jueves. 18.04.2024

Elecciones y más en Venezuela

Que la crisis económica lo está trastocando todo es una realidad que no necesita de mayor explicación.

Que la crisis económica lo está trastocando todo es una realidad que no necesita de mayor explicación.

Y quiero pensar que también informativamente está haciendo que las crónicas que nos llegan desde los países del continente americano, estén careciendo del rigor necesario y que por “MOR”  de recortar gastos, se viene echando mano con demasiada ligereza, de algunas agencias norteamericanas que operan en base a sus propios intereses.

Le pasó recientemente al periódico de mayor tirada de España, al que le colaron “gato por liebre” en una fotografía que hubo de retirar nada menos que de su portada, después de tener impreso el periódico. Y todo por haberse fiado de una de estas agencias que les digo. Le vendieron la muerte anticipada de Chávez con una fotografía falsa en la que supuestamente aparecía entubado y bajo el epígrafe de que estaba siendo mantenido artificialmente con vida (seguramente recuerdan la polémica).

Y por lo que he podido ver y leer a lo largo de esta semana, se sigue en las mismas.

En esta ocasión, nada menos que nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, queriéndolo o no, ha puesto en duda las instituciones de un País soberano como Venezuela, dando por hecho que la “petición” del candidato perdedor de las elecciones para que se procediera al recuento manual de los votos emitidos, era la decisión del Consejo Nacional Electoral de Venezuela. Desconociendo al parecer, que ni el candidato había hecho todavía reclamación oficial alguna, ni la Constitución ampara (al parecer)  un recuento manual de todo el proceso electoral. Ya que obliga, para tener en cuenta el recurso, que se refieran las irregularidades producidas a los distritos y mesas que sean motivo de la impugnación.

Nada que aquí pueda sonarnos extraño o estrambótico. Aquí se produce en cada elección con cientos de irregularidades que en la  mayoría de ocasiones son resueltas por las propias mesas electorales o por las Juntas de Zona, sin que tengan mayor trascendencia para el resultado global y sin que a nadie se le ocurra pedir un nuevo recuento de todos los votos emitidos.

Pero al parecer a nuestro ministro le pesó más la ideología afín de los opositores venezolanos que el sentido común y la defensa de la legalidad de un País amigo con el que se tienen importantes relaciones comerciales, y en el que, nada menos que ciento veintiuna de nuestras principales empresas tienen compañías abiertas y obtienen importantes beneficios. Por lo que todavía era exigible un mayor grado de prudencia en sus declaraciones y desde luego contrastar mucho  mejor su información.

El ministro ha pretendido reaccionar aduciendo que se ha tratado de un mal entendido y procediendo al reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente electo de Venezuela. Pero el tema es que llueve sobre mojado, son demasiadas veces, y además se continua, acto seguido, en el agravio gratuito de no enviar a la toma de posesión al príncipe Felipe como se lleva haciendo habitualmente, con la burda excusa de que es para no exponer al príncipe…

Cuando para deshacer el entuerto creado, hubiera bastado con contactar con países como México o Brasil (ambos con excelentes relaciones con España), o incluso con Chile, cuyo presidente le puede resultar más afín ideológicamente a nuestro ministro, para haber conocido de primera mano, que ninguno ha puesto en duda la victoria electoral de Maduro. Cierto que por solo trescientos mil votos escasos, pero victoria sin sombras, o si lo prefieren con las mismas sombras habituales; según han señalado los observadores internacionales destacados para el seguimiento de las elecciones venezolanas.

Muy lejos desde luego de algunos de los titulares que hemos venido viendo por aquí, donde tras anunciarnos prácticamente que no había ganador de las elecciones, han seguido alimentando la idea de que es el gobierno el que se ha radicalizado por empeñarse en imponer  su triunfo electoral… ¡Inconcebible pero cierto!

Que trescientos mil votos sea considerada escasa diferencia, cuando Chávez ganó por más de un millón hace menos de un año es comprensible, ciertamente. Pero ni Maduro es Chávez, ni todos los apoyos a Chavez (como puede verse) son delegables, por mucho que al parecer lo creyera un decepcionado Maduro.

Por eso, y más allá de excentricidades, el nuevo presidente tendrá que exponer sus planes concretos para seguir reduciendo la pobreza extrema y continuar con la modernización del País.

Sin Chávez, el chavismo va a tener que explicar muy bien cual es el programa que proponen al pueblo venezolano en materias como educación, salud, vivienda, carreteras… O como se proponen combatir la delincuencia organizada que hace hoy de Venezuela un lugar poco seguro, privándole de una fuente de captación de recursos importante, como es el desarrollo turístico en la zona.

Ya no hay un líder omnipresente que lo eclipse todo; ahora seguramente, la ciudadanía va a detenerse en leer la letra pequeña de las realizaciones, y si no les convencen los resultados cambiarán el signo de la mayoría.

El reloj ha comenzado un nuevo recorrido.

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