viernes. 29.03.2024

Me autoproclamo

juan-guaido

Parece que ahora cualquiera puede autoproclamarse lo que desee; que se pueden romper las reglas del juego democrático

Sí, hoy quiero hacer publicas mis intenciones de gobierno. Porque parece que ahora cualquiera puede autoproclamarse lo que desee; que se pueden romper las reglas del juego democrático, sea porque no nos gustan o por sus resultados, eso sí, las acatamos si el dictador que gobierne se pliega a los dictados de quienes mandan (que no siempre es lo mismo gobernar que mandar), y que la comunidad internacional, una parte, tiene más voz y voto que la ciudadanía del país en cuestión. (Por cierto, América Latina está formada por veinte (20) países, afirmar que “casi toda” reconoce al parlamentario venezolano es o estar muy mal de geografía o de matemáticas).

Si cualquiera de ustedes o yo dijéramos la cantidad de politicuchos que no nos gustan y a los que “tumbaríamos” de sus cargos, porque consideramos, desde nuestra subjetiva apuesta ideológica, que no son buenos ni para su país ni para el mundo, tal vez nos quedaríamos sin gobernantes.

Volviendo a lo que iba, voy a presentar al mundo, aunque sea a mi reducido círculo de familiares, de amistades, a un grupo de mis compañeros de trabajo, a algunas personas que me leen y a otras despistadas que se “chocan” con mis diatribas, mis autoproclamaciones. Todas ellas inamovibles e inapelables a partir del día siguiente a su publicación, y que deberán ser aceptadas porque así lo he decidido, le pese a quien le pese.

A partir de hoy, día “x” o “y” del mes “z” o “w”, del año “ñ” de nuestra era común, me proclamo por decisión de mi yo conmigo mismo, lo siguiente:

Me autoproclamo presidente de la república independiente de Vallekas, para reclamar y conseguir tener puerto de mar. Y también de la república independiente de mi casa, con permiso de mi compañera de vida y de nuestra gata.

me-autoproclamo-1Me nombro socio de honor y presidente de las Academias de las Lenguas, para dar de alta palabras que todavía no registran y acabar con su machismo, también en el lenguaje (como el de todas las demás academias sostenidas por hombres).

Me invisto presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, para poder subir gratis a su terraza en verano y observar el cielo de esa ciudad. También me designo como alcalde de Vallekas, de su ateneo republicano y del Rayo Vallekano, para volver a pintar de rojo un barrio que se ha tornado un tanto azulado y que gane en fútbol la liga y la copa, para llenar los trofeos de birra y regalarla en la batalla naval.

Me elijo como presidente de los congresos de los diputados, y los senados, para despedir a los que cobran sin trabajar y compensar a quienes trabajan sin cobrar (léase, entre otras cosas, las mujeres que sostienen sus hogares y a sus parejas aguantando dentro lo que no está escrito y fuera que les digan que no curran).

Me designo como comandante en jefe de las fuerzas armadas del mundo, incluidos los cascos azules, para desmantelarlas y acabar con las “intervenciones humanitarias” y con las muertes por “daños colaterales”.

Me nombro pirata mayor de los océanos y tarzán de las selvas y de los bosques, para no permitir la caza de ballenas, ni la contaminación de los mares, ni la tala de árboles en la Amazonia, ni los miles de delitos cometidos contra la naturaleza. Entendiendo que los seres humanos somos parte de ella y no sus dueños.

Me señalo como secretario general de las Naciones Unidas, para ver si hacemos que sirvan para algo. Defendiendo el cumplimiento de los artículos de esa anciana ilustre y abandonada que es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y proclamar la paz mundial por mayoría absoluta. Y como representante de la ONU para Palestina y para el Sahara, reconocer a los pueblos originarios como seres de derechos y titulares de sus territorios.

Me titulo como director general, o presidente, o consejero o quién sea que más mande, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, para nacionalizarlos a favor de los países explotados del mundo y sus poblaciones. Para hacer un reparto equitativo del empobrecimiento, económico, social, cultural y espiritual, al que nos han llevado y devolver a quienes las necesiten las riquezas que han esquilmado y derrochado.

En fin, que me proclamo con el poder absoluto para derrocar gobiernos, asaltar bancos, eliminar fronteras (e hipotecas), reconocer las diferencias, tumbar las desigualdades, acabar con las violencias (sobre todo las llevadas a cabo contra las mujeres), cuidar y honrar la Pachamama y vivir con dignidad los pocos años que nos dura la vida.

Esta proclamación entrará en vigor al día siguiente de su publicación o de que usted, o usted, la lean.

Así sea.

Me autoproclamo