viernes. 29.03.2024

La otra inmunidad de grupo

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El estudio de seroprevalencia conocido esta semana nos ha dejado una primera fotografía del impacto de la epidemia de coronavirus en España. Los test realizados hasta ahora a poca más de 60.000 personas sirven como ‘sondeo’, como una encuesta que, en sus resultados preliminares, extrapolados, ha determinado que, de media, solo un 5% de la población habría estado en contacto con el virus.

En una población de 47 millones de habitantes, supone que 2,3 millones han sido infectados y han desarrollado anticuerpos, es decir, habrían superado la enfermedad 1 de cada 23,5 habitantes.

La principal conclusión de este informe es que estamos lejos de lograr la inmunidad de rebaño que según la OMS debería alcanzar un porcentaje del 70%. El 95% de la población no se habría infectado según los datos preliminares del estudio, un porcentaje muy alto que viene seguramente determinado por las medidas de confinamiento y distanciamiento social impuestas por el estado de alarma.

Especial atención merece el dato de los positivos asintomáticos, que el estudio cifra en un 26%, unas 600.000 personas que habrían desarrollado anticuerpos sin que se hubiera manifestado la enfermedad, sin tener ningún síntoma. Una cifra también baja pero que tiene cierta importancia. Porque el estudio en marcha puede determinar cuál es el rol de transmisión del virus de esta población, así como conocer si la inmunidad se prolonga en el tiempo. Para ello, habrá que esperar un poco más. Este estudio no ha acabado, seguirá recabando datos de esa misma población testada al menos dos semanas más.

Lo que sabemos a día de hoy es que no tenemos inmunidad de rebaño. Este hecho incontestable echa por tierra nuestras ansias de superación natural determinadas por ‘yo creo que lo he pasado’. Así que las únicas armas que tenemos para luchar contra esta pandemia son las medidas puestas en marcha por el Gobierno central: confinamiento, distancia social, medias de higiene. De hecho, Sanidad ha diseñado el plan de desescalada con esa previsión de bajos contagios y mínima inmunidad que arrojan los datos del estudio.

¿Qué ocurre? Que hace falta casar estas restricciones con la pervivencia de la economía. Lo que nos da de comer, para entendernos. Ahí está el dilema. Porque si de verdad se trata de salvar a la humanidad frente a un patógeno, nos quedamos todos confinados un año y arreglado. Pero la cosa no es tan simple y la causa en esta batalla necesariamente nos hace copartícipes como no podría ser de otra manera.

Me disgusta reconocer que en el fondo todos vamos a ser un poco conejillos de indias, porque o te mueres por el virus o te mueres de hambre, dicen. Pero en estos primeros estadios de la epidemia, el plan B por la falta de esa inmunidad de grupo que hubiera sido el escenario ideal, es el distanciamiento social.

Fernando Simón ha dicho esta semana que el objetivo no puede ser otro que acabar con las “cadenas de transmisión residuales”. Se refiere a los contagios entre nuestros vecinos, nuestros compañeros de empleos, nuestros familiares. Si somos capaces de bloquear el virus en esas cadenas de transmisión, habremos ganado tiempo, un tiempo precioso que determina la aparición de una vacuna. En términos similares se ha pronunciado la OMS al destacar que "necesitamos encontrar una manera de llegar a ese estado estable donde podamos suprimir la transmisión lo suficiente para volver a vivir nuestra vida cotidiana".

El plan C es lo que proponen voces como las de Vox e incluso el PP que parecen más alienados con arengas de la marca Trump, ‘salgamos todos a la calle y que muera el más tonto’ o como ciudadanos de Tennessee, en EEUU, y sus proclamas de “reabran Tennessee, sacrifiquen a los débiles”. Tremendo.

Aquí, en España, ya se ha sacrificado a muchas personas, a muchos ancianos abandonados por muchas comunidades autónomas. Y lo que ha hecho este Gobierno es intentar salvaguardar la salud de todos nosotros frente a los que sin reparo salen a las calles con sus caceroladas exigiendo barra libre.

Por tanto, no podemos bajar la guardia. La otra inmunidad de grupo podremos alcanzarla cuando, comiendo palmo a palmo terreno al enemigo, consigamos neutralizar la transmisión comunitaria del virus. No hay más. Es de sentido común.

La otra inmunidad de grupo