La II República
Una luz que se mantiene viva entre las tinieblas de la historia
Dejando de lado las hipocresías, como esa del “ínclito” presidente del Gobierno de España de recordar a las víctimas de la dictadura argentina y no ser capaz de honrar a las de su propio país, el 14 de abril es una fecha para las verdades.
La verdad de una breve etapa histórica que supuso un profundo cambio social, cultural y político en un país trasnochado entonces y oscurecido y rancio hoy. Por desgracia, sigue siendo una realidad la poca repercusión que tiene, salvo honrosas excepciones de menor difusión e impacto, la conmemoración del aniversario de la II República. Pero también lo es el cada vez más elevado respaldo que obtiene entre la población española, aunque a los poderes les cueste reconocerlo.
Por la República, por las y los republicanos que desean rescatar aquellos valores que contrastan con los no valores existentes actualmente. Por la equidad y la igualdad, por una educación pública y democrática, por una justicia social para todas y todos.
Seguimos recordando y rindiendo tributo a lo que significó social, cultural y políticamente la II República. En mayo de 2011, publiqué, junto a M. Tapia, en Tribuna de los servicios a la ciudadanía una página dedicada al entonces ochenta aniversario de la República española. Para ese reportaje, Félix Población, periodista y escritor, y Mirta Núñez, profesora e investigadora, nos afirmaron su convencimiento sobre dos aspectos fundamentales de esa etapa: uno, que la República no fracasó, sino que la hicieron fracasar con las armas; el otro, que la educación fue el principal reto republicano, consiguiendo en tan poco tiempo algo insólito e inédito en la historia de España, intentar llevar la enseñanza elemental a todos los rincones y sectores de una sociedad ávida de formación. La II República quiso implantar en todo el territorio la educación pública, laica y gratuita con valores universales para romper las desigualdades. Entre sus logros, que de junio de 1931 a abril de 1936 el número de escuelas estatales públicas pasó de treinta mil a cuarenta y siete mil.
Tan fuerte y profundo, y “peligroso” para una ideología fascista, era ese valor de la educación que el colectivo de maestras y maestros fue uno de los más represaliados por los alzados en armas. Muchos fueron asesinados, algunos prefirieron el exilio interior y otros muchos tuvieron que emigrar.
“Hermano de la patria y de la pena / tu corazón desnudo está conmigo, / cansado de la espada y la cadena. / Una palabra, amor, necesitamos. / Un grito claro, España, y todos uno. / El pueblo sufre y lo destruyen. ¡Vamos! / Digamos no a la muerte, que la vida / es el amor, la paz, la luz del alba, / la libertad que rota y malherida / entre escombros de sangre se levanta” (Marcos Ana)
Unos años antes, el 14 de abril de 1999, el Ateneo Republicano de Vallekas rindió homenaje a la República reuniendo a dos mujeres ilustres republicanas: Rosario Sánchez Mora, “la dinamitera”, y la escritora Almudena Grandes. Ambas reclamaron recuperar la ilusión y la esperanza de una patria igualitaria y democrática y mantener viva la llama republicana.
En el octogésimo séptimo aniversario de aquel logro político, recuperemos, como decía la profesora Núñez, “el aliento de la ética cívica” de entonces y luchemos por recobrar aquella ilusión colectiva. Ya va siendo hora de convocar un referéndum que determine qué forma de Estado quiere la ciudadanía española.
Por la III República.