jueves. 28.03.2024

El 24O a la huelga general de la enseñanza

La crisis está siendo demoledora para los servicios públicos básicos, como la enseñanza. Si hasta 2009 el gasto público educativo se había ido aproximando a las medias europeas...

La crisis está siendo demoledora para los servicios públicos básicos, como la enseñanza. Si hasta 2009 el gasto público educativo se había ido aproximando a las medias europeas, hasta alcanzar un techo del 5´1 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Desde esa fecha los recortes del Estado y las Comunidades Autónomas han ido recortando de forma brutal sus presupuestos educativos, produciendo una caída del gasto del 30´5 por ciento entre 2010 y 2014. Hemos perdido casi un punto porcentual de PIB para educación y nuestro Gobierno se ha comprometido con la Unión Europea, a llegar a un 3´9 por ciento, lo cual supone un retroceso de décadas atrás, cuando la enseñanza pública no alcanzaba los 16 años y cuando la Educación Infantil de 3 a 6 años no se encontraba universalizada.

Sólo en un año, entre enero de 2012 y de 2013, hemos perdido 24.957 empleos de profesores y profesoras en la enseñanza pública no universitaria, pese a que la enseñanza pública es más demandada y ha crecido en 80.000 alumnos y alumnas. A estas cifras hay que añadirles la eliminación de 4.321 plazas de profesores y profesoras en las universidades públicas. En tan sólo un año la enseñanza pública ha perdido casi 30.000 profesionales, cifra que ronda los 60.000 si nos referimos a los últimos tres años.

Las consecuencias son fulminantes sobre la calidad de la enseñanza. El número de alumnos pos aula se ha incrementado, imposibilitando los desdobles que se habían generalizado en asignaturas como Lengua, o Matemáticas. Las horas de biblioteca, apoyo educativo, actividades extraescolares y complementarias y horas de tutoría con el alumnado, se han reducido de manera drástica.

En las universidades los recortes presupuestarios se complementan con subidas de tasas universitarias, disminución brutal de las becas y mayores exigencias para obtener una ayuda pública a los estudios. Somos el tercer país de la Unión Europea de los 15 y el último en acceso de alumnado a una beca.

Mientras el 60 por ciento de los alumnos de enseñanza superior acceden a una ayuda pública en Gran Bretaña, en España sólo 23 de cada 100 acceden a una ayuda. No es extraño que 30.000 universitarios abandonaran los estudios, como consecuencia de la bajada de becas y la subida de las tasas.

La misma deriva de obligar a los usuarios a pagar un porcentaje cada vez mayor del coste del servicio, también ha llegado a la enseñanza, incrementando las tasas universitarias, las de Educación Infantil y creando nuevas tasas en la Formación Profesional de Grado Superior. Pese a ello, muchos alumnos y alumnas se quedan sin plaza cada curso.

Las becas de comedor y las ayudas para comprar libros de texto y material escolar se recortan, mientras se mantienen deducciones fiscales para la compra de uniformes, o el aprendizaje de idiomas. Robar a los pobres para dárselo a los ricos es un vicio cada vez más extendido entre nuestros gobernantes.

La enseñanza pública encuentra cada vez más trabas y dificultades para asegurar la universalidad del derecho a la educación y la igualdad de oportunidades desde el nacimiento. La LOMCE es el finiquito partidista e ideológico que certifica la transformación de un derecho de cada persona en nuestro país, el derecho a la educación, en un producto sometido a las leyes del mercado, cuyo objetivo es el beneficio empresarial y el lucro empresarial. Un producto mejor o peor en función de que puedas o no pagarlo.

Un retroceso que coloca a las futuras generaciones a los pies de los caballos. Una enseñanza selectiva, segregadora y retrógrada ideológicamente. El futuro  que nos ofrece la LOMCE es volver cincuenta años atrás, al corazón mismo de la dictadura del nacionalcatolicismo y la miseria de los recursos educativos.

Sin embargo la Educación debería ser una de esas políticas apartadas de la confrontación partidista, alejada de los efectos de la crisis, preservada de la quema y la fractura que recorre España. La educación debería ser objeto del acuerdo, la negociación y el consenso. No es más leyes educativas lo que necesitamos, sino más recursos y más acuerdo en el reforzamiento de la igualdad que cualquier sistema educativo debería garantizar para toda la ciudadanía.

Por eso el 24 de Octubre los trabajadores y trabajadoras de la educación iremos a la huelga, las familias lucharemos por un futuro mejor para nuestros hijos e hijas. Defenderemos una educación con los recursos humanos y materiales necesarios y acabar con el infame jugueteo de ministros como Wert que creen que escribiendo una ley se solucionan los problemas. La LOMCE nace muerta y cuanto más tiempo se instale entre nosotros más podredumbre e infección sembrará en el tejido social del país.

El 24O a la huelga general de la enseñanza