miércoles. 24.04.2024

La crisis del PSOE (I): La relación del partido con la sociedad

Uno de los mayores problemas que tiene el PSOE – no es el único pero sí el más grave – es la cohesión como partido. Esto afecta a su proyección hacia la sociedad. Los partidos en España, especialmente el socialista, sobreviven de sus votantes: de ellos obtienen dinero y también poder.

Uno de los mayores problemas que tiene el PSOE – no es el único pero sí el más grave – es la cohesión como partido. Esto afecta a su proyección hacia la sociedad. Los partidos en España, especialmente el socialista, sobreviven de sus votantes: de ellos obtienen dinero y también poder. El modelo de partido–afiliado que tanto éxito tuvo en la España de los años de la II República, en donde sindicatos y partidos tenían afiliaciones masivas de más de un millón de personas, hoy ha desaparecido por motivo de los cambios que en la sociedad y en la política se han producido. En este sentido hay que destacar la pérdida de la función socializadora que tenía el partido en esos años 30, donde la política discurría desde el partido y se socializaba a través de sus órganos de expresión, generalmente la prensa escrita. Hoy, las cosas han cambiado: tenemos una masiva presencia de medios de comunicación: son especialmente relevantes la televisión e internet. En este segundo medio, las redes sociales son mecanismos de crítica y de formación política en sí mismos y convierten a los partidos en naftalina si los concebimos como socializadores de la política.

Y sin embargo, los partidos, especialmente los de la izquierda, porque la derecha funciona más a través de la creación de redes corporativas, necesitan conectar con los ciudadanos para sobrevivir. Desaparecido ya el lenguaje marxista “de la existencia social la que crea la conciencia de clase”, ahora los partidos mayoritarios de la izquierda - estoy pensando en el PSOE – aluden a un discurso ciudadano en donde se sitúan aspiraciones de transformación o de generación de cambio. Bajo la etiqueta ciudadanos, se integra una buena parte de los votantes a los que se les oferta una serie medidas que puedan movilizar a un “bloque social mayoritario” - por utilizar el lenguaje que utiliza el PSOE de Felipe González desde 1981- para hacerse con el poder y corregir las desigualdades del capitalismo.

Normalmente el PSOE ha ganado las elecciones cuando ha representado una verdadera alternativa de progreso - cosa que en este momento no sucede – y las ha perdido cuando ha dejado de representar esa idea de aspiración ciudadana basada en la redistribución de la producción y la renta. Actualmente, el estado de estancamiento de los socialistas obedece a este motivo: no son capaces de monopolizar un discurso de propuesta alternativa de cambio a la sociedad que represente una redistribución o un cierto progreso económico. Y no lo representa en mi opinión, por varios motivos: En primer lugar, por la propia dirección del partido. El PSOE está gobernado por una ejecutiva que ha estado en el Gobierno hasta hace solo unos meses y su discurso se entiende por parte de la ciudadanía como algo agotado, como algo caducado. De modo que parece evidente que la Transición de la oposición al Gobierno ha de llevar al PSOE a un nuevo liderazgo. Pero no es solo un problema de pasado el que sume al socialismo español en una crisis. El PSOE tiene en esta época de crisis un discurso que está empezando a perder el monopolio político de las clases medias. Y esto sucede porque la sociedad española, antes muy cohesionada en una idea de progreso enraizado en los principios del Estado del bienestar, se está volatilizando. Hay demasiadas personas que opinan que existen demasiados funcionarios, que los sindicatos no hacen nada, o que las administraciones gastan demasiado y esto genera un Estado autonómico derrochador. Todas estas ideas sobre el Estado y la administración de los recursos generaban consenso entre los ciudadanos. Sin embargo, la crisis ha erosionado los conceptos de lo público y del Estado. Pero la desconexión no solo viene propiciada por la pérdida de su base social: dicho de otro modo, su base de centro se ha desplazado a la derecha atendiendo a nuevos mensajes como los de UPYD, otro problema que tiene el PSOE es la conexión con la base social de la izquierda. Entre esta población, generalmente de profesiones liberales, generalmente con estudios universitarios, se aprecia en el PSOE un problema de fondo: su política es incapaz de desprenderse de los intereses corporativos. No hay una firme voluntad de reforma política porque el partido está paralizado por sus propias redes caciquiles - entiéndase los bancos y la prensa -. Los poderes fácticos y corporativos obligan al partido a replegarse sobre sus intereses dejando a un lado la ideología que es entendida como una especie de moral de conveniencia según sea la situación. Ejemplos a este respecto no faltan: podemos citar las colaboraciones de los líderes del PSOE en los consejos de administración de las cajas, cobrando, sin ningún remordimiento de conciencia, sueldos millonarios que se ponen frente a la situación de desempleo de muchos vecinos e incluso militantes de base. ¿Por qué el PSOE no arbitró una solución contra un problema tan grave como los desahucios? Probablemente por no enemistarse con los bancos o algunas empresas a las que les deben favores de financiación. Y así la situación, para la base progresista del partido, su discurso carecerá de credibilidad mientras no cunda con el ejemplo y cambie el partido, tomando el poder real los militantes o los simpatizantes.

Mucha tarea tiene que realizar el PSOE todavía para volver a representar a los ciudadanos y ser el partido del bloque social dominante: el trabajo no solo está en el discurso, esto es, no basta solo con formular alternativas, que más o menos va proyectando y que se resumen en una idea de fondo: la regeneración del sistema a través de la reforma de la Constitución. También es un problema de modelo de partido: solo abriendo el partido, democratizándolo, el socialismo volverá a conectar y a interaccionar con la sociedad a la que ha perdido de vista.

La crisis del PSOE (I): La relación del partido con la sociedad