viernes. 19.04.2024

Trump, ese oscuro objeto de deseo

donald trump

Al parecer, la mayor parte del mundo considera a Donald Trump como un personaje pernicioso para la humanidad. Menos en Estados Unidos donde solo es, aproximadamente, la mitad de la gente quien piensa de esa forma. Y ese es el problema.

El problema es que hay una parte, muy importante, de la gente que cree en los valores que encarna Trump, por lo que, cuando el sistema político es una democracia, las urnas se llenan de papeletas donde pone Trump, o cosas parecidas. Porque no en todas las partes donde hay democracia se presenta Trump, aunque tengamos un Trump.

Y, eso, sin contar la gente que quisiera poner un Trump en su vida en aquellos sitios donde no ha surgido todavía, o sienten nostalgia de alguno que hayan tenido anteriormente.

Son esos que tienen el individualismo más acendrado como guía de una conducta egoísta y que cuando dicen lo mío es lo primero, como America first, quieren decir lo mío es lo único. Y, a partir de ello renuncian a toda empatía social impidiéndoles cualquier ejercicio de solidaridad con los demás.

Por eso, cuando tienen una posición económicamente envidiable no quieren que se vea comprometida, bien por una igualdad de oportunidades que permita la competencia abierta o bien por criterios justos de méritos personales. Prefieren un sistema que les garantice mantener esa posición. Incluso muchos de los que todavía no la han conseguido, esperan obtenerla porque creen que el actual sistema les permitirá obtenerla sin el concurso corrector del estado.

Por eso, no son partidarios del estado de bienestar, igualitario porque se basa en la prestación de servicios públicos de sanidad, educación y seguridad social, porque se tiene que sostener con una fiscalidad que afecta, o debe afectar, a los que tienen una posición económicamente mejor. Incluso muchos de los que obtienen un balance positivo neto entre beneficios sociales y cargas fiscales, creen ser perjudicados por el sistema.

Por eso, los que tienen una posición ganada por la nacionalidad oficial, la usan como patente de privilegio y no quieren que haya inmigrantes que puedan compartir las ventajas de esa nacionalidad. Incluso los que han conseguido esa nacionalidad recientemente, no quieren que nuevos inmigrantes entren en el juego y tengan que compartir con ellos las ventajas adquiridas.

Por eso, los que tienen una ventaja por ser hombres, no quieren cambiar un estatus que permita a las mujeres salvar esa diferencia actual de género. Incluso mujeres con una superioridad intelectual, no son capaces de pensar que la auténtica igualdad de género solo se producirá cuando una mujer tonta tenga las mismas posibilidades que un hombre tonto.

Por eso, los que tienen una posición como cualquiera de las anteriores no están dispuestos a perder sus privilegios por cosas tan fútiles como que se queden en minoría en unas elecciones democráticas. Por lo cual, están dispuestos a proclamar la ilegitimidad del resultado cuando es desfavorable, acudir a los tribunales como tercera cámara o animar a sus partidarios a manifestarse en la calle para, en cualquier caso, embarrar el terreno de juego no aceptando el resultado democrático.

Bien, pues todos esos, no necesitan que nadie les diga que todo eso les viene bien porque es algo obvio. Les viene bien. Pero cuando hay alguien que se lo dice, se llame Trump o se llame de cualquier otra forma, le siguen a pies juntillas proclamándole líder, caudillo o führer. Porque les hace falta, ya que conectan perfectamente con su manera de pensar. Son como personajes pirandélicos en busca de un autor.

Tengámoslo claro. Trump es lo de menos. Siempre habrá un Trump, sea en los Estados Unidos de América, sea en Europa, desde España a Polonia y más allá, o en un Sudamérica o en cualquier parte del mundo. El género humano es como es y una parte de él necesita a alguien como Trump.

En USA, esta vez, podrá ganar Joe Biden y, a falta de un Bernie Sanders, nos pondremos tan contentos aquellos a los que no nos gustan los Trump de este mundo. Pero, si además de Trump, no nos gustan sus ideas, debemos saber que, estas, permanecen en muchas personas que, tarde o temprano, encontrarán otro Trump a quien poder votar.

Y lo encontrarán, siempre lo han encontrado.

Trump, ese oscuro objeto de deseo