jueves. 25.04.2024

11-M: El tiempo pasa, el horror perdura

Las familias recorrían hospitales en busca de sus seres queridos. Acuden al IFEMA, convertido en improvisado tanatorio

manjon

Aquella mañana del 11 de marzo de 2004, me preparaba para salir de casa hacia Alcalá de Henares, para participar en una Asamblea. Se escuchaba en las calles un inusual trajín de sirenas. En la radio comenzaron a hablar de accidentes de trenes de cercanías que venían hacia Atocha. El golpe fue brutal.  192 fallecidos y miles de víctimas. Mujeres y hombres que iban a trabajar a Madrid, a estudiar en las Universidades. Entre las 7,35 y las 7,39, diez bombas explotaron en trenes de cercanías en la Estación de Atocha, en El Pozo, Santa Eugenia y de nuevo en las proximidades de Atocha.

Los equipos de emergencia, 112, policías, bomberos, sanitarios, los supervivientes, ayudaban a las víctimas, que huían desorientadas por las calles, los pabellones, el antiguo cuartel de Daoiz y Velarde, se convirtieron en improvisados centros sanitarios.

Las familias recorrían hospitales en busca de sus seres queridos. Acuden al IFEMA, convertido en improvisado tanatorio donde se reconocen los cadáveres, se vela a los fallecidos, se esperan noticias.

Nuestra compañera de la Comisión Ejecutiva de CCOO de Madrid. Pilar vela a su hijo Daniel Paz Manjón, Rodolfo, mi antecesor en el cargo, vela a su sobrino Rodolfo Benito Samaniego en el tristemente célebre pabellón número 6.

Llegaron las mentiras del gobierno, que intentaron atribuir a ETA los atentados. La indignación de las gentes en las calles.

De nuevo CCOO y UGT convocamos a la manifestación del 12 de Marzo. La mayor manifestación tal vez vivida por Madrid, junto a la que respondió al intento de golpe de Estado del 23-F. Bajo la lluvia, Madrid lloraba. Los servicios de orden de CCOO y UGT se han bregado en muchas manifestaciones, pero fue duro y complicado organizar el número de asistentes y la cantidad de autoridades desde el Príncipe Felipe, primer miembro de la familia real en manifestarse, hasta los primeros ministros de Portugal o Francia, pasando por Romano Prodi, Presidente de la Comisión Europea. El gobierno y la oposición. Los gritos contra ETA y los que exigían la verdad. Casi 2,5 millones de personas y otros 9 millones en el resto de España.

Luego, en pleno dolor, se produjeron las elecciones generales que dieron el triunfo a Zapatero y tras un largo proceso de investigación y diligencias, llegó el juicio, que terminó dando al traste la teoría de la conspiración, alimentada por algunos medios de comunicación y sectores de la derecha ultraconservadora, cuando no directamente fascista.

Elementos que han conseguido convertir cada 11-M en un momento de ataque a las víctimas, un día para la polémica, para reinventar teorías de la conspiración.

Un día en el que la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, presidida por Pilar Manjón, junto a UGT, CCOO, la Unión de Actores, depositamos flores en la Estación de Atocha y pronunciamos algunas breves palabras de recuerdo, escuchamos un pasaje musical.

Tras los bombardeos de la Guerra Civil, nunca Madrid padeció un golpe tan brutal, un dolor tan intenso, tan duradero, tan inexplicable y sin sentido.

Tras el 11-M el terrorismo situó frente a nosotros el poder de la barbarie. Recordé inmediatamente el poema de César Vallejo, Los Heraldo Negros, que sintetizaba la dimensión de ese horror en que nos instalamos.

Hay golpes en la vida tan fuertes …¡Yo no sé!
golpes como del odio de Dios, como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
Se empozara en el alma … ¡Yo no sé!

Tras el 11-M, el horror podía repetirse, pero no ser superado. Tras el 11-M el terrorismo de ETA no tenía ya sentido. Ninguna causa podía encontrar ya justificación en el horror. Ninguna mano humana, capaz de asestar golpes como del odio de Dios, podían ser legítimas. La violencia deslegitima la causa, el horror la aniquila.

11-M: El tiempo pasa, el horror perdura