miércoles. 24.04.2024

Las causas están ocultas, los efectos son visibles para todos

Una dramática comedia podría ser todo esto, de no ser porque nos alcanza a todos y de una forma implacable. Estamos atravesando unos momentos inusitados. Nuestra Historia reciente se abalanza contra nosotros y nos reclama las torpezas que hemos cometido, como pueblo. ¡No es posible que nos esté pasando esto! Hemos tenido que esperar a que los efectos se hayan hecho visibles, para darnos por aludidos.

Una dramática comedia podría ser todo esto, de no ser porque nos alcanza a todos y de una forma implacable. Estamos atravesando unos momentos inusitados. Nuestra Historia reciente se abalanza contra nosotros y nos reclama las torpezas que hemos cometido, como pueblo. ¡No es posible que nos esté pasando esto! Hemos tenido que esperar a que los efectos se hayan hecho visibles, para darnos por aludidos. Como Ovidio señalara en los comienzos de la era cristiana, las causas están ocultas, los efectos son visibles para todos. Se han ido acumulando hechos, conductas desviadas y barbaridades y la vida ha continuado como si no pasara nada. Saldar temas delicados, como el Naseiro, con una prescripción, ha ayudado poco a la salud del sistema democrático. De aquellos polvos, estos lodos. Ocultar a los imputados en defensas basadas en triquiñuelas legales, de las que los grupos de abogados iniciados han sacado partido, han vacunado al pueblo con el virus de la corrupción, insensibilizando progresivamente a las gentes, incluidas las de buena voluntad, y ha resultado ser un flaco favor, incluso para ellos mismos.

Hoy estamos en una encrucijada. Estamos donde estamos y no querríamos haber estado nunca. Y lo peor es que aquí hemos llegado tras un largo y amplio recorrido. Veinte años con presuntas prácticas abusivas es demasiado tiempo. Probablemente lo de mayor interés no sea los políticos del PP que puedan estar implicados, cuyo número y alcance todavía está por determinar, pero que los datos parecen indicar que muchos y muy variados, alcanzado especialmente a los que con más contundencia se han manifestado negando la mayor, al estilo Cospedal, que derrocha un uso del adjetivo absoluto y el adverbio absolutamente, que hace sospechar autodefensa, ¡ya veremos en que queda! Decíamos que lo de más interés es conocer quiénes son los paganos de la fiesta, los que han aportado los dineros, además de los de procedencia pública. Porque no hay corrompido sin corruptor, ni sinvergüenza sin desalmado que le pague. ¿Qué podrían pretender aquellos que han pagado dineros a un PP, presuntamente receptivo, sin muchos prejuicios?

Es necesario desvelar, no sólo quienes son, sino los mecanismos compensatorios de esa generosidad, la mayoría de las veces, reiterada. Decía Platón que "todo lo que nace proviene necesariamente de una causa; pues sin causa nada puede tener origen". Hoy, desde luego, a la luz de nuevos conocimientos y a niveles inasequibles desde la posición humana normal, no podríamos enunciar exactamente lo que propusiera Platón, pero en la vivencia usual y macroscópica, sin el concurso de instrumentos, desde luego, sigue siendo válido. Es muy importante conocer la causa. Pero, por partes. Ahora, lo primero es desvelar todos los hechos. Todas las ramificaciones. Todas las implicaciones. Todas las piezas de un rompecabezas que promete ser extenso, complicado y no exento de trampas saduceas. Contando con las ayudas que dispondrá de elementos empeñados en ocultar todo lo que puedan, bien por agradecimiento, bien por implicación, bien por coincidencia de intereses o intenciones, bien por pretender introducir lazos para un futuro, que de todo hay y extendiendo todo ello a todas las esferas conocidas, sin excepción, incluyendo esferas en las que se tomarán decisiones de alcance, todo nuestro empeño, como sociedad, debe ser aclarar e identificar quienes están implicados, cuales son las cuantías económicas de cada uno, cuánto tiempo ha ocupado el hecho, individual y colectivamente, quienes de palabra, obra u omisión están o han estado relacionados total o parcialmente con estos hechos. Sólo así lograremos aclararnos.

En todo caso, nos debe quedar claro que los servidores públicos, no solamente pueden estar sometidos al dictado de las leyes, que son ineludibles, sino que desde su atalaya política, pertenecen a otros escenarios en los que se visualizan sus acciones. Esto no es una indefensión, sino una visualización operativa en todo momento y lugar. La característica añadida a un personaje público es el carácter público de sus acciones. Ello implica que los escenarios en los que se mueve, para bien o para mal, son públicos y la gente tiene acceso a ellos. No se trata de defender la llamada pena del Telediario, sino de aceptar que la publicidad que implica la notoriedad, para bien satisface personalmente, pero para mal incomoda adicionalmente, claro está. Pero no se puede aceptar una sin la otra. Afortunadamente, los escenarios públicos de los medios de comunicación, en más ocasiones de las deseables, permiten destapar y conocer lo que de otro modo seguiríamos ignorando, a veces, no siempre, arriesgando su propio cuello, entendido éste como supervivencia, como tantas otras veces ha ocurrido y ocurre. No hay más que echar un vistazo a la conducta de los medios ante éste caso, por tomarlo de ejemplo, para dilucidar quién está con quién y hasta donde.

Las causas están ocultas, los efectos son visibles para todos. Pero precisamos conocer la verdad. Necesitamos conocer. El escándalo es de tal magnitud que medio mundo nos observa perplejo. Tras esta gripe, después, con la tranquilidad debida, hay que desvelar las causas, dándonos una oportunidad para el cambio, para renovar las exigencias de una ciudadanía que nunca debió relajarse. Hay que encontrar explicación a por qué no han servido para disuadir casos anteriores, como el Naseiro. Esta Sociedad debe plantarse y poner las cosas difíciles para la impunidad. La gente debe aclarar inmunidad e impunidad, desligando y aplicando las oportunas recetas sociales, también. Tenemos que estar cada vez más preparados para denunciar los abusos de todos aquellos que no entiendan que la vida colectiva tiene exigencias conductuales ineludibles. Los castigos deben ser ejemplares, también los sociales.

Tenemos el país en manos de los jueces. Solo ellos pueden dar, en este momento, la credibilidad que esta Sociedad precisa recuperar. Lo que es menester que sean ecuánimes y equilibrados y no se dejen influir por un ambiente enrarecido que pudiera ensombrecer las justas decisiones que necesitamos. Recordemos, hasta hoy los efectos son visibles, pero las causas todavía permanecen ocultas, y vivir con esta rémora, no es razonable.

Las causas están ocultas, los efectos son visibles para todos