jueves. 28.03.2024

La izquierda, a verlas venir

¿Para cuándo una reunión, al más alto nivel, de los principales líderes políticos de la izquierda de este país, una reunión que sea el comienzo de algo más?

¿Para cuándo una reunión, al más alto nivel, de los principales líderes políticos de la izquierda de este país, una reunión que sea el comienzo de algo más?

Nos queda un año para las elecciones europeas y todavía no se vislumbra en el horizonte el tan necesario frente de izquierdas anti-neoliberal por el que están luchando unas cuantas organizaciones y movimientos políticos. Se decía que esas elecciones, por su circunscripción única y su recuento más proporcional, serían la ocasión idónea para articular una opción política que sumara a lo más representativo de la izquierda que se mueve a la izquierda del PSOE, IU incluida. Sin embargo, todos los esfuerzos que se están haciendo en ese sentido vienen de organizaciones y movimientos sin mucha proyección mediática, sin apenas repercusión electoral pero, eso sí, con un trabajo militante de base convencido, comprometido y tenaz.

Ocurrió lo mismo con la huelga general europea, que muchos veníamos defendiendo públicamente desde 2008 y, al final, llegó tarde y mal, a finales de 2012 y con diferentes acciones sindicales, sin ser una huelga general de ocho horas homogenizada en los países que se sumaron a esa jornada de protesta. No quiero ser pesimista pero, por muchos que sean los esfuerzos que desde abajo se hagan, al final el frente de izquierdas anti-neoliberal solo cuajará si los dirigentes de los principales partidos y movimientos de izquierda asumen la urgencia del momento y la precariedad de la lucha progresista que la desunión de la izquierda imprime a las necesidades de la clase trabajadora.

Y creo que, por más declaraciones públicas que hagan, por más llamamientos a la unidad, a la lucha, a salir a la calle… los principales dirigentes de la izquierda no se creen de verdad que el momento que atravesamos sea de urgente necesidad. Porque, si se lo creyeran, hace tiempo que habrían escenificado su intención de unirse en un frente común, hace tiempo que habrían empezado a reunirse, con luz y taquígrafos, más allá de la coincidencia en tal o cual acto. Y esto no está sucediendo. La clase trabajadora escucha a unos y a otros, acude a manifestaciones y lee unas y otras pancartas, distingue a unos grupos y a otros, pero después regresa a casa y al día siguiente no vislumbra gestos e intenciones de verdadera unidad entre unos partidos y otros.

Los sindicatos CC OO y UGT lograron conformar la Cumbre Social y, desde entonces, se hacía necesario politizar dicha Cumbre, es decir, formar lo que algunos defendimos como un Parlamento Social, que hubiera sido el embrión de un frente de izquierdas anti-neoliberal. Algunos recuerdan y otros lo hemos visto en archivo aquellas reuniones previas a 1975 que dieron lugar a la Platajunta, la suma de partidos y organizaciones que, hasta entonces, estaban divididos en una plataforma y en una junta. De aquella unión nació la fuerza que, entre otros factores y luchas, permitió la profundidad de las reformas políticas emprendidas a la muerte del dictador. Pues bien, hoy igual que entonces, es necesario crear en España otra Platajunta, eso que damos en llamar el frente de izquierdas anti-neoliberal.

¿De qué sirve tanta crítica a los recortes, al neoliberalismo, a la acción de gobierno, si después cada partido de izquierdas va a lo suyo? ¿Cuántas veces se ha dicho que los españoles no nos merecemos tal o cual cosa? Me pregunto: ¿nos merecemos los trabajadores la desunión de la izquierda, su incapacidad para articular un frente, una platajunta, una cumbre, llámenlo como quieran...? ¿Para cuándo una reunión, al más alto nivel, de los principales líderes políticos de la izquierda de este país, una reunión que sea el comienzo de algo más? ¿No se dan cuenta estos líderes que, tarde o temprano, de no conformar ese frente, la sociedad civil se organizará por otras vías? Lo está demostrando la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, lo están demostrando los afectados por las preferentes, lo están demostrando incluso los jueces, que se están organizando para frenar los desahucios, en ausencia de reforma legal que acomode la ley hipotecaria a la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE.

Esperemos que lo que se consiguió en Galicia con la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) fructifique a nivel nacional, porque eso es precisamente lo que está demandando la ciudadanía de izquierdas, la clase trabajadora. Quizá si en las manifestaciones los líderes políticos no se situaran a la cabeza sino entremezclados entre nosotros, escucharían permanentemente esa demanda. Queda un año para las elecciones europeas y es necesario vislumbrar esa unidad porque somos millones los que dependemos de la fuerza de una ideología que represente los intereses de la mayoría social con honradez y ejemplaridad. La batalla no es solo nacional, por supuesto, la batalla es europea, y aquí también cada país va a lo suyo. Pero comencemos por casa, y demostremos que no estamos dispuestos a repetir los errores del pasado, siendo uno y flagrante la desunión de las izquierdas.

El día que veamos a los líderes de esa izquierda alternativa reunirse pública y notoriamente comenzaremos a creer que, “de verdad, sí se puede”. Ese día tiene que llegar y los líderes de Izquierda Abierta, Iniciativa per Catalunya, Compromís, Equo, etc., etc., tienen que dar el paso y dejar de mirarse el ombligo, atentos solo cada uno de ellos a su cuota parcial de votos o poder. 

La izquierda, a verlas venir