jueves. 18.04.2024

Las vacaciones y el vampiro emocional

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“Decían los clásicos que la ira es la pasión que más quebranta la sinceridad del juicio” y así es

Porque las emociones están a la orden del día… porque somos cautivos de sus consecuencias… porque surgen cuando estamos en relación con los demás… porque las vacaciones de verano son un gran banco de prueba… analicemos con una lectura fresca, al vampiro emocional.

El vampiro emocional, es esa persona que se congratula de ser tu amigo y que un año más coincide contigo en el periodo estival, donde las defensas están ya bajo mínimos… por eso necesitamos un descanso, decimos todos.

El vampiro emocional se acerca, cada día para poder aprovechar tu inercia y saber como estas, haciendo coincidir sus emociones con las tuyas, en ese chiringuito que aparece cual oasis en el desierto.

Los expertos en negociación aseguran que es prioritario reconocer el estado emocional en que nos encontramos antes de tomar una decisión importante, ya que las emociones son el resultado de cómo evalúa nuestro organismo el entorno. Son respuestas del cuerpo. Dicen igualmente que se cifran en seis: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco.

Veamos el vampiro emocional en cada estado…La alegría sirve para disfrutar el presente, tener optimismo con lo que vendrá, crecer y desarrollarse. Para que fluya la alegría, y por extensión la felicidad, lo importante no es tener buenos deseos, sino “disponer de un buen repertorio de proyectos”. En ella el vampiro emocional, se comporta como aquel que llega “tarde al cumpleaños”, intentando aprovechar la inercia del positivismo y subiéndose al carro de la alegría queriendo ser un buen compañero de viaje.

En la tristeza, se produce que las personas alteren sus circunstancias buscando ante todo manipular su estado de ánimo, siendo el contrapunto a la alegría, el pesimismo puede inundarnos. Existe mucha literatura en torno a la tristeza, pero lo más relevante, es que un exceso de tristeza provoca quietud, irresolución, cierta ansiedad por no saber que hacer en cada momento. En este estado el vampiro emocional, ahonda en la herida, hasta el punto, que quizás nos agobia; para él, un día de sol… hace mucho calor; un día de frío… es insoportable y se mete en los huesos; un día de lluvia… no hay quien aguante la humedad. La verdad es que cada vez que cumplo más años me alejo de “él”, intento que no influya en mis percepciones… en definitiva “abandono su amistad”.

Con el miedo ocurre que como es la anticipación de un peligro, ante ese fulgurante estado de alarma, podemos manifestar tres espontáneas respuestas: la huida, el ataque o la quietud. ¿Qué ocurre entonces con el vampiro emocional?... Te sigue, apoyando tu decisión ante el miedo. Él tampoco sabe que hacer y se convierte en tu sombra, por si acaso. Es cuando nos sale la frase muchas veces de “más vale solo que mal acompañado”

Y si nos inunda la sorpresa, lo inesperado, lo imprevisible, el imponderable, logran captar poderosamente nuestra atención y nuestras energía se enfocan en el horizonte para orientarnos y reflexionar sobre lo que nos depara. La sorpresa pone en marcha la fábrica de predicciones y quizás en este punto el “vampiro emocional”, conduce su huida. No le gusta la sorpresa, no sabe que hacer ante ella, ya que es poco flexible; te sentirás cómodo ante su ausencia porque eso te hará decidir en tus decisiones futuras, tan libre como que, al no saber que hubiera ocurrido si hubieras hecho otra cosa, tendrás grandes expectativas

Y por último, la ira. Ante la ira las personas llevamos en nuestro ADN la agresividad, que se manifiesta en la pelea, el arrebato, y la ira se alimenta de todo ello en nuestras relaciones sociales con los demás. “Decían los clásicos que la ira es la pasión que más quebranta la sinceridad del juicio” y así es. Dejamos al vampiro emocional, de lado, incluso utilizamos el furor de la palabra para deshacernos de él, gritamos, nos enfurecemos… perdemos su amistad. Que no nos colonice.

Por lo tanto queridos amigos, atendamos nuestras emociones, que todas sean relativas y sobre todo cuidado con los “vampiros emocionales”.

Las vacaciones y el vampiro emocional