Hace ya 40 años, en 1979, en las primeras elecciones municipales democráticas tras la dictadura franquista, las izquierdas sumaron más votos que las derechas en el Ayuntamiento de Madrid. Enrique Tierno Galván (Don Enrique, un “viejo profesor” de 61 años, de glorioso pasado antifranquista y candidato por el Partido Socialista) a pesar de no haber sido en aquella ocasión su lista la más votada, consiguió ser elegido como alcalde gracias a dicha mayoría.
Cuatro años después, en 1983, tras un primer mandato señalado por éxitos indiscutibles, Tierno y con él el Partido Socialista lograron no solo mantener aquellos primeros resultados, sino acrecentarlos en un 25%, beneficiándose simultáneamente en parte del “efecto Felipe González” (1982) y en parte -seguramente no menor-, de la desastrosa (y autoritaria) gestión carrillista del conflicto con los concejales comunistas que habían conseguido brillantes resultados en las precedentes elecciones del 79.
Tras la muerte de Tierno (1986), el teniente de alcalde Juan Barranco le sucedió en el puesto, y en las siguientes elecciones (1987), aunque las izquierdas ya no consiguieron revalidar la mayoría absoluta, al ser, ahora sí, su lista la más votada (40,9% de voto y 24 concejales), logró continuar como alcalde con mayoría simple.
Al poco tiempo (1989), tras dos oscuras peripecias de transfuguismo, una moción de censura le hizo perder la alcaldía, abriendo con ello un periodo interminable de más de un cuarto de siglo de gobiernos conservadores de distinta tipología ('centrista', derecha castiza, derecha neoliberal/posmoderna y 'gürteliana' y por último, con Ana Botella, una síntesis de todo lo anterior). Tras ello, en 2015, fuerzas progresistas recuperaron al fin, con muy ajustada mayoría, el gobierno de la capital.
Más allá del recuerdo nostálgico, la memoria del pasado en esta ocasión podría ser útil quizás para observar y analizar un presente tan distinto.
Según la “teoría” esbozada hace ahora dos años por Errejón -refrendada en parte ahora por las apreciaciones de Lluís Orriols, vicedecano de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III- , cuando la rivalidad se establece entre partidos afines o adyacentes, frente a la comúnmente aceptada creencia del juego de "suma cero", podría confiarse en que la competencia mostrase su cara virtuosa, logrando un resultado en el que las partes sumarían más separadas que juntas, incluso hasta el punto de ver todas ellas mejorada su posición.
Al casi triplicar la candidatura de Más Madrid en la Comunidad los votos conseguidos por los restos de su “matriz” (Unidas Podemos+IU ) y al replicar lo propio la candidatura de Carmena en el Ayuntamiento respecto a la de Pepu -apadrinado por Pedro Sánchez-, no creo que se haya reparado lo suficiente en las glorias y en las penas asociadas a tan abultadas diferencias. A primera vista y en mera apariencia, la suma de los votos conseguidos en la Comunidad por las listas encabezadas por Errejón (Más Madrid) e Isa Serna (UP&IU) respectivamente, junto con la holgada ventaja como lista más votada de Gabilondo -candidato del PSOE-, así como la confirmación de Carmena igualmente como lista más votada, vendría a refrendar todo ello la errejoniana teoría de la “competencia virtuosa”.
Quizás por quedar a la espera de que la encuesta postelectoral del CIS proporcione pistas más seguras, nadie -que yo sepa- se ha aventurado en la tarea de averiguar -e interpretar- el origen y destino de los votos de cada cual.
No obstante, desobedeciendo el prudente consejo de permanecer a la espera, alguna conclusión cabe aventurar a partir del examen y análisis de los 'saldos resultantes', aunque solo sea a efectos de un primer acercamiento a la verificación del cumplimiento o no de la profecía y mensaje que el joven Errejón emitiera ya hace dos años.
En la Comunidad de Madrid no se ha sabido aprovechar el 'efecto Sanchez' y en el Ayuntamiento el 'efecto Carmena' se ha quedado corto esta vez. En ambos casos por un puñado de votos
De ese saldo la primera incógnita que es preciso despejar es la procedencia de los votos conseguidos por la candidatura encabezada por Íñigo Errejón en la Comunidad. Para comenzar cabe advertir que tan solo en el plazo de un mes, el PSOE, con Gabilondo como su candidato para la Comunidad, perdió nada menos que 144.417 apoyos, pérdida aún más agravada por la diferencia, en el mismo día, entre los votos logrados por dicho partido en la europeas y el alcanzado en las autonómicas (157.456 votos menos). Así, esta vez la lista más votada para la Comunidad quedó anclada en el resultado de hace 4 años (804.692 votos), cuando solo alcanzó la segunda posición respecto a una Cifuentes que lograba la misma cifra (1.047.066 votos) que ahora el PSOE había logrado reunir tanto en las generales de hace un mes, como en las europeas.
Es altamente dudoso que tan gruesa pérdida en la lista de Gabilondo -o la mayor parte de la misma- haya pasado a engrosar la bolsa abstencionista. O haya emigrado en incierta dirección. En cualquier caso la evidencia es que el 'efecto Sanchez' no ha jugado en esta ocasión en favor del prestigioso catedrático.
Mucho más llamativa aún es la ausencia de resultados de ese mismo 'efecto' en el candidato apadrinado por el presidente para el ayuntamiento de Madrid, al dejarse éste algo más de la mitad (55,1%) de los votos conseguidos el mes anterior (28A) por su partido, llegando en algún distrito (Centro) a quedarse tan solo con la cuarta parte ( 25,35%) de dichos votos.
Carmena, con leve pérdida (15.220 votos) de lo conseguido en 2015, ha aguantado bien su techo de entonces, probablemente compensando las pérdidas por abandono de una parte de su anterior electorado, con las ganancias por adquisición de votos socialistas, aparatosamente perdidos por el ex-entrenador nacional de baloncesto (25.634 votos menos respecto al pésimo resultado de 2015 y 156.648 menos que las obtenidas tan solo un mes antes por su partido en las generales).
Al lado izquierdo del PSOE, la opción morada que hace 4 años, bajo la sigla exclusiva de PODEMOS, llegó a cosechar casi 600.000 votos (587.949), a primera vista habría mejorado en Madrid sus resultados, consiguiendo incluso superar los más de 600 mil apoyos (609.802) reunidos allí hace un mes en las generales (¿Efecto Iglesias en la parte televisiva de la campaña?). En efecto, los votos a Más Madrid (471.538 votos) sumados a los de UP&IU (179.046), arrojan un total incluso superior (650.584) a las anteriores cifras. Es decir, mejora ligera de lo morado pero mejora al fin y al cabo. Así pues con la cifra de votos que en total han conseguido las listas ahora desdobladas de la 'matriz podemita', parecería que la 'doctrina Errejón' sobre las virtudes de la competencia entre rivales se habría visto corroborada al sumar más las partes ahora por separado que antes juntas.
Ahora bien, al examinar los números anteriores con algo más de detenimiento, puede observarse que no todos ganan o se benefician de esas supuestas virtudes de la competencia. Hay claramente un solo ganador mientras que todos los demás, y el conjunto, resultan al final ser perdedores. En efecto, hay ganadores que con mucha probabilidad acabarán siendo perdedores (como Gabilondo y Carmena); hay perdedores colocados al borde del abismo (próximos a la insignificancia del umbral del 5%( UP&IU) e incluso otros muy por debajo del mismo (Madrid en Pie). Es más, el triunfo del ganador indiscutible (el joven Errejón) de momento es inane. Pero sobre todo, lo más importante, hay perdedores netos (como las izquierdas).
En resumen, en una cuantificación simplificada, aunque no por ello inválida como primera aproximación, Errejón probablemente habría conseguido atraer hacia sí casi 160 mil votos de electores simpatizantes de los socialistas que no optaron por Gabilondo cuando si lo hacían el mismo día a favor de la candidatura del PSOE para las europeas.
Si a esos 157.456 votantes les sumamos los 229.703 que la candidatura de UP&IU para la Comunidad de Madrid pierde respecto a la que ese mismo día consigue la homóloga para las europeas, ya tendríamos el origen de 387.159 votos de los conseguidos en total por Errejón en la Comunidad (471.538). El resto hasta llegar a esta última cantidad, es decir un total de casi 85 mil votantes (84.379) tendría un origen múltiple: antiguos abstencionistas y sobre todo, en buena proporción, votantes que el mes anterior, en las generales lo hicieron por UP ( 609.802 ) y de los cuales solo 408.749 fueron fieles a esas mismas siglas para las Europeas, Es decir la parte de esa pérdida de 201.053 electores que en lugar de engrosar la abstención habrían decidido votar por Más Madrid en la Comunidad.
Naturalmente esta aproximación simplificada mediante un ejercicio de simulación, en tanto deducida de saldos de votos y no de flujos reales -en espera de los datos más precisos disponibles en una futura encuesta del CIS-, ha tenido que hacer caso omiso de la realidad de esos flujos, ignorando las corrientes de signo opuesto en alguna medida presentes en los resultados, así como el hecho de que antiguos votantes en 2015 se han ausentado del censo, dando paso a otros que entonces aún no estaban en el mismo, además de los movimientos en sentido opuesto en el sector abstencionista.
Y tales resultados que sin duda acreditan las virtudes que para Errejón ha tenido la “competencia“ y por tanto confirman su extraordinario talento como estratega electoral -a la altura del de Iván Redondo que guía a Sánchez- al mismo tiempo nublan los desperfectos -los “vicios”- que ha causado tanta concurrencia.
El primero y principal, clave para juzgar globalmente la resultante de virtudes y vicios, es que en Madrid las izquierdas, en su conjunto, y tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad han perdido posiciones respecto a 2015, mientras que las derechas las ganaban haciendo buena, ellas también, la 'teoría' de la competencia virtuosa, aunque a su manera y de forma quizás más efectiva para sí mismas.
Resultado éste que a la postre es relativamente independiente de los flujos concretos y reales, de los votos perdidos gracias a d´Hondt y al umbral de mínimos (5%) o de los “robados”, como algunos afirman desde un impúdico sentido patrimonial del voto. Lamentable resultado que en definitiva revela otra cara de la competencia supuestamente virtuosa: que en la Comunidad no se ha sabido aprovechar el 'efecto Sanchez' y que en el Ayuntamiento esta vez el 'efecto Carmena' se ha quedado corto. En ambos casos por un puñado de votos.
Quizás sea porque la errejoniana “competencia virtuosa”, a la postre ha resultado ser más un ejemplo de 'competencia imperfecta' en la que, salvo un único ganador, todos los demás pierden y con ello lo hace el conjunto de los participantes en la competición (las izquierdas), revelándose finalmente más bien como una modalidad de la “destrucción creativa” schumpeteriana; eso sí, con más del sustantivo que no del adjetivo.