viernes. 19.04.2024

¿Hemos tenido alguna vez democracia en España?

Todo lo que estamos viendo estos días relacionado con el caso Bárcenas ha puesto en evidencia que hoy en España no tenemos democracia. Los populares podrán aducir lo que quieran, que es una campaña orquestada, que no ha existido financiación ilegal, y que todo en el PP es limpio y transparente. Yo diría que este partido es lo más perecido a una fosa séptica. Todo huele a podredumbre.

Todo lo que estamos viendo estos días relacionado con el caso Bárcenas ha puesto en evidencia que hoy en España no tenemos democracia. Los populares podrán aducir lo que quieran, que es una campaña orquestada, que no ha existido financiación ilegal, y que todo en el PP es limpio y transparente. Yo diría que este partido es lo más perecido a una fosa séptica. Todo huele a podredumbre. Las apariciones de Dolores de Cospedal para justificar lo injustificable son patéticas. Y la reciente intervención de Mariano Rajoy es lamentable, sin someterse a una conferencia de prensa con todas las de la ley. No obstante, para mí lo que pueda decir este caballero, vista su utilización de la mentira como práctica política, me resulta irrelevante. No solo es mentiroso, también es cobarde. Un líder político, debe estar abierto a que los periodistas le puedan preguntar. ¡Qué menos! Como muy bien dice un titular de la Voz de Galicia “El PP lo niega todo, pero sigue sin aclarar nada”. Parece evidente que el PP ha recibido “donativos” del mundo de la gran empresa, como también el PSOE y el resto de los partidos políticos, especialmente del sector inmobiliario, que han servido para pagar unos sobresueldos, en dinero negro, a los miembros destacados de la cúpula popular. Negar los hechos es un insulto a la inteligencia. Parece obvio, que si determinadas empresas hacen “donativos” a un partido político, o los bancos les hacen préstamos que luego condonan, es porque esperan sacar unos beneficios por ello. Nadie da nada por nada, a no ser que espere sacar algo a cambio. Esto es corrupción. Pero lo más grave es que además imponen a los respectivos gobiernos las políticas a aplicar en lo realmente importante, por lo que hoy en España no hay democracia. De esta cuestión hablaremos más adelante. Además, han incumplido la Ley Orgánica sobre Financiación de los Partidos Políticos vigente desde 1987 a 2007, al haber superado las aportaciones a las permitidas y al ser empresas que, tenían contratos vigentes, estaban prestando servicios o estaban realizando obras o suministros a la Administración. Y no menos grave que con esos donativos se paguen unos sobresueldos a los dirigentes de un partido político, para no pagar impuestos a Hacienda. ¡Vaya ejemplaridad! En su extraordinario libro, Ejemplaridad pública, el filósofo Javier Gomá, nos dice que toda vida humana es ejemplo y, por ello, sobre ella recae un imperativo de ejemplaridad: obra de tal manera que tu comportamiento sea imitable y generalizable en tu ámbito de influencia, generando un impacto civilizatorio. Este imperativo es muy importante en la familia, en la escuela, y sobre todo, en la actividad política, ya que el ejemplo de sus dirigentes sirve, si es positivo, para cohesionar la sociedad, y si es negativo, para fragmentarla y atomizarla.

Alguno podría pensar que la explosión de este escándalo se debe a un intento de regeneración ética de un medio de comunicación. En absoluto. Lo más probable es que todo se deba a luchas intestinas dentro del PP. Ya lo dijo en cierta ocasión Rodolfo Martín Villa “todo el mundo al suelo que vienen los nuestros”. Existen algunos miembros del PP muy poderosos que están interesados en desbancar a Rajoy. Me inclinaría a pensar que no anda muy lejos la ínclita lideresa, que accedió al poder de su comunidad en 2003, en el caso más grave de corrupción desde la instauración de la “democracia”, ya que como no entraba en sus planes de los populares la derrota electoral, volcaron las urnas. El PP madrileño compró a los diputados Sáez y Tamayo, y eso es corrupción. Luego, al repetirse las elecciones la sociedad madrileña le dio la mayoría absoluta al partido corruptor. Hay que recordarlo una y otra vez, ya que los españoles acostumbramos a ser muy olvidadizos, sobre todo, cuando nos conviene.

Nos habíamos creído demasiado alegremente que teníamos un sistema democrático. Es cierto, que se celebraban elecciones tras unas campañas y unos programas electorales. Mas, todo se reducía a un simple recambio de las élites. Lo que para los observadores contemporáneos aparece como una batalla de intereses contrapuestos, que es zanjada por el voto de las masas, ha sido generalmente decidido mucho tiempo antes en un círculo restringido. Vamos a verlo.

Este sistema político, el peor exceptuados todos los demás, según Winston Churchill, como categoría política, en nuestra época está sometido a una contradicción, Por un lado, es el único régimen capaz de aspirar a la legitimidad. Ningún gobierno es aceptado si no se presenta ante la opinión pública como respetuoso del principio democrático. A la vez, las características que definen la democracia están en profunda crisis o amenazadas.

Tal como describe Gerardo Pisarello en su espléndido libro Un largo Termidor. Historia y crítica del constitucionalismo antidemocrático, si definimos democracia a grandes rasgos como un régimen basado en el sufragio universal, el pluralismo político, libertad de expresión, ideológica, de información; el gobierno de las mayorías en oposición al de unos pocos o uno solo; y capaz de maximizar la autodeterminación política con el respeto a las minorías; si evaluamos la salud de la democracia a través de estos elementos, tenemos que concluir que no disfruta de una buena salud.

El ejercicio del sufragio, a pesar de su generalización, tiene claras deficiencias. No pueden ejercerlo los jóvenes menores de 18 años, los inmigrantes- más del 10% del total; además de un alto porcentaje de abstención, todo un síntoma de desafección, de más del 30% en las últimas elecciones generales del 20-N. La desafección está acompañada en España por un sistema electoral injusto muy poco proporcional, instaurado en la Transición como un filtro para que determinadas fuerzas no llegaran a las instituciones y si lo conseguían con una representación muy inferior a su fuerza real; así como también para potenciar el voto útil o de centro político, en el que los elegidos suelen ser reclutados en las clases medias o altas, y con orientaciones políticas moderadas. Si ese filtro de la ley electoral no es suficiente, para ello está la articulación de los partidos políticos y la manipulación de la opinión pública. El mundo financiero y empresarial es clave en la creación, sostenimiento y financiación de los grandes partidos, por lo que, si estos llegan al gobierno, le proporcionan subvenciones, prebendas y favores sin cuento; e incluso, incumplen sus programas electorales para responder a sus solicitudes. Lo estamos constatando en España. Según Josep Fontana la "United States Chamber of Commerce", la mayor federación empresarial del mundo, financió las campañas electorales a través de Comités de Acción Política, actividad que ha aumentado considerablemente desde 2009, tras la decisión del Tribunal Supremo. Como ha dicho Stiglitz "Los ricos están usando su dinero para asegurarse medidas fiscales que les permitan hacerse aun más ricos. En lugar de invertir en tecnología o en investigación, obtienen mayores rendimientos invirtiendo en Washington”. Aquí en España conocemos cómo el mundo empresarial y financiero sufraga también las campañas electorales. Cualquier gobierno en España responde a las directrices de esta élite financiera-empresarial, haciendo caso omiso de los intereses de la ciudadanía. Los políticos se convierten en los mayordomos del gran capital, por lo que luego al abandonar la política son generosamente recompensados. Debido a la interconexión entre el mundo de la política con el financiero y empresarial, se produce el efecto "puerta giratoria": directivos del sector financiero o empresarial ocupan puestos políticos clave, y a la inversa. Prestigiosos” políticos forman parte como consejeros o asesores, con remuneraciones suculentas, de los consejos de administración de las grandes empresas, de los bancos, como pago por los servicios prestados. Ángel Acebes es consejero de Iberdrola, y durante el primer semestre del 2012, por el trabajo de dos meses, periodo en que se celebraron dos consejos de administración y una junta general de accionistas, percibió 145.000 euros. Iberdrola Ingeniería fichó como consejero al marido de Cospedal, Ignacio López del Hierro. Endesa a Miquel Roca Junyent. Gas Natural y Endesa a Felipe González y José María Aznar por lo que cobrarán respectivamente 126.500 euros al año, y 200.000. De ahí que Antoni Doménech, catedrático de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Barcelona haya dicho: “Las democracias actuales se enfrentan a poderes privados neofeudales más grandes y poderosos de lo que soñaron las más codiciosas dinastías empresariales de la generación de nuestros ancestros” Como prueba de ello: a finales de los 90 el presidente de Mercedes Benz, advirtió expresamente a Schröder que trasladaría toda su producción a los EEUU, de concierto con el gigante automovilístico Chrysler, para conseguir del canciller la destitución fulminante de su ministro de Hacienda, Oskar Lafontaine (quien narra el episodio en sus ácidas e instructivas memorias).

La libre circulación de ideas y opiniones se ve amenazada por los grandes medios de comunicación cada vez más concentrados y vinculados con los poderes financieros y empresariales, que al alcanzar tanto poder, pueden contrariar o delimitar la soberanía expresada por la sociedad en las urnas y poner en peligro la democracia, de ahí que el profesor Ferrajoli, les denomine poderes salvajes. Las empresas de comunicación son poderes de hecho, influyentes sobre los asuntos públicos y con agendas que no responden necesariamente a los intereses de la sociedad. Según Sánchez Noriega “tienen capacidad en el espacio político para boicotear leyes o difundir determinadas demandas y, a la vez, una gran resistencia a las imposiciones del poder político”. Un buen ejemplo de lo dicho podría servir el caso de Berlusconi, que llegó al poder al amparo de la propiedad de grandes medios de comunicación. En los consejos de casi todos los grandes medios de comunicación se sientan directamente consejeros del sector financiero, circunstancia que mediatiza la libertad de expresión de muchos periodistas. Lo mismo ocurre en cuanto a control por parte del mundo empresarial y financiero del mundo académico.

Si el ejercicio democrático la extendemos fuera de la política, al ámbito del trabajo, los barrios o las asociaciones civiles, el panorama es igualmente negativo. Por tanto, estamos viviendo en una democracia de baja intensidad. O, si se prefiere, en regímenes mixtos en el que el principio democrático va a remolque del oligárquico y en los que se aceptan las libertades públicas siempre que no traten de controlar los poderes de los mercados. Es evidente que el capitalismo concibe a la democracia como un instrumento de acumulación; si es preciso, la reduce a la irrelevancia y, si encuentra otro instrumento más eficiente, prescinde de ella (el caso de China). Según Boaventura de Sousa Santos “en los últimos treinta años las conquistas logradas han sido cuestionadas y la democracia, últimamente, parece más bien una casa cerrada y ocupada por un grupo de extraterrestres que decide democráticamente sus propios intereses y dictatorialmente los de las grandes mayorías. Un régimen mixto, una democradura. Hay que Democratizar la democracia, porque la actual se ha dejado secuestrar por poderes antidemocráticos. Es necesario evidenciar que una decisión tomada democráticamente no puede quedar anulada el día siguiente por una agencia de calificación o por una bajada en la cotización de las bolsas o por las declaraciones del ínclito Draghi, por cierto banquero. Por todo lo dicho me parecen muy oportunas las palabras expresadas por Joaquín Estefanía en un reciente artículo titulado La democracia aletargada “Si el partido que aspira a gobernar tiene que ocultar su verdadero programa porque de conocerlo los ciudadanos no le votarían; si el Gobierno de turno debe renunciar a sus propuestas y seguir la única senda posible que se le impone desde fuera (desde instancias políticas alejadas, desde los mercados,…), empieza a ser un misterio por qué alguien se tomará la molestia de votar y de estimular la alternancia partidista.”

Por todo lo expuesto, los recientes acontecimientos del caso Bárcenas, nos ponen en evidencia que el Gobierno de Rajoy está más pendiente de responder a los intereses del mundo financiero-empresarial que a los de la ciudadanía. Todas las medidas que estamos sufriendo, reforma laboral, amnistía fiscal, rebaja de impuestos a las grandes fortunas, rescate de los bancos, reforma del artículo 135 de nuestro texto constitucional, la destrucción del Estado de bienestar, ya sabemos de dónde han venido impuestas. Por ello, si esto es democracia que venga Dios y lo vea.

¿Hemos tenido alguna vez democracia en España?