miércoles. 24.04.2024

Olvidarse de la aritmética: las cartas boca arriba

La próxima liga no debería jugarse con las reglas trucadas que han regido las 12 elecciones celebradas desde 1976, fecha en que se aprobó la Ley Electoral.

En anterior artículo, justo en vísperas de las elecciones, recomendaba dejar de lado ya el insaciable examen de Encuestas y sondeos para dejar paso a la lectura atenta del artículo 99 de la Constitución. Mi recomendación de hoy es seguir haciéndolo pero complementándola con la de uno nuevo: el 168 (y no solo el 167).

 “Un buen negociador no muestra nunca las cartas que lleva. En una negociación difícil hay que estar muy atento al frente externo, al tira y afloja con la otra u otras partes, pero también al frente interno, a las aspiraciones de las personas en cuyo nombre se negocia, porque llegar a un acuerdo con la otra parte puede servir de muy poco si luego estas personas no lo aceptan”.

“HUMOS Y ESPEJOS”, Carles Casajuana en La Vanguardia 14/11/2015

 

maquinaUna vez más Esperanza Aguirre vuelve a llevar razón: el bipartidismo ha sufrido un serio varapalo el 20-D.

Los dos partidos del ‘turnismo’ han perdido en conjunto la confianza de más de cinco millones de electores (5.123.546 votos menos) desde finales de 2011 para acá. Con ello se han dejado además 83 escaños, casi un tercio de los que entonces sumaban

Si se hubiese respetado el principio democrático de sufragio igual -y no solo universal y secreto- la coalición del ‘turnismo dinástico’ (PP +PSOE sumados) apenas rozaría la mayoría absoluta de escaños. Hoy tendrían 178 actas, 35 menos de las conseguidas merced a una ley tramposa.

Ninguno de ellos por separado alcanzaría la “minoría de bloqueo” (117 escaños) y los dos juntos sumados ni siquiera reunirían –ni de lejos- la mayoría necesaria para llevar adelante cualquier reforma de la Constitución, ni la ligth de los tres quintos (articulo 167), ni la heavy de los dos tercios (artículo 168).

Así que, primera clave: Reforma de la ley electoral arteramente incrustada en la CE 78 mediante la circunscripción provincial y los 350 diputados del Congreso como cifra límite e intocable desde 1976 (Ley para la Reforma Política).

La próxima liga no debería poderse jugar ya con las reglas trucadas que han regido en las 12 elecciones generales celebradas a partir de 1976, la fecha en que se aprobó la citada Ley, ratificada después mediante referéndum.

Respecto a lo que está por venir, de nuevo Enric Juliana, nos acaba de ayudar a entender qué puede pasar tras el 20-D, enunciando seis escenarios glosados con muy incisivas pinceladas sobre su distinto grado de ‘factibilidad’. Recomiendo su atenta lectura para una reposada evaluación de la viabilidad de cada uno de ellos. Eso sí dejando de lado las preferencias subjetivas o personales y sobre todo apartando de sí lo más lejos posible las calculadoras.

Para mejor aclararse y recordar con más facilidad esas seis opciones me ha parecido que podía ser útil denotarlas de forma más reconocible. Además, en varias de ellas me permito aportar alguna observación más extensa.

1. Llanero solitario. Rajoy con gobierno en minoría sobre la base de un consenso pasivo casi universal .En caso de darse llevaría casi inevitablemente fecha de caducidad. No más allá de los mismos 18 meses del hipotético gobierno catalán .

2. Presidente “técnico, no diputado”( opción Tom Burns), “al itálico modo”, como tránsito -un tanto impredecible y proceloso- hacia un auténtico proceso constituyente, o hacia la Perestroika de Felipe VI augurada por Jaime Miquel

3. Große Koalition. La fórmula hace ya tiempo defendida por el dúo González (Felipe)&Cebrián (PRISA), a la que fácilmente se apuntaría la lideresa andaluza del Partido del Sur y muy probablemente la cúpula de las oligarquías económicas, el llamado Consejo de Competitividad, en primer lugar.

En mi opinión es solo un señuelo alimentado por una factibilidad puramente aritmética que no tiene en cuenta, entre otras cosas, lo que ha salido con meridiana claridad en numerosas encuestas de opinión: es la fórmula que además de ser la última en las preferencias del conjunto de los votantes lo es igualmente para los de los dos partidos principales de esa supuesta coalición.

Muy dudosa salvo que medie algún “Acontecimiento”, impredecible por definición.

En mi opinión, en el poco verosímil supuesto de que tuviera lugar, sería una escenificación de lo que en música ocurre con el “puente”: ayuda a ir de un sitio a otro, pero ni es el tema principal, ni tiene melodía, ni te quedas nunca en él. Como estrategia hay que examinarlo siempre en primer lugar a la luz de quién gana qué y quién pierde y qué.

4. Variaciones sobre el tema ”Menina”. Como la 1, reclama también consenso pasivo y casi universal para la formación de un gobierno del PP a condición de que este no fuese presidido por Rajoy, sino por un político del PP maduro, sin carrera electoral por delante (por ejemplo, Margallo o Ana Pastor).

5. Polifónica confluencia de los restos, es decir de las distintas modulaciones de la izquierda y del soberanismo. Angelical señuelo de orden inverso, al servicio del reforzamiento dialéctico del señuelo principal. Decididamente inviable y en mi opinión por ahora desaconsejable, sobre todo por razón del “117” (número clave en toda esta historia ). Necesitaría  mucha maduración .No una semana más de campaña, como dicen “los chicos” de PODEMOS.

6. Repetición del partido: Nuevas Elecciones. Se explica por sí misma. Abre un proceso difícilmente pronosticable.

En un artículo publicado en estas mismas páginas, escrito tras el 27 S y a la vista de sus resultados (24/10/2015), me atreví osadamente a hacer el siguiente vaticinio:

“Así pues, salvo una verdadera debacle del PSOE- que no se atisba en el horizonte-, con importante sangría de votos rosas por fuga hacia el naranja, no se muestra visible ninguna otra hipótesis verosímil para conseguir formar ni una mayoría parlamentaria estable, ni tan siquiera un gobierno en precario.

Así que, lo del embrollo 62-63 catalán puede acabar resultando un juego de niños a lado de lo que pueda ocurrir en el Reino estas Navidades, es decir a partir del 21 D”.

Aunque me parece que aquel pronóstico se ha verificado, no estoy en condiciones de reintentar ahora uno análogo para lo que en adelante pueda suceder.

Olvidarse de la aritmética: las cartas boca arriba