jueves. 25.04.2024

El difícil reto del X Congreso de CCOO

El Congreso Confederal de CC.OO. que se celebrará los próximos 21, 22 y 23 de febrero tiene ante sí el difícil reto de articular una política que pueda ser apreciada y considerada de utilidad por los trabajadores del estado español; esto es, se trata de que los trabajadores activos y los parados compartan las iniciativas y propuestas del sindicato y las consideren útiles para cambiar la situación actual.

El Congreso Confederal de CC.OO. que se celebrará los próximos 21, 22 y 23 de febrero tiene ante sí el difícil reto de articular una política que pueda ser apreciada y considerada de utilidad por los trabajadores del estado español; esto es, se trata de que los trabajadores activos y los parados compartan las iniciativas y propuestas del sindicato y las consideren útiles para cambiar la situación actual.

No se trata, por tanto, solo de compartir razonables objetivos: salir de la crisis, cambiar la política económica, favorecer la creación de empleo, recuperar derechos colectivos y devolverle al sindicato su papel en la intermediación de las relaciones laborales.

Se trata de definir cómo alcanzar los objetivos planteados, con qué estrategia hoy es posible primero parar las agresiones y, después, avanzar en la dirección contraria a las recetas que están encima de la mesa. Porque las agresiones continúan y noestá escrito en ningún sitio que las contrarreformas hayan tocado fondo.Ahí están las recientes declaraciones del presidente de la patronal reinsistiendo en los mini empleos para jóvenes, el contrato único y la necesidad de despedir a cuatrocientos mil funcionarios;además, muy cerca de la patronal siempre está la receptividad del gobierno para asumirlas en parte cuando no en su totalidad.

Junto con una estrategia general acertada, aparece igualmente necesario articular estrategias sectoriales que resulten útiles en los conflictos locales, para que los mismos se salden con éxito o, alternativamente, los trabajadores afectados consideren que el papel jugado por el sindicato ha sido el que correspondía y el que se esperaba de él, porque el sindicato ha hecho cuanto estaba en su mano y ha compartido con los trabajadores la dirección del conflicto.

Son, por tanto, dos grandes objetivos que tienen que ver más con la estrategia, esto es, más con el cómo que con el qué, puesto que el qué es obvio y evidente: el empleo y los derechos de los trabajadores. De poco serviría definir objetivos, por muy compartidos que fueran por el mundo del trabajo, si el resultado en el tiempo fuera el de nuevos retrocesos, ante la imposibilidad práctica de evitarlos.

Parece evidente que, con este gobierno, no será prácticamente posible ni invertir la política económica, ni crear empleo, ni recuperar derechos laborales perdidos. Su compromiso con las políticas neoliberales es de tal calado que no parece posible que haya cambios sustanciales para lo que quede de legislatura. En consecuencia, el Gobierno y sus políticas representan el mayor obstáculo a los objetivos del sindicato, luego la estrategia necesaria tendría que considerar la conformación de un bloque político y social alternativo comprometido con un programa compatible con los objetivos sindicales para que los mismos fueran posibles, asumiendo el sindicato un papel más activo en el campo de la política.

No parece posible la vuelta al dialogo social, en ninguna de sus modalidades bipartito o tripartito.En primer lugar porque el dialogo social lo quiebra la política del gobierno. Para esta política solo hay un método: la imposición. Nunca hubieran conseguido imponer una reforma laboral por medio del dialogo social y esta política económica y laboral no será posible revertirla desde el dialogo social. Cómo iban a negociar los mismos que han impuesto esta arquitectura legal, que deja prácticamente sin derechos a los trabajadores, su desmantelamiento ordenado.

De igual forma, la CEOE prescindiría de su buena posiciónactual para negociar la vuelta a escenarios pactados de flexibilidad interna cuando prácticamente disfruta de todos los derechos y puede gobernar buena parte de las relaciones laborales desde la unilateralidad.

Tampoco parece posible lo que se ha dado en llamar el “pacto de estado” para salir de la crisis. El tiempo de determinar la política y las medidas de consenso que hubieran permitido una redistribución equilibrada de las cargas de la crisis terminó cuando el Gobierno impuso unilateralmente las medidas a adoptar y continúa empecinándose en las mismas a pesar de su nulo resultado. Nulo resultado para el empleo, no así para los empresarios que han podido despedir en este año que llevamos de reforma laboral más y más barato que nunca.

Hemos tenido la oportunidad de ver como la CEOE se olvidó inmediatamente de los acuerdos firmados con los sindicatos, en materia de negociación colectiva, cuando se aprobó la Reforma Laboral a la que se abrazó de inmediato, diciendo incluso que se quedaba corta.

Si las soluciones del pasado hoy no son posibles, si las agresiones de este Gobierno al mundo del trabajo son las mayores que hemos conocido desde el restablecimiento de la democracia, si no es posible volver atrás ni recuperar escenarios perdidos, si carece de sentido intentar reutilizar estrategias hoy desfasadas, es preciso reinventarse y recrear unas nuevas formas de hacer para resituar al trabajo en el lugar que socialmente le corresponde y del que parcialmente ha sido desplazado.

Para ello, en mi modesta opinión hay que estar dispuesto a converger con cuantos tienen objetivos compatibles con los nuestros, tanto en lo político como en lo social, sin complejos ni estrechas lecturas de la autonomía sindical, que por otra parte está garantizada. Asumir el papel principal que hoy corresponde, que no es otro que el de resistir y luchar, hasta invertir la correlación de fuerzas y vencer las políticas neoliberales. Y para ello, un sindicato más democrático, más participativo, más plural, más abierto, más pegado a los trabajadores, posibilitando que el protagonismo lo asumanlos propios trabajadores y nosotros tratar de convertirnos en su mejor herramienta.

El difícil reto del X Congreso de CCOO