jueves. 18.04.2024

¡A la mierda las abstracciones!

¿Por qué esa ilustradísima lata por tratar de convencernos de que es más justo y más saludable para todos la defensa del Estado de Derecho que el cariño al pueblo donde uno ha nacido? ¿Por qué es más inteligente, más cosmopolita y universal consumir abstracciones que los productos más cercanos y más inmediatos? Desde siempre, en los poderes fácticos y aspirantes se observa una maniquea actitud

¿Por qué esa ilustradísima lata por tratar de convencernos de que es más justo y más saludable para todos la defensa del Estado de Derecho que el cariño al pueblo donde uno ha nacido? ¿Por qué es más inteligente, más cosmopolita y universal consumir abstracciones que los productos más cercanos y más inmediatos?

Desde siempre, en los poderes fácticos y aspirantes se observa una maniquea actitud intelectual a favor de todo tipo de abstracciones. De éstas quieren deducir el fundamento último de la sociedad en que vivimos.

Sin embargo, en la vida cotidiana nadie se apoya en abstracciones, sino en las cosas más sencillas que tiene a mano y que puede controlar. En esto, la actitud intelectual es contradictoria y engañosa. Pues para defender la autonomía del individuo se ve obligada a echar mano de abstracciones que este mismo individuo, político o no, ni puede controlar ni llenar de sentido. Porque son abstracciones heterónomas, que le vienen de fuera, impuestas. ¿O se considera que los políticos e intelectuales de variado pelaje son autónomos cuando piensan y que todo lo que piensan nace de forma natural y desinteresada en sus formidables cisuras?

Cuando uno escucha a estos voceras, tengo la impresión de que no viven sino conceptualmente. Que se acuestan y se levantan, que fornican y defecan, con conceptos universales a todas horas. Pero es sólo una pasajera impresión. Porque cuanto más peroran sobre abstracciones, más sensuales y más gargantúas, más bebedores y más fornicadores son con cosas y personas concretas, lícita o ilícitamente. Se dan casos a manta en los ámbitos más moralizantes de la sociedad: iglesia y política.

Tomen en consideración a cualquier voceras de toga o de sotana, de esos que filtran su pensamiento por el embudo de la prensa y televisión. ¿Qué vemos? A unos cebones de primera. Lo cual me parece estupendo si gastan exclusivamente de su capa y sayo. Pero que, luego, vendan la moto de la más inasible realidad, y ellos, en privado, se pongan las botas comiendo y bebiendo los frutos de la tierra de sus pueblos y del mar, es para darles por los abstractos. Venden abstracciones para enriquecerse con lo concreto. Fina estampa.

¡Cómo me gustaría alimentarlos a todos ellos con abstracciones! Que se tomaran de verdad un menú a base de Sopitas de Estado de Derecho, unas Borrajas de Estatura Moral del Idem, una Merluza de Alarma Social. Y todo ello regado con Vino de la Cosecha de la Corrupción Estructural.

¿Nunca se convencerán de que la universalidad no pasa ni por la sociología ni por la estadística, sino por lo singular y por lo corporal? ¿En qué pensarán cuando comen y hacen todo lo demás? ¿En abstractos? ¡Qué gentuza, por favor!

¡A la mierda las abstracciones!