jueves. 28.03.2024

Síndrome de Estocolmo en el Congreso de los Diputados

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Cuando una persona es secuestrada, sus captores, por la cuenta que les tiene, la mantienen con vida alimentándola y, en el mejor de los casos, proporcionándola un par de cubos, uno con agua para su higiene básica y otro, vacío para que haga sus necesidades fisiológicas. Parece ser que esas personas, las secuestradas, cuando son liberadas suelen decir que no eran mal tratadas por los secuestradores, precisamente por esos alimentos que recibían y por ese par de cubos que les proporcionaban. En el colmo de las atenciones, hay secuestradores que suministran hasta jabón. Esa comprensión de los secuestrados con sus secuestradores es conocida como "síndrome de Estocolmo".

Pues bien, en política suele ocurrir algo parecido. Un partido político, cualquiera, que puede tener, de ordinario, un comportamiento radical, cuando se acercan unas elecciones inicia un rápido camino al centro, ese lugar político donde, como si fuera un caladero de votos, abundan las personas moderadas que nutren los "no sabe, no contesta" de las encuestas.

Esa súbita moderación del partido radical es muy bien recibida en el mercado que parece sufrir un cierto "síndrome de Estocolmo" con ese grupo político. Puede ser eso y puede ser también una especie de premio al arrepentimiento del pecado de radicalismo. El caso es que, para una parte del electorado, pero para la práctica totalidad de los medios, ese partido que hasta el día anterior era extremadamente extremado, ha adquirido una parcela importante en el centro político.

Esto que les acabo de contar lo sabe, perfectamente, Pablo Casado. Y, sus asesores, también. Pablo Casado tiene unos asesores que, aunque ninguno de ellos se llama Iván Redondo, saben mucho de estas cosas. (Por cierto, que no piense nadie que Iván Redondo ha inventado la asesoría política. Aunque es muy bueno, antes de él ha habido otros no tan conocidos pero muy eficaces. Pasa como con los pañuelos de papel, que han adoptado el nombre de la marca más conocida, kleenex).

Hasta el Presidente del Gobierno ha acusado recibo del hecho ofreciendo al PP una nueva oportunidad de que cumplan con la Constitución en el tema de la renovación de varios órganos de gobierno que requieren consenso parlamentario

Volviendo a Casado y sus asesores, estos se encontraron con la ocasión de una moción de censura para obtener ventajas de ella, como había hecho anteriormente Pedro Sánchez cuando se encontró con un "presidente indecente". Y Casado, y sus asesores, vieron una ocasión para amarillear, ligeramente, la foto de Colón. Sabían eso del síndrome. Sabían que en el segundo día del debate iban a tener, Casado y sus asesores, todo el protagonismo del show con las luces de las candilejas para ellos solos. Sabían que tenían que mantener la emoción del espectáculo hasta el último momento para causar expectativas. Sabían que Vox no podía romper con el PP en ningún sitio donde les ayudan a gobernar, so pena de entregar el poder a un gobierno social-comunista-separatista-filoterrorista. Y sabían que, a quien tenían que atacar era a Abascal, pero no a sus ideas, compartidas por más de cuatro millones de personas que, antes, votaban a Aznar.

Por eso, Casado, y sus asesores, hicieron ese discurso "centrista" en el Congreso de los Diputados el 22 de octubre de 2020. Día histórico cuando Casado, y sus asesores, recorrieron en solo unos minutos el largo camino al centro que Aznar se había pasado varios años tratando de recorrer. Y, naturalmente, el mercado ha acogido de manera muy favorable, esta súbita moderación agradeciendo vivamente, como si se tratara de un síndrome de Estocolmo, el gesto. Hasta el Presidente del Gobierno ha acusado recibo del hecho ofreciendo al PP una nueva oportunidad de que cumplan con la Constitución en el tema de la renovación de varios órganos de gobierno que requieren consenso parlamentario.

Por supuesto, sigue habiendo tres gobiernos autonómicos y más de veinte grandes ayuntamientos (hablo de memoria), donde se ha repetido, y se sigue repitiendo, la foto de Colón. Por supuesto, en todos esos sitios no solo se han hecho la foto si no que se están aplicando políticas y, sobre todo, haciendo gestos, como peaje a la ultraderecha. Y, por supuesto, las placas de viejos demócratas de la izquierda no se van a reponer después de haber sido destrozadas a martillazos por la piqueta de estas administraciones.

Pero Casado, y sus asesores, ya son moderados. Y Cayetana Álvarez de Toledo también. Hasta Núñez Feijoo les ha dado la bienvenida al paraíso de la moderación.

Y no crean que me parece mal porque, de arrepentidos está lleno el paraíso.

Síndrome de Estocolmo en el Congreso de los Diputados