Existe una avalancha ideológica, procedente de los mayores centros de reflexión próximos a la banca privada y a la gran patronal (tales como Fedea, financiada por grandes bancos y grandes empresas) que están presionando para que bajen los salarios como medida para incrementar la competitividad de la economía española, favoreciendo las exportaciones cuyo crecimiento sacará a España de la recesión. Este es también el mensaje que están promoviendo el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y, como no, el Banco Central Europeo y el Banco de España. Dicho mensaje es, predeciblemente, reproducido por los mayores medios de información del país, tanto públicos como privados, tanto orales como escritos.
Y también, como era de esperar, se reproduce en círculos económicos próximos a la socialdemocracia, aun cuando su presentación y narrativa tiende a variar. En estos círculos el mensaje que se transmite es que hay que ser valiente y atreverse a hacer las reformas que el canciller socialdemócrata Schröder hizo en Alemania, que permitieron a la economía alemana salir de su crisis a partir del aumento de sus exportaciones. El economista en esta órbita socialdemócrata que más ha enfatizado este mensaje es el profesor Josep Oliver, aunque no ha sido el único. En realidad, son muchos en esta órbita que lo piensan pero muchos no se atreven a decirlo.
Las consecuencias de esta política
He escrito críticamente y extensamente sobre las reformas que Schröder realizó en contra del parecer de su Ministro de Economía y Finanzas, el Sr. Oskar Lafontaine, quien (en contra de la postura adoptada por el primero, que quería basar la recuperación de la economía alemana en el crecimiento de las exportaciones) quería basar dicha recuperación en el aumento de la demanda doméstica. Perdió Lafontaine y ganó Schröder, el cual hizo unas reformas encaminadas a reducir los salarios, diluir la protección social y debilitar a los sindicatos. Las consecuencias en el bienestar de las clases populares fue devastador. Una cifra recoge esta situación: alrededor de la mitad de hogares alemanes no pagan impuestos sobre la renta por ser demasiado pobres para hacerlo. El mercado de trabajo alemán está claramente deteriorado. Y esto es lo que se está proponiendo para España, con el agravante (de una enorme importancia) de que los sindicatos en España son más débiles que los sindicatos alemanes, y como consecuencia no hay en España un sistema de cogestión en las empresas como el que ha jugado un papel determinante en el bajo desempleo en aquel país, resultado de la distribución y reducción del tiempo del trabajo, en lugar del despido.
Los supuestos que apoyan esta postura
Fedea y los que sostienen la necesidad de bajar los salarios para aumentar la competitividad de la economía española y aumentar las exportaciones asumen que para que el consumidor alemán compre, por ejemplo, más vino o aceite español, hay que bajar el precio de estos productos a base de reducir los salarios de los trabajadores que los producen. Veamos la evidencia que apoya esta tesis.
En primer lugar, el hecho de que haya habido una bajada de consumo de vino y aceite español en Alemania podría deberse a que ha bajado el poder adquisitivo de la población alemana, resultado, por ejemplo, de la reducción de los salarios en relación a su productividad. En este aspecto, el incremento de las exportaciones a base de una reducción de las rentas del trabajo (que son las mayores determinantes de la demanda), que ha ocurrido también en Alemania, explicaría esta reducción del consumo de aceite y vino español. En esta situación, el nivel salarial español no tendría nada que ver con el descenso de las exportaciones de esos productos.
Pero existe otro factor no considerado en la tesis de que los salarios altos son el problema, de lo cual se concluye que hay que bajarlos. El precio de un producto depende de muchos otros factores, además de los salarios. Depende, por ejemplo, también de la productividad del capital, y no sólo de la productividad del trabajo. Y depende también, no sólo de las rentas del trabajo, sino también de las rentas del capital, incluyendo los beneficios. Pues bien, Fedea y Co. no tocan ninguno de estos factores. ¿Por qué no proponen que en lugar de bajar los salarios para disminuir los precios, reduzcan los beneficios de las grandes empresas vinícolas y aceituneras? ¿O por qué no proponen aumentar la productividad del capital, aumentando las inversiones que incrementen la productividad de este sector. En realidad, la baja productividad del sector agrícola se basa en la superabundancia de la mano de obra, resultado de que por cada puesto de trabajo haya veinte aspirantes a ocuparlo, la mayoría inmigrantes. Si el empresario tuviera dificultades en encontrar trabajadores, entonces aumentaría su inversión y mecanización de la vendimia, incrementándose así su productividad. Los bajos salarios facilitan la continuación de una economía de baja productividad. Basar la economía, como Fedea y Co. están proponiendo, en bajos salarios es condenar a España a una economía de baja productividad. Y este ha sido el drama del sur de Europa. Los países del norte de Europa tienen una gran productividad y eficiencia económica, y ello consecuencia de que no se permitieran bajos salarios (situación que está cambiando en Suecia, resultado de las políticas neoliberales del gobierno conservador-liberal sueco).
¿Cuál es la causa de la escasa productividad?
Esto me lleva al punto central del porqué existe baja productividad y baja competitividad en España, y que no tiene nada (repito, nada) que ver con el nivel salarial. En realidad los bajos salarios contribuyen a esta baja productividad. Y no es al revés como constantemente se acentúa.
La baja productividad se basa en la estructura productiva del país, una situación que se reproduce en todos los países mediterráneos y que se debe a la estructura del poder financiero y económico en estos países. Cuando se desagrega la economía española en sus diferentes componentes, puede verse que, estandarizando por sector, España compara favorablemente en productividad con Alemania (si, con Alemania). Bela Galgoczi acaba de publicar un excelente artículo en Social Policy Journal (07/06/2013) titulado “European Social Model or European Stability Mechanism”, que compara la productividad laboral, los costes de producción y la contribución salarial a estos costes, y la productividad ajustada al salario (Apparent labour productivity, Average Personel Costs, y wage adjusted productivity) y muestra como en el sector manufacturero (el sector de salarios más elevados dentro de la fuerza laboral) la productividad y los costes salariales no difieren en gran medida de los alemanes en el mismo sector, concluyendo de que “no existe un problema de falta de competitividad en los costes salariales en la producción de la manufactura”. El problema es que este sector es pequeño dentro de toda la economía, y que son los sectores de baja productividad, como la construcción, los que dominan la economía. De nuevo, situación que tiene muy poco que ver (en realidad nada) con los salarios y mucho que ver con las políticas estatales claramente dominadas por las instituciones (y muy en especial, financieras) que ahora están financiando Fedea y están pidiendo que bajen los salarios. Políticas estatales que están también promovidas por las mismas instituciones europeas (la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) y los mismos gobiernos (como el alemán) que están pidiendo que se bajen los salarios.
Me estoy refiriendo al boom inmobiliario en España, que determinó que la construcción fuera el motor de la economía, absorbiendo una enorme cantidad de recursos (el 15% del PIB) que habría podido ser invertido en otras actividades de mayor productividad. Y este boom fue creado y diseñado por el maridaje banca privada - sector inmobiliario – industria de la construcción, facilitado y estimulado por la importación de dinero procedente primordialmente de la banca alemana. Y todo ello con la bendición y apoyo del gobierno español, el establishment europeo, el BCE y el Banco de España, todos ellos ahora promotores de la necesidad de bajar los salarios. Creo que no hace falta añadir ningún otro comentario. Se necesita osadía (la gente llana lo definiría como “cara dura”) para que estas instituciones ahora estén culpabilizando de la crisis a los supuestos elevados salarios de los trabajadores españoles. En realidad, los salarios son de los más bajos de la UE-15.