jueves. 28.03.2024

De otro tiempo, de otro lugar

“No podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado sino que tenemos que gobernar al mercado. El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad…"

“No podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado sino que tenemos que gobernar al mercado” […] “El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, de cuidar a los hijos, del amor, de tener amigos…”

¿Alguien se ha imaginado alguna vez escuchar estas palabras de boca de alguno de nuestros presidentes de gobierno? ¿O de algún otro presidente de otro país de “nuestro entorno”?

En efecto, no son palabras de ningún mandatario de por aquí sino de un político de por allá, del otro lado del mundo: forman parte del discurso pronunciado por el presidente de Uruguay, Pepe Mujica, en la Cumbre de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, Río+20, cuya atenta escucha recomendamos vivamente.

La primera pregunta que nos viene de golpe es: ¿Por qué ningún responsable político nuestro pronuncia unas palabras similares? O dicho de otro modo, ¿qué pasaría si de buenas a primeras algún presidente de algún gobierno europeo dijera algo similar a lo dicho por Mujica en la ONU?

Imaginemos pues que el mismo Rajoy sufriera una suerte de crisis existencial y un buen día soltara en el Congreso de los Diputados algo así como: ‘Señor Presidente del Congreso, Señorías. He reflexionado seriamente acerca de la política económica que está llevando a cabo este Gobierno para salir de la crisis y he llegado a la conclusión de que nos hemos equivocado de parte a parte porque sin saber muy bien porqué, de repente, me he preguntado yo a mí mismo: ¿Para qué está sirviendo tanto ajuste de déficit y tanto recorte en sanidad, en salarios, en pensiones, en educación, en asistencia social, si la gente, mi gente, nuestra gente, los españoles de a pie, lo están pasando tan mal, están sufriendo lo indecible, más de seis millones siguen sin encontrar trabajo, otros trabajan por 150 euros al mes o menos catorce o dieciséis horas diarias o más ¡que se jodan! (perdón, se me ha escapado) sin contrato y sin convenio porque nos los hemos cargado; los subsidios disminuyen; más de un millón de niños en nuestro país está pasando hambre; los pocos servicios sociales que hemos dejado no dan abasto con tanto pobre; nuestros jóvenes y no tan jóvenes tienen que emigrar a Alemania y a otros países como en los mejores tiempos de nuestro Caudillo (perdón, disculpas, se me ha escapado también) y muchos de los que estudian en la universidad tienen que dejarla porque no pueden pagarla y otros que les da por investigar también tienen que irse fuera y la universidad pública y la Ciencia en España están de capa caída porque las hemos recortado ¡muera la inteligencia, que  investiguen ellos, coño! (uy, otro lapsus, perdón perdón). Y por otro lado, en mi partido hemos cobrado, yo y el señor Aznar los primeros, sobresueldos en sobres lacrados procedentes de nuestra caja B, como todo el mundo sabe de sobra; hemos sobornado y nos hemos dejado sobornar por empresas ávidas de ser contratadas por las administraciones que gobernamos, de cuyos contratos ellos se han llevado un pastel pero que muy gordo y nosotros no nos hemos quedado nada cortos porque hemos sacado grandes beneficios para nuestros bolsillos, el mío y el del señor Aznar, los primeros, para lo cual montamos en su día la famosa trama Gurtel que además tan bien se ha portado con la hija querida de mi amigo Aznar costeándole las luces y el sonido de su boda con el bueno de Agag y le ha hecho tantos y tantos regalos a cual más caro y más bonito y ha pagado fiestas y banquetes y cumpleaños de mi querida Ana Mato, confeti incluido, y el jaguar de su marido o ex o lo que sea y viajes a Eurodisney o a Disneyworld o donde hiciera falta y trajes y bolsos y de todo a mi adorado Paco Camps y a mi queridísima Rita y a tantos otros amigos y compañeros queridos queridísimos  de este mi amado partido y más cochazos y casas y tierras y de todo y todo todo a costa de tantos españoles que pagan impuestos como debe ser, incluidos nuestros ricos a los que hemos obligado a declarar algo, un poquito, sí, pero algo de lo que tienen y hemos limitado las primas de nuestros banqueros y nuestros grandes empresarios ejemplares dan ejemplo de cómo hay que trabajar más y ganar menos como el señor Díaz Ferrán que entre rejas está y el señor Arturo Fernández que tan buenos bares y restaurantes tiene a costa de todos nosotros y quitar tanto privilegio a tanto trabajador fijo como dice el gran timonel Rosel que tan bien rima y tanto funcionario de periódico y cafelito (vaya, disculpas de nuevo…) y ¿qué me dicen del amigo Urdangarín que tan bien se lo ha sabido hacer pero al final tan tonto el pobre que lo han pillado con el bueno de mi amigo Matas, pero no tan bien como su suegro, je je, ese sí que se lo monta a lo grande con princesas y jeques y elefantes y todo. Muchas gracias, Señorías’

Lapsus aparte -tampoco vayamos a poner a Rajoy a la altura de Mujica-, como diría Mafalda, ¿no sería lindo?

De otro tiempo, de otro lugar