jueves. 25.04.2024

Cocktail explosivo

El escenario en el que nos movemos es estremecedor. En un totum revolutum, a diario nos conectan los medios de comunicación con Corina, Bárdenas, Cospedal, Rajoy, Urdangarín … , los olvidados y huidos, Arenas, Trillo, Acebes…, los portavoces estratosféricos como Pons, los Floriano, Alonso…, a menudo en silencio forzado, los sempiternos Gürtel, Palma Arena,

El escenario en el que nos movemos es estremecedor. En un totum revolutum, a diario nos conectan los medios de comunicación con Corina, Bárdenas, Cospedal, Rajoy, Urdangarín … , los olvidados y huidos, Arenas, Trillo, Acebes…, los portavoces estratosféricos como Pons, los Floriano, Alonso…, a menudo en silencio forzado, los sempiternos Gürtel, Palma Arena, Sepúlveda o los todavía en el recuerdo, la SGAE, Bankia, Rato, Díaz Ferrán o Arturo, el que a muchos ha dejado sin un duro, sin olvidar a los bigotes, Camps, Rita Barberá o los del aeropuerto de Castellón, con ese Fabra retador al frente. La relación es de escándalo. Es muy difícil conectar un aparato de radio o de televisión a cualquier hora del día o de la noche y permanecer no más de cinco minutos, sin escuchar algo sobre estos personajes. Ya hay que ir aceptando que nos amargan la existencia y la convivencia. Ellos silban, disimulando.

En la otra cara de la moneda, casi un millón de personas han sido estafadas en los Bancos o Cajas de Ahorro de turno, cayendo en las redes con las preferentes, y perdiendo todo el dinero, muchas veces poco, que tenían. Se dan cifras como en el entorno de 30.000 millones de euros, que se han evaporado y que pertenecían a estas gentes. Cifra de similar entidad a la aportada desde Europa a unas entidades, las financieras, con objeto de que no lleguen a caer, como si estimáramos en algo el que permanezcan en pie. Ahora, a los ahorradores, que durante muchos años creyeron en las Cajas de Ahorro, próximas, que daban cacerolas como premio al ahorro, que organizaban conciertos en Navidades o Semana Santa u organizaban semanas de oro donde traían, no se sabe por qué, espectáculos que alguien les vendía y ellos regalaban entradas, que el director de turno entregaba a quienes le llamaban pidiéndolas, eso sí, pasando por el despacho, para personalizar la entrega. A todos estas buenas gentes que creyeron en las Cajas y sus directores, ahora se les espeta en la cara, que pierden el 40% de lo que tuvieron bajo la forma de preferentes y el resto, en lugar de devolvérselo, ya que es suyo, se lo entregan bajo la forma de acciones de entidades “solventes”, como Bankia. Fue muy extendido que el director de turno les dijera que aquello de las preferentes era un plazo fijo. Y le creyeron. Pobre gente que se fio del director y ha perdido todo su dinero. Las instancias públicas no han estado ni están a la altura de las circunstancias. Tan disparatado puede parecer haber fiado su suerte a las preferentes, por parte de los impositores, como haber puesto aquellas instituciones financieras todos los huevos en el sector inmobiliario. En este segundo caso, las instancias públicas han salido al paso para buscar una salida, pero no se han acordado de obligar a las mismas a restituir el patrimonio de otros equivocados que confiaron en ellas y abrazaron las preferentes.. Es asimétrica la atención que se les ha procurado a nivel institucional. Solo cabía una salida decorosa: que paguen lo que deben, que no era suyo. Los directivos financieros jubilados con muchos millones o el paso a los sillones de increíbles empresas, todavía en pie, como Telefónica, como ha ocurrido en el escandaloso caso de Rato, solamente evidencian la insensibilidad de un sector de la Sociedad influyente. La gente no lee la letra pequeña y se ha fiado del director del banco o caja de turno. Hoy no tienen nada, ni para comer, ni para los nietos. Todo el ahorro de su vida. Es realmente indignante.

Si a este escenario real, superponemos el ambiental de los famosos por el menudeo de la corrupción y lo sazonamos con una pizca de las mareas permanentes de batas blancas o las intermitentes de educación o en cualquier proporción los casi 6 millones de parados que inanes contemplan el devenir de unos acontecimientos que nunca le son favorables, y le adicionamos unos déficits presupuestarios, nacional y regionales, auténticamente de escándalo, tenemos un cocktail explosivo. No es posible mantener el equilibrio por mucho tiempo. Casi a diario, las fricciones son eléctricas. Los anuncios de cierre y bajada de persianas decoran el ambiente diario. Las amenazas alcanzan a miles, a los que todavía cobran un sueldo. No puede gastar nadie, porque nadie sabe el mañana como le va a tratar. Y, entretanto, suena la voz aflautada de un Ministro de Hacienda que amenaza con destapar vergüenzas de quien se ponga delante, que conocerá indebidamente por su oficio, y que con descaro y de forma desafiante utiliza para acallar voces que le resultan incómodas. No se le ve afectado por las bocas calladas y bolsillos llenos, que se sitúan cerca de él. Seguramente, conoce con algún detalle sus miserias. Mientras tanto, los auténticamente implicados, los del primer párrafo, ora silban, ora proponen, con altivez, la necesidad de moralizar, transparentar y desnudar no se qué Instituciones y a no se quienes. A estos les llega la porquería al garguero y si les quitan la ropa, va a resultar indecoroso. Pero ellos y ellas lo proclaman, seguramente pensando en los demás, en los otros, que no en ellos. Esto siempre va de los otros, de los demás; ellos se sienten a salvo, aunque no está claro hasta cuándo.

Cocktail explosivo