viernes. 04.10.2024

El joven Errejón

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1. Repite con frecuencia el joven candidato a la Comunidad de Madrid que lo importante son “las ideas”, a las que él coloca por encima de todo. Surge de inmediato la pregunta, ¿por qué es precisamente de ideas de lo que está más huérfana desde hace ya tiempo su febril exposición pública?

El ‘populismo‘ de ser un método como decía en sus comienzos, él mismo lo ha convertido en médula, no sé si dándose cuenta o no. Ninguna idea sustantiva se vislumbra ni en su discurso ni en sus propuestas, más allá de media docena de ‘lugares comunes’, manidos, neutros o líquidos en su signo político.

En ambos -discurso y propuesta- solo cabe apreciar tácticas y estrategias, a menudo inteligentes, pero nada más. ¿Hacia dónde?: pues hacia el poder. Inevitablemente se dirá, pues en eso y no otra cosa consiste ‘la política’.

La trasparencia, que en su caso permite adivinar las intenciones que hay detrás del ‘cómo’, se torna en nebulosa opacidad cuando se trata de averiguar el ‘para qué’.

Todo se limita a trazar el camino que él cree más conveniente y eficaz para alcanzar cuanto antes el poder: el de los ‘suyos’ … y sobre todo el suyo. Y ello ¿para qué?

Nada emerge ni deja verse fuera de esos tópicos que cualquier discurso del signo que sea está en condiciones de esgrimir y defender retóricamente: el ‘bien común’, la gente, la maniquea demonización del malo, etc.

A lo más, un regeneracionismo débil, prepolítico, como el propio pensamiento que lo inspira. No postmarxismo, como el gusta decir, sino más bien premarxismo. Idealismo en vez de materialismo; discurso bondadoso cercano al recetario de caridad que su nueva aliada de ticket exhibe frente a “los pobres”.

Todo ello en una sociedad en armonía, sin clases, sin grupos antagónicos, en la que el capital y sus artefactos son presentados como un paisaje natural inalterable y la economía política como una manía de trasnochados deterministas. Sociedad sin otros conflictos que los provocados por unos pocos cuya única finalidad fuese la implantación del mal para ‘la gente’, la sádica fabricación de más sufrimiento a los que por nacimiento son sufrientes.

2. Errejón es un joven inteligente, extraordinariamente brillante y con formación académica más que sobrada para saber -como él sabe- que no será el próximo Presidente de la Comunidad madrileña. Efectivamente él no es Manuela y no iba ni va a serlo -en lo institucional- menos aún después del último paso que acaba de dar.

Pese a lo que reiteradamente dice y resuena en el eslogan elegido como marca para su nuevo partido, con ese ‘salto’ (¿en el vacío?) que acaba de dar no se trata de sumar, aunque sí de medir, por encima de todo. Y en ello confía su éxito. La mayoría que no logró internamente cuando dio la batalla -a medias- en Vistalegre II, es prácticamente seguro que la conseguirá en el próximo mayo, desquitándose de aquella derrota, al hacerlo ahora confrontándose externamente.

Así los buenos- aunque no los mejores- resultados electorales que seguramente va a obtener, serán exclusivamente suyos y podrá compararlos con los que obtenga en la Comunidad de Madrid su antiguo socio y ahora rival, para así presentarlos donde sea preciso como mérito propio, como consolidación de un liderazgo ya imposible de alcanzar por otro camino, en particular por el transitado hasta aquí.

Y en eso Íñigo sí es -o aspira a ser-, Manuela. Ahora todavía no lo es porque Carmena ya llegó, y él en cambio solo está en el camino. Manuela Carmena, como marca ya acreditada -y en parte en alza- le aporta lo que su anterior marca, posiblemente en declive, ya no podía darle.

3. Recuerdo bien que cuando Carmena, recién llegada, acababa de ocupar ya la alcaldía fue entrevistada por Pablo Iglesias en su programa (la Tuerka). Éste con expresión de indisimulada admiración, pero con el narcisismo que nunca le abandona, le preguntaba al final de la entrevista: ¿cómo nos ves (a los de Podemos)? La respuesta política de la ya septuagenaria fue lacónica pero sumamente expresiva: “vais muy deprisa”.

Quizás sea ahora el momento en que la ya casi veterana en el poder lo tenga que recordar de nuevo, pero ahora al aspirante que le ha elegido a ella como aliada y paraguas protector.

Una vez más quizás haya que acudir al refranero: “sabe más el diablo por viejo que por diablo”.

El joven Errejón