sábado. 20.04.2024

Incógnitas en Cataluña, error en España

Un hecho es cierto: la sentencia del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatuto de Cataluña, aprobado tanto por el Parlament de Catalunya como por el Congreso...

Un hecho es cierto: la sentencia del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatuto de Cataluña, aprobado tanto por el Parlament de Catalunya como por el Congreso, y refrendado por el pueblo catalán en referéndum, significó la ruptura del acuerdo político de la vinculación de Cataluña con España.

Hay que añadir que la propuesta de nuevo Estatuto, impulsada por el Gobierno Tripartito, era un intento positivo para favorecer una mejor integración de Cataluña en las estructuras del Estado. Esta propuesta se encontró con la oposición cerrada del PP, responsable del recurso ante el Constitucional, y la reticencia, cuando no oposición, de sectores amplios del PSOE que podríamos significar en la figura del jacobino, populista y caducado Alfonso Guerra.

Es evidente que esta situación conllevó un fuerte sentimiento de desafección en la sociedad catalana que reclama un mejor encaje dentro de las estructuras del Estado, así como un sistema de financiación más equitativo, sin impugnar la solidaridad, con la aportación de la comunidad respecto al conjunto del Estado. Fue un golpe a la voluntad de avanzar hacia un modelo más federalista del Estado.

Posteriormente el fracaso del proceso estatutario favoreció la victoria electoral de CiU. El primer Gobierno de Artur Mas fue el primer precedente, en el Estado, de un gobierno que aplicó unas políticas de recortes sociales en base a una supuesta política de austeridad pero que sólo se hacía recaer sobre la mayoría de la ciudadanía preservando la situación de los sectores más privilegiados.

La llegada de la crisis incrementó la crispación social, y la indignación y malestar del conjunto de la ciudadanía catalana. Esta indignación se ha tratado de canalizar desde sectores del nacionalismo y del independentismo, a partir de la frustración derivada del fracaso del proceso del Estatuto, hacia un enfrentamiento con el Estado, a quien se responsabiliza de toda la situación de crisis derivada del denominado "expolio "que sufre Cataluña. Es evidente que el "boom" independentista no se habría dado sin la crisis.

La nueva posición soberanista adoptada por CiU antes y especialmente después de su derrota en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya, más la necesidad del apoyo de ERC, supuso plantear como objetivo fundamental de Cataluña la consulta al pueblo mediante un referéndum donde pueda optar por el Derecho a Decidir. Hay que decir que para el independentismo este referéndum es sinónimo de consultar sobre la independencia. Hay otras opciones políticas como las de ICV-EUiA o incluso el PSC que defienden el Derecho a Decidir como una forma para solucionar el actual callejón sin salida en que se encuentra la relación de Cataluña con España y que conlleva la necesidad de un nuevo acuerdo político de relación, que en gran medida se vincularía con la necesidad del proceso de Reforma Constitucional que España precisa.

El tema del futuro de Cataluña presenta numerosas INCOGNITAS. Los medios más nacionalistas-independentistas, incluyendo los medios públicos dependientes del Gobierno de la Generalitat, presentan una futura independencia como la forma maravillosa de resolver todos los problemas del país. Y ello a pesar de que nadie ha planteado seriamente si realmente es posible la separación, y en todo caso los costes que esta conllevaría, y que sin duda serían negativos para ambas partes. Ni siquiera está claro qué conllevaría una supuesta separación, por ejemplo: ¿Se continuaría dentro de la Unión Europea o no? En caso de respuesta negativa, ¿significaría esto la salida del euro?

Es decir, nadie puede hoy en día plantear seriamente y de forma fehaciente cómo sería y que conllevaría la independencia de Cataluña. Hay que decir que últimamente desde sectores de la propia CiU se empieza a plantear un cierto repliegue de posiciones y ya se habla claramente de que el eco internacional a la supuesta independencia no es tan positivo como se quería pensar.

Es evidente que otra posible salida, y quizás la más positiva, sería una negociación seria con el Estado para establecer un encaje aceptable de Cataluña. Pero en esta opción también nos encontramos con una incógnita derivada de las posiciones políticas negativas en España, especialmente por parte del PP y en una medida no despreciable por parte del PSOE. Este es el ERROR de España, la negativa a negociar el encaje de Cataluña es sin duda el factor que más favorece la causa independentista.

La sociedad catalana, por mucho que pueda desagradar a dirigentes de ERC y CiU, no es mayoritariamente independentista y se inclinaría más por opciones federalistas que pueden ser aceptables para ICV-EUiA, PSC y amplios sectores de la propia CiU, además de entidades empresariales y sindicales. Pero aquí nos volvemos a enfrentar con la posición hasta ahora poco transigente de la parte española.

Hay que decir que esta pelea entre nacionalismos conservadores se efectúa al margen de los intereses reales de la ciudadanía tanto española como catalana. Y el principal problema es que las izquierdas, desde la socio-liberal hasta las más izquierdistas, no han conseguido hacer hegemónica la prioridad de los problemas económicos y sociales, derivados de la crisis, por encima de los territoriales.

Por que hay que ser cada vez más claros. El principal problema de Cataluña y de España hoy es que la soberanía económica está fuera de las manos de unos y otros. Hoy la soberanía económica de España y de Cataluña, sea independiente o no, está en manos de Bruselas, o mejor dicho de Berlín. Y por lo tanto la prioridad hoy es luchar para defender un cambio de las políticas económicas de la Unión Europea para garantizar el desarrollo económico, la defensa de políticas sociales y del estado de bienestar.

El objetivo e interés principal de la gente hoy no está en supuestos futuros independientes sino si será una sociedad socialmente cohesionada con prioridad de las políticas sociales. La independencia hoy es contradictoria con un mundo donde se precisa una mayor integración política supranacional para hacer frente a los mercados. Está en cambiar las actuales políticas económicas que nos ahogan a todos y para eso hay que tener como objetivo principal: Europa y la necesidad de cambiar la situación actual hacia una Unión más unida política y socialmente, y con una democratización de sus instituciones. Esto debería comportar que los Estados tuvieran que ceder soberanía hacia una nueva Unión Europea gobernada con Instituciones más democráticas y representativas. Todo lo demás podríamos decir que no es más que “marear la perdiz”.

Incógnitas en Cataluña, error en España