jueves. 28.03.2024

Prostitución y glamour

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La semana pasada fui al cine junto a varias amigas a ver Hustlers (Estafadoras de Wall Street). Comentábamos al salir que en la película se glamourizaba dicho mundo, pero que sí supo reflejar cómo se entrelazan los clubes de striptease con la prostitución y el poder. Vivimos en una cultura del placer masculino y complicidad con el putero.

Nos hemos socializado en la preocupación por la satisfacción masculina, por su placer, por resultarles deseables, considerando al hombre sujeto de deseo y representando a las mujeres como el objeto de deseo. Es la idea que reside en la frase “hay que tener al marido/novio contento” o “los hombres tienen necesidades”. Pude pronto comprobar en la práctica profesional como psicóloga sexóloga que aún sigue vigente esta visión centrada en el placer masculino, por la cual el placer femenino es complementario. Las prácticas más comunes y las representadas en el porno mainstream son aquellas en las cuales el hombre tiene una mejor estimulación y la cámara muestra lo que él ve: una mirada masculina. Así, el ocio en relación con la sexualidad, toda la industria, gira en torno al placer de un solo sexo. De esta noción de la sexualidad deriva que, al debatir sobre prostitución, tengamos un sesgo sexista, que prioriza los deseos de los puteros sobre los derechos sexuales de las prostituidas, su salud física y mental. El 68% de las mujeres prostituidas cumplen los criterios de trastorno por estrés postraumático (Farley et al., 2008), mientras que en la población general oscila entre un 5 y un 10%. Lejos de la idealización de la situación de las prostitutas, se enfrentan sistemáticamente a un ambiente de violencia física, psicológica y sexual.

Se estigmatiza a la prostituta, mientras el putero socializa entre sus iguales como uno más. Se promueve más empatía hacia el putero (“tiene necesidades", “su mujer no le hace lo mismo” ...) que hacia la prostituta. Una sexualidad considerada más importante que otra. Él mismo es consciente y ahí reside gran parte del atractivo, en sentirse poderoso, tanto como para acceder a la mujer que él desee.

Más allá del placer físico, les pone el poder: dinero y tías, la reafirmación del macho exitoso por la cual es tradición en nuestro país cerrar tratos en clubes. El cliente manda y eso implica en la mayoría de los casos que él impone las condiciones, exponiendo a las prostitutas a ITS y otros riesgos si no le apetece usar preservativo (un ejemplo de cómo la libertad de elección es relativa si de ello depende alimentarte). Él tiene el poder económico y social y lo aprovecha.

Lejos de la idealización de la situación de las prostitutas, se enfrentan sistemáticamente a un ambiente de violencia física, psicológica y sexual

Se idealizan las situaciones en las cuales una mujer accede, para así ellos no tener cargo de conciencia y que esta situación no cambie, al igual que se silencia la inseguridad que padecen ellas. En relación con el striptease, en Estados Unidos, 4 de cada 5 strippers han sido acosadas por clientes y 3 de cada 5 han sido asaltadas por éstos (fuente: L.A. Times). En España no conocemos las cifras porque no hay registro. En relación con la prostitución, en nuestro país 43 mujeres han sido asesinadas en la última década por puteros (fuente: elperiódico- feminicidio.net), pero en las cifras oficiales del Ministerio no las cuentan como víctimas de violencia de género, sino como homicidios, sin relación con el machismo.

Vivimos en una sociedad que consiente a los puteros y deshumaniza a las trabajadoras sexuales y, en consecuencia, es un colectivo especialmente vulnerable, mientras la sociedad mira hacia otro lado y las culpabiliza de las vejaciones y crímenes que se cometen contra ellas. Aunque no pongas cara a ningún putero, según la ONU el 39% de los españoles lo ha hecho. Por favor, antes de idealizarlo, infórmate. Es hora de mirar de frente a los problemas.

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