viernes. 29.03.2024

El ruido (3)

En el discurso actual sobre identidades colectivas, lo habitual es apelar a rasgos de lo más variopintos y, sobre todo, transcendentales: la religión, la sangre, el Dos de Mayo y La Paccionada...

En el discurso actual sobre identidades colectivas, lo habitual es apelar a rasgos de lo más variopintos y, sobre todo, transcendentales: la religión, la sangre, el Dos de Mayo y La Paccionada.

En Navarra disponemos también de otros elementos más inmanentes y sandungueros: los sanfermines, los espárragos, el pacharán, la Javierada medieval y el Fuero, con magra o con bacon es lo de menos, o lo de más, según sea el Gargantúa de turno.

El navarro dispone de tantos chips de identidad que nadie diría que otro de los rasgos que lo definen mejor es su capacidad para gritar y para meter ruido a todas horas.

Ignoro de dónde nos viene esta facultad, si desde el Paleolítico inferior, del tiempo del parricida Goñi o desde la Gamazada (1893).

¿Cómo saberlo?

El ruido ha cobrado tanta importancia real y simbólica en la sociedad actual que hay quien asegura que en una nación existen dos tipos de ciudadanos o de patriotas.

Los que la aman de verdad –que hablan en voz baja-, y los que no –que hablan a voz en grito o dejan que lo hagan por ellos el tubo escape de su moto o los decibelios de su estulticia, que para el caso sería lo mismo.

La exaltación ruidosa ha llegado a tales niveles que resulta muy fácil distinguir a los verdaderos de los falsos patriotas.

Para no andarnos con rodeos y con metáforas, se podría afirmar que una persona que grita es un mal patriota. Da igual que vote a la izquierda, a la derecha o a los nacionalistas de cualquier seña e identidad, bandera o Rh negativo o paralelepípedo.

Este detalle es irrelevante.

Puede que, incluso, esta persona sea respetuosa y defensora de los derechos de los animales de compañía, domésticos o salvajes. Es igual.

Solo el control sobre el ruido que cada uno puede producir a su alrededor es lo que nos hace verdaderamente humanos.

Así que, si una persona dice que ama a su tierra y a sus gentes y no para de meter ruido a todas horas, en especial las de la noche, debería ir al psiquiatra.

Para mirárselo. Su patriotismo, claro.

El ruido (3)