martes. 23.04.2024

El ruido (1)

Afirmaba el filósofo alemán Schopenhauer que “sólo los muertos soportan los ruidos”...

Afirmaba el filósofo alemán Schopenhauer que “sólo los muertos soportan los ruidos”.

Si tal afirmación fuese verdadera, habría que convenir en que, actualmente, vivimos en una sociedad llena de cadáveres ambulantes.

De este sencillo modo, quedarían explicadas muchas desgracias y desventuras que nos suceden a las “personas humanas”. Y ello sin echar mano a la crisis, al paro, a los recortes presupuestarios, a la economía sumergida, a los criminales planes de jubilación, a la corrupción y a la estructural ineptitud de los gobiernos de derechas para solucionar los problemas que ha creado la izquierda.

Y digo personas humanas sabiendo que se trata de un dislate semántico redundante, pero cuyo uso es cada vez más necesario.

Porque, oídos los ruidos que aguantamos, empezar a diferenciar entre “personas humanas” -seres que tienen en cuenta a los demás, sobre todo en materia coclear-, y “personas animales”- semovientes en los que predomina más el instinto ancestral del grito que la racionalidad-, es de lo más pertinente y ajustado a lo que sucede en nuestra ciudad.

Aunque, a decir verdad, viendo la vida apacible que llevan los orangutanes en sus respectivos ambientes, es posible que cada vez resulte más imposible aceptar que el hombre descienda de ellos.

Resulta demasiado hermoso.

Más bien parece que nuestro esencial ADN procede directamente de ciertas mitocondrias de las hienas.

El ruido (1)