
Una campaña para aprovechar la actual crisis provocada por el coronavirus como una ocasión para cambiar el sistema político, económico y social en el que vivimos y situar al ser humano como bien a salvaguardar en su contexto natural y en equilibrio ecológico.
Si las crisis son una oportunidad para la transformación, esta que vivimos nos pone ante el espejo roto de lo que hemos sido y hemos hecho contra la especie humana y la naturaleza. Depredadores y asesinos de la vida y de las relaciones sociales, negadores de los desastres naturales provocados por la mano del hombre y excluyentes de los colectivos más vulnerados.
Ante este panorama, las personas que conforman el equipo del periódico desde abajo han puesto en marcha la campaña #PrimeroElSerHumano que, sumándose al lema más publicado y seguido en estos tiempos “quédate en casa”, reclama una acción “por un cambio en las circunstancias de nuestro mundo, el presente y el futuro, en el cual, con equilibrio ecológico, debemos procurar una realidad totalmente diferente a la vivida hasta ahora por el ser humano”.
La actual crisis provocada por la pandemia de ese virus “monárquico” está poniendo en serio peligro los derechos y libertades de las ciudadanías del mundo. Son muchas las voces que demandan un cambio de rumbo, una salida del sistema para transformar una realidad que nos oprime y excluye. Sabemos que el mundo no volverá a ser lo mismo después de este período, pero hay que evitar que vuelva a ser igual o peor que antes de la irrupción de la COVID-19.
Poner al ser humano primero no es una apuesta desde el antropocentrismo, sino una nueva mirada al mundo para contar con el otro y con la naturaleza; para situar el “nosotras” por delante del “yo”; para que lo social, que enriquece lo individual, esté por encima de lo económico; para que el mundo siga en su proceso de metamorfosis y que ésta sea en pro de toda la humanidad, para que los valores éticos primen sobre los intereses financieros y partidistas.
Se necesita esa “constelación ética” de la que hablaba el maestro Javier Darío Restrepo, entendiendo “que la vida humana se dignifica cuando se vuelve hacia el otro; crece cuando sale de sí y se vive en función del otro; por el contrario, se empequeñece cuando se vuelve sobre sí misma y se repliega en el yo”.
Hay que evitar, como dice Francesca Gargallo, que el temor a la supuesta crisis económica con la que se amenaza a la población ofrezca como única salida a la gente la vuelta a la ´normalidad` del ecocidio que nos gobernaba antes de la epidemia del SARS-CoV-2.
Desde abajo pide la movilización social para evitar que la pasividad termine por legitimar el mismo poder que “ha llevado a la humanidad a la situación que hoy padece”. Hay que aprovechar la “unidad” y la “solidaridad social” que ha aflorado en el aislamiento para escuchar las voces y los sonidos de la gente común, para dar “un grito de esperanza y sueño en un futuro a favor de la humanidad y del conjunto de la naturaleza, hermanados en fraternidad y respeto por un derecho que debe ser común al conjunto de especies y formas de vida que habitamos en esta parte del universo”.
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