamento ya no hay un bipartidismo sino cuatro partidos principales con una cierta asimetría, aunque sí hay muchos parecidos entre dos de las bocas de la derecha (apenas ya se distinguen) y sí muchas bocas en la izquierda, y si unos suben, otros por lógica matemática tienen que bajar. Tan sencillo como eso.

¿Es responsabilidad de Sánchez la pérdida significativa actual de diputados en cualquiera elección? Es triste tener que repetir esta obvia verdad atribuida a Napoleón que está sufriendo Pedro Sánchez: La victoria tiene cien padres pero la derrota es huérfana”. Me resultan grotescas por cínicas y soberbias las declaraciones (¡sin intereses personales, dice!) de Susana Díaz hace pocas horas en los medios: “Cuando todas las alternativas que hay son malas alguna responsabilidad debe tener la dirección, lo que no me parece de recibo es culpar a quienes ganan elecciones”. Esta impostura no la habría pronunciado si a continuación no hubiese soltado lo que hace tiempo deseaba, a preguntas de una periodista sobre su futuro en momentos de enorme debilidad de Sánchez: “Donde crean mis compañeros que yo sea útil, en la cabeza o en la cola, allí estaré”. Y para confirmarlo, envía como “bautista precursora” a una tal Verónica Pérez, presidenta del Comité Federal del PSOE y nº 2 en Sevilla, asegurando a los cuatro vientos que “ella es la única autoridad del partido”. ¡De sainete si no fuese para llorar!

Existen, y es momento de señalar las responsabilidades compartidas desde que el PSOE comenzó a perder apoyos de los ciudadanos. Es cierto que Sánchez no está limpio de errores importantes en su gestión, pero también hay otros, que hoy le critican, con mayores errores y no menores responsabilidades:

  • Las de Felipe González con su “OTAN de entrada NO”, su X de los GAL y sus muchos altos cargos encarcelados por corrupción bajo su mandato.
  • Las de Narcís Serra por su manifiesta incompetencia como vicepresidente del Gobierno y su nefasta y fraudulenta gestión en Caixa Cataluya.
  • Las de Javier Solana, “el apacible guerrero atlantista” como Secretario General de la OTAN y su directa responsabilidad en la guerra de los Balcanes mandando bombardear Serbia.
  • Las de Joaquín Almunia como secretario general del PSOE y su criticable gestión como Vicepresidente y Comisario en la Comisión Europea por su apoyo a las políticas de recortes de Durao Barroso, el de las Azores.
  • Las de Rodríguez Zapatero por su nefasto segundo mandato, con una política de nombramientos aberrante, una ceguera supina y negar y no reconocer la crisis económica que nos venía encima y por esa censurable reforma exprés del artículo 135 de la Constitución.

Tampoco se escapan de estas responsabilidades compartidas ni José Bono, ni Pepe Blanco, ni Manuel Chaves, ni José Antonio Griñán, ni Susana Díaz (pues alguna responsabilidad tendrá quien ha estado tan cerca de los EREs), ni tantos otros barones que jamás han obtenido mayoría alguna en sus comunidades respectivas…

Realmente el espectáculo que están y siguen ofreciendo algunos de los máximos dirigentes del PSOE es lamentable y vergonzoso. El fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, aconsejaba a los nuevos miembros de la Compañía no hacer mudanzas en tiempos de tribulación. Con su consejo trataba de resistir los embates de los poderes terrenales. Traer a reflexión la máxima de un santo católico tal vez no sea lo más acertado en estas lamentables luchas cainitas, aunque admito su valor como analogía: ¿a qué político sensato se le ha podido ocurrir en estas circunstancias de enorme inestabilidad política añadir una más y de tal envergadura como es la posible escisión del partido?

Y mientras en el fenotipo de PSOE se muestra su “gen cainita”, Rajoy en la tumbona, fumándose un puro y esperando que le caiga la breva de su investidura; al fondo, contemplado el cuadro de Goya, “Duelo a garrotazos”, Soraya con la sonrisa indescifrable de la Mona Lisa; detrás una “veleta naranja” que, después de vueltas y vueltas, marca definitivamente a la derecha, al PP; por la puerta del fondo, en andas, llevada y sostenida  por costaleros críticos, la “virgen” Susana; y a la puerta de “Doña Manolita”, Pablo Iglesias y sus confluencias viendo cómo les llega “el sorpasso”, sin haber comprado papeleta alguna de la lotería.

¡Ver para creer!

El “gen cainita” del PSOE